En Día Mundial de la Alimentación Jefa de Nutrición y Dietética UAHC advierte relación entre recrudecimiento del hambre y cambio climático
El Día Mundial de la Alimentación se celebra cada 16 de octubre para conmemorar el aniversario de la creación de la Organización para la Alimentación y la Agricultura de Naciones Unidas (FAO, por su sigla en inglés) en 1945. Esta efeméride apunta a promover la alimentación saludable y erradicar el hambre para 2030, un objetivo que a la luz de lo expuesto por la Jefa de la Carrera de Nutrición y Dietética de la UAHC, Ana María Neira, en el marco de la actividad “Soberanía Alimentaria: Debates y Desafíos” parece cada vez más elusivo.
En el evento, expositores/as invitados/as ofrecieron ponencias sobre temáticas clave en el perfil de egreso de la carrera como la soberanía alimentaria y la alimentación saludable, al tiempo que abordaron los cambios profundos que requiere el sistema agroalimentario para enfrentar un repunte del hambre severa a nivel global a consecuencia del cambio climático, la guerra en Ucrania y los problemas en la cadena de suministro tras la pandemia de Covid-19. En la ocasión la profesora Neira se refirió al deterioro que la situación alimentaria ha sufrido desde mediados de la década pasada.
“El mundo siempre ha sufrido hambrunas por motivos ligados a guerras y sequías. Por varias décadas vimos una disminución en los niveles de lo que conocemos como hambre crónica, pero a partir del 2015 empezó de nuevo a crecer y después de la pandemia se disparó aún más. En este momento se estima que hay 850 millones de personas en el mundo que sufren de esta condición y si bien se concentran en el África Subsahariana y en el Sudeste Asiático también estamos viendo una expansión del fenómeno en países de la región como Guatemala, Nicaragua y El Salvador”, detalló la nutricionista de la Universidad del Bío-Bío.
Cada año, la FAO se centra en un lema para difundir la campaña del Día Mundial de la Alimentación y para 2022 la frase escogida fue “No dejar a nadie atrás”, un eje temático que según la docente obliga a considerar las múltiples aristas de esta crisis. “Estamos avanzando hacia un futuro bastante desolador porque los cambios ligados al cambio climático no son promisorios. Por eso como carrera debemos poner atención en que nuestro aporte a la discusión no gire exclusivamente en torno a la obesidad, las dietas o la comida saludable. El desafío que hoy muchas personas enfrentan es simplemente si van a poder comer. Antes de la pandemia nos alegrábamos de tener un indicador de desnutrición infantil y general un bajísimo muy bajo en Chile , pero eso ya no es así. Cuando hablamos de hambre severa nos referimos a niños/as que no pueden desarrollar sus condiciones cognitivas y psicomotoras básicas, que no están creciendo ni pueden desarrollar su intelecto como es debido”, explicó la Psicóloga de la U. de Arte y Ciencias Sociales.
Riesgos para la soberanía alimentaria
A los factores externos también se suma una sequía local que, según la información científica disponible, afecta al 72% de la superficie del país en algún grado. Esto ha agravado el riesgo de la desertificación en 156 de las 345 comunas del país, lo que podría afectar al 38% de la población de la población. “Por estas razones consideramos que es necesario actuar rápidamente y la primera herramienta para llevar a cabo esto son las políticas públicas. Esto debe ir de la mano con un cambio profundo en nuestro sistema agroalimentario, ya que a partir de la pandemia comenzó a visibilizarse que Chile no es un país que produce la cantidad de alimentos que necesita para su población. Acá se producen alrededor del 50% de los productos que se requieren y todo el resto, té, café, porotos, soya, aceite, leche, por citar algunos ejemplos, lo importamos”, describió.
La actividad también contó con exposiciones de las ingenieras agrónomas de la Universidad de Chile Thamar Sepúlveda y Claudia Mellado, quienes forman parte del equipo técnico de la Fundación Biodiversidad Alimentaria, una organización dedicada al reconocimiento y recuperación de variedades tradicionales de semillas en diferentes regiones del país. Por su parte, el vicepresidente de la Corporación Mundo Rural Pro, Nicolás Arraño Moreno, propuso una reflexión sobre el debilitamiento de nuestra soberanía alimentaria y cómo se relaciona con el deterioro que han sufrido en las últimas décadas la pequeña agricultura y la pesca artesanal frente a la expansión de las grandes industrias que operan en esas áreas.
En su presentación Arraño Moreno también aprovechó de mencionar los riesgos que implicaría para la agricultura local la entrada en vigencia del TPP11 en su forma actual en lo que respecta al Convenio Internacional Para los Obtentores Vegetales (UPOV, por su sigla en inglés) desarrollado en 1991. “Las organizaciones campesinas vinculadas a la producción de alimentos y ligadas a la soberanía alimentaria se han puesto en alerta porque en lo que respecta a las semillas el pacto afecta gravemente la situación del país ya que incorpora la obligación de los países firmantes de ratificar el UPOV 91”, que dice relación con la propiedad intelectual sobre variedades genéticas. Esto en la practica restringiría el intercambio entre agricultores de semillas y material de reproducción, así como la posibilidad de hacer crecer nuevas plantas y árboles frutales.
“Las semillas de los alimentos que consumimos son fruto del manejo genético de milenios que se ha hecho de distintas variedades por parte de comunidades campesinas e indígenas. El problema de que se patente la propiedad intelectual sobre estas variedades genéticas es que una empresa puedes cambiar un gen y a través de distintas tecnologías modificar de cierta manera una variedad de papa, por ejemplo. Esto ya ocurre en otros países y lo delicado es que permite que alguien pueda patentar, apropiarse del trabajo colectivo de siglos y cobrar derechos porque alguien lo reproduzca”, advirtió.
Puedes revisar imágenes de la actividad en esta galería de fotos:
Y una entrevista a la profesora Neira en el espacio “El Mostrador en La Clave”