En el aniversario número 26 de la carrera_Académicos y egresados de Antropología celebran el sello característico de la escuela
Fundadores, egresados y alumnos de la escuela de Antropología celebraron los 26 años de vida de la carrera con una distendida ceremonia en la que compartieron memorias, experiencia y expectativas de un desarrollo más humano de la profesión. Los profesores de la escuela Miguel Bahamondes y Marinka Núñez, además de Natalia Caniguan, ex alumna y directora del Instituto de Estudios Indígenas de la UFRO junto al director de la carrera Claudio Espinoza y el histórico José Bengoa coincidieron en que el trabajo de campo es uno de los principales sellos formativos de la UAHC. “Un desarrollo que mantiene una postura y compromiso con el país y que aboga por la alteridad, el género y el fin de los colonialismos”, según las palabras de Núñez.
El profesor Bahamondes identificó este rito de pasaje como un propósito que pone la rúbrica sobre profesionales en formación que regularmente florece en trabajos de tesis vinculados a territorios muchas veces dejados de lado por las políticas públicas. “El ejercicio de este tipo de investigación suele verse en otras instituciones como un trabajo menor que, incluso, degradan a estos profesionales”, lamentó sobre lo que denomina “un mero adiestramiento de capital humano que estimula la pereza del pensamiento”, cree.
En tiempo de postverdades y otras falencias del milenio, el profesor Bahamondes convoca a seguir con el trabajo del antropólogo clásico: “El trabajo del antropólogo no es sólo buscar explicaciones al mundo, sino buscar otros posibles”, invita a la audiencia.
El profesor José Bengoa refrensa estos dichos recordando los momentos menos luminosos de la antropología, cuando las definiciones ideológicas permeaban el trabajo científico y daban espacio e influencia a teóricos cuestionables como el italiano Cesare Lombroso, quien hizo de sus teorías del criminal nato un dogma durante el siglo XVIII. Señaló también otros casos históricos de racismo académico que en algunos casos persiste en las aulas.
También desde la vereda de la experiencia y como ex alumna, el trabajo en terreno es la prueba máxima que pone a prueba voluntades y vocaciones, agrega Natalia Caniguan. “En tal sentido, salir como antropólogo de la UAHC es mantener un vínculo permanente con el conocimiento, la escuela. es una identificación”, señala.
“El pensamiento crítico del que uno es parte no es un mero slogan, la antropología es estar mirando desde fuera de la burbuja”, plantea. Completa sus dichos Marinka Núñez, quien asegura haber vivido el paso del oficio análogo a uno más técnico, pero en el que la etnografía de la UAHC sigue más vigente y contingente que la de otras escuelas. Plantea que desde aquí es posible hacer antropología sin caer en el colonialismo, considerando variables como el género y abogando por la alteridad, dice.