En entrevista_Docentes Juan Valeria y Gabriela González presentan sus propuestas de gestión para la decanatura de la Facultad de CCSS
Desde el próximo miércoles 17 al miércoles 24 de julio tendrán lugar las elecciones del nuevo o nueva decano/a de la Facultad de Ciencias Sociales. Al proceso se presentan Juan Valeria, docente de la Escuela de Administración Pública; y Gabriela González, docente de Escuela de Psicología. El y la candidato/a contestan este cuestionario sobre asuntos relevantes para la comunidad universitaria como la convivencia, los protocolos de manejo de violencia género, proyección del proyecto académico de la UAHC y el fortalecimiento de la investigación.
Gabriela González Vivanco
Licenciada en Psicología y Psicóloga, Universidad Diego Portales. Magíster (c) en Género y Cultura, Universidad de Chile.
La docente plantea una decanatura basada en el compromiso ético y político de un ejercicio transparente del gobierno universitario, la valoración del trabajo y de los logros colectivos para concretar una mayor cohesión de la triestamentalidad, además de reposicionar a la Academia en el concierto universitario desde una perspectiva transdisciplinar de la Ciencias Sociales.
¿Dónde considera usted que comienza la tarea de una nueva decanatura, tanto en relación a asuntos pendientes como a nuevas gestiones para este cargo?
Como las decanaturas duran 4 años hay que concentrarse en propuestas que deben ser consolidadas en un plan de trabajo de instrumentos estratégicos propios de un cargo de responsabilidad. Creo que lo primero es ponerse al día en distintos niveles y órdenes. Junto al Consejo de Facultad hay que identificar pendientes y darles salida en un corto plazo. Es en los urgentes donde empieza el trabajo de un decano o decana, en ponerse al corriente y resolver rápidamente un plan de trabajo con apoyo de este consejo y otras instancias de la universidad. A mediano plazo ya se pueden fijar metas hacia lineamientos de proyectos que abarquen esos 4 años y, en concordancia con estos lineamientos, el futuro de la universidad. Nuestro paso por estos espacios como decanatura requieren marcar hitos que puedan cerrar procesos medibles y que puedan notarse una vez implementados para facilitar su continuidad. Eso no significa un “amarre” al cargo porque cada uno trae su identidad, su propia energía para plantear propuestas que deben ser legitimadas por estos otros ámbitos consultivos respectivos. Lo importante es no detener procesos ni tener latencias que serían retrocesos en el marco del estándar de la acreditación. En el largo plazo lo relevante es proyectar el desarrollo de los sellos más importantes de la Facultad de Ciencias Sociales y del resto de la universidad.
En materia de acreditación institucional, ¿qué aspecto o mejora considera relevante abordar desde la Facultad de CCSS?
Creo que la experiencia del proceso de acreditación de las diferentes escuelas ha sido dispar y lo que nos exige este nuevo marco legal es que todos tengamos incorporada la cultura de la autoevaluación, que no es lo mismo que la acreditación. Esta cultura es un proceso que nos asegura la calidad desde dentro y en el fondo permite orientara la toma de decisiones hacia labores prioritarias y que, al enfrentar este proceso de acreditación, nos permite actuar desde el propio criterio. Es muy urgente ya que nosotros hicimos recientemente una actualización curricular que debe ser evaluada y que debe hacerse mirando los desafíos, obstáculos y dificultades que hemos identificado. Me parece algo prioritario. En términos de la acreditación misma debemos ponernos al día para que todas las escuelas de la facultad puedan tener su proceso de autoevaluación que nos permita tomar decisiones acertadas sobre dónde hacer las mejoras y, así, enfrentar el proceso de acreditación que viene el año 2021 en las mejores condiciones. Esto es un trabajo colectivo que involucra a toda la universidad bajo dos criterios fundamentales que son la tasa de retención y el tiempo de titulación oportuna; elementos que permiten establecer la certificación para aportes financieros que se hacen a través de los estudiantes. La gratuidad, por así decirlo, dura lo que duran los estudiantes. Es decir, esa permanencia debe ajustarse al tiempo que dura la carrera. No podemos tener estudiantes que estén uno o dos años más porque ese tramo no va a estar financiado. La retención, por su parte tiene que ver en principio con el compromiso ético de que nuestros estudiantes puedan encontrarse con un espacio para formarse, para quedarse y que, por tanto, no sean desertores y por ello hay que trabajar con todas las variables que influyen en ello.
¿Qué propuestas plantea usted para favorecer el desarrollo de la investigación académica al interior de la UAHC?
En el caso de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Universidad, la primera tiene una política de investigación que se implementa desde la Dirección de Investigación de la Vicerrectoría Académica y que ha sido sostenida en el tiempo, pero hay que ir regulando el procedimiento, impulsando, capacitando las voluntades instaladas para abordar procesos de investigación en la universidad y hacia afuera. Hay que fortalecer la línea de trabajo para la contratación de doctorados con FONDECYT e impulsar los FONDECYT de iniciación, algo que hay que seguir estimulando para que ese mismo impulso pueda bajar a las facultades. Al interior de la Academia también se ha dado un gran paso transformando los NTI en nuevos fondos de generación de conocimiento hoy conocidos como FIIC. Desde la facultad hay que dar visibilidad a académicos de larga trayectoria investigativa y experiencia consolidada, en ese mismo sentido hay que avanzar hacia el refuerzo y la reposición de ciertas líneas investigativas que destaquen las características de la facultad y establezcan un nivel meta investigativo donde se crucen los diferentes proyectos que, a su vez, permitirán materializar el ámbito transdisciplinario. No basta con que las escuelas simplemente tengan sus investigaciones, sino que es necesario que transversalicen eso y lo transformen en una discusión de temáticas emergentes desde distintas experiencias y temáticas como migración, derechos humanos, género e inclusión, entre otras que son importantes para la universidad y la Facultad de Ciencias Sociales.
¿Cómo considera se deben abordar las denuncias de violencia de género en la Universidad?
Mi postura sobre estos asuntos es fundamental. Tengo una formación no solo en términos políticos, sino académicos ante temas de abordaje en esa línea. Hoy hay una exigencia que el estudiantado ha hecho de mirar el espacio universitario para evidenciar que este tipo de violencia ocurre y que ese camino que hemos hecho partió con la creación de un protocolo que me tocó convocar como encargada de la Unidad de Género y Sexualidades junto a otras académicas en un trabajo colectivo triestamental. Este es un camino perfectible en el que sancionamos una segunda revisión de este protocolo ya que es fundamental que tengamos una normativa y una regulación o ajustes precisos más explícitos y despejados que faciliten el abordaje de estos casos. Dicho eso, pienso que el camino reglamentario no es el único. Cambiar una cultura de violencia y de desigualdad hacia la mujer, no pasa solamente por hacerlo desde estas normas. Estas prácticas deben ser en el marco de una convivencia como principio básico en el que no puedes acabar con la violencia reproduciendo la violencia. Puedo entender el daño que genera en las personas el estar expuestas a situaciones de violencia y ese daño pasa por la indignación y la rabia, por múltiples situaciones que las personas expresan. Las autoridades tenemos la responsabilidad no solo desde la antigua forma de concebir la autoridad, sino que ante todo somos ciudadanos y personas que requerimos de acuerdos éticos que no podemos romper. Nuestra responsabilidad es cumplir esos marcos y una vez que la autoridad transgrede esos espacios, es difícil que el resto de la comunidad pueda legitimar ese marco de regulación. Junto con avanzar en el reglamento y protocolo, hay que construir una cultura de respeto y reconocimiento para no aceptar el abuso en ninguna de sus formas. No hay abusos más graves que otros. Hay distintos efectos, pero son algo por lo que nadie debe pasar.
Respecto de la convivencia interna y los actos de violencia en el frontis de la Facultad, ¿qué observaciones puede realizar sobre una temática que preocupa a académicos, funcionarios y estudiantes?
Respecto de la exposición a la violencia y riesgos que corren las personas estando en un medio de un enfrentamiento, tanto de carabineros que suelen estar armados por gases, guanacos y otra tecnología para abordar situaciones de desorden social o de parte de los cortacalles encapuchados, quienes por su parte usan elementos incendiarios; se suele quedar expuesto a un peligro. Nadie se atrevería a decir que es un riesgo menor estar expuesto a una bomba molotov. Hemos tenido casos recientes que son gravísimos y donde cualquier acción que tomemos tiene que tener un respaldo, una acción firme y decidida, pero común sobre medidas para evaluar. Ya sea reponer el uso de la credencial para evitar que se produzcan infiltraciones o encapuchados entre otras dinámicas. Las acciones violentas no se pueden anticipar, aunque sabemos que hay una ritualización en otras universidades que pueden anunciarlo a veces. Existen medidas poco amables que algunos proponen como poner cámaras, el cierre de las puertas, revisión de mochilas activar alarmas… pero debemos encontrar una forma orientada de detener esas acciones o cuando menos obstaculizarlas. Es una especie de utopía pensar que podemos erradicar las prácticas de los encapuchados si consideramos que hay una dimensión que se nos vuelve incomprensibles: ¿qué hacemos con esa violencia?. Es algo que nos expone a todos a un riesgo que no hemos buscado. Creo que tenemos que debatir sobre esta violencia que es muda, que no tiene palabra y de la que no sabemos si tiene alguna consigna política asociada. Sólo sabemos que está dirigida a una especie de figura de la autoridad, pero solo eso. ¿Qué significa eso para nuestra comunidad?: Daño. Hay que acordar medidas implementadas con el respaldo de todos. Si en esos acuerdos tenemos fisuras que provienen de grupos que la justifican, no será posible erradicar esta violencia.
Puedes conocer más detalles, como la carta de presentación de la candidata y su programa detallado, ingresando en este link
Juan Valeria Quilapán
Administrador Público y Licenciado en Cs. Políticas y Administrativas, UAHC. Diplomado en Gerencia Pública y Máster en Dirección General de Empresas.
El docente propone una gestión en la que la Facultad se proyecta como un referente en torno al pensamiento crítico a través del fortalecimiento de la investigación, el autoreconocimiento como comunidad de sus trabajadores académicos y estudiantes, y la generación de una cultura tolerante y diversa.
¿Dónde considera usted que comienza la tarea de una nueva decanatura, tanto en relación a asuntos pendientes como a nuevas gestiones para este cargo?
Mientras me desempeñé en la decanatura, teníamos varias tareas que desarrollar sobre planificación anual, mecanismos de evaluación sobre la innovación curricular y lo que se está realizando ahora en materia de ayudantías o articular las becas BNA, por ejemplo. También hay muchos procesos desarrollando desde el punto de vista político académico y de gestión institucional que queremos retomar tras un espacio de subrogancias. Hay un POA de facultad que queremos desarrollar en el ámbito de Vinculación con el Medio para seguir avanzando en, por así decirlo, en la implementación de aspectos más materiales de las escuelas como mejoras en infraestructura de las salas, renovación de espacios, equipos y mobiliario o la remodelación de una recepción docente como un sitio para recibir a profesores y estudiantes como puerta de entrada a la universidad. Esto implica establecer un estatus para señaléticas, logos y otros temas institucionales pendientes. Lo que podemos hacer, dentro de ciertas limitaciones, es intervenir en planes de desarrollo en la participación de las escuelas en a través de consejos y retomar un plan mayor que quedó pendiente.
En materia de acreditación institucional, ¿qué aspecto o mejora considera relevante abordar desde la Facultad de CCSS?
Dentro de los temas capitales destaca el aseguramiento de un proceso de innovación en el que tenemos que ser capaces de plasmar eso en el aula y demostrar con pruebas concretas que hay un impacto de innovación en este espacio, hacerlo coherente con un plan de formación curricular como el sistema de bachillerato, las licenciaturas y en términos profesionales, otras cosas que pasan en las salas de clase. La duda a la que nos enfrentamos es ¿Cómo transformar los planes de estudio en un plan innovador?. A través de la Dirección de Vinculación con el Medio hay que ser capaces de demostrar que esas actividades tienen impacto en la docencia por la forma como tributan, por ejemplo, el Centro de Prácticas que tenemos en La Pintana, donde podemos medir y comprobar aspectos muy relevantes de nuestra formación, relevantes también para la acreditación. Respecto a lo mismo debemos demostrar cómo estamos disminuyendo la deserción y aumentando la retención. Esto, como un factor muy concreto que impacta también en lo académico y lo financiero pues un estudiante que se va significa recursos menos para la universidad y esto se nota también la docencia y la gestión. Me parece que son cuestiones vitales y temas de investigación, pero la nueva ley plantea un plazo de hasta 5 años para no tomar en cuenta la investigación como tal, sino recién desde los 6 o 7 años… eso puede cambiar y lo ha hecho constantemente. En materia de postgrado, hemos sido capaces de mantener una oferta creíble y potente que refleja identidad en el área de formación continua. Quizás esto último no entre en la acreditación, pero sí la oferta consistente en pregrado regular y programas especiales acreditados como el PET de periodismo y de Administración Pública.
¿Qué propuestas plantea usted para favorecer el desarrollo de la investigación académica al interior de la UAHC?
La investigación académica que desarrolla la Facultad de Ciencias Sociales debe tener impacto en la sociedad y para ello requerimos un nivel complejo de investigación que esté radicado en los FONDECYT. Hacia ello hay que apuntar y construir con nuevos fondos como los que se entregan a universidades que son parte de la gratuidad y hay que salir de la complejidad de los núcleos de investigación interna y abordar este ámbito más complejo que es la investigación de impacto mayor en la sociedad. La primera articulación de esto se dio en los NTI, a los que se les otorga ahora un nivel mayor y que, por lo mismo, debe avanzar a un mayor espacio de impacto en la investigación. Creo que para tender a ello debemos construir capacidades propias de ese ámbito y no sólo traer investigadores para que estén 2 años y luego se vayan, sino que desarrollen a través de la universidad esas vocaciones investigativas. Es algo que he planteado antes: necesitamos hacer propio un interés que desarrolle esa vocación y para eso, las direcciones y vicerrectorías deben ofrecer ese apoyo a cada unidad académica que desarrolle esas competencias e inquietudes. Es una tarea difícil porque uno pretende, con pocos recursos en lo académico, tender a cambiar el mundo muchas veces a través de una investigación. Los fondos solicitan a quienes se los adjudican, ser realistas y que los proyectos de ciencias sociales aporten a una comunidad específica para que eso sirva, posteriormente, a una institución o empresa para resolver cuestiones prácticas y aportar al conocimiento.
¿Cómo considera se deben abordar las denuncias de violencia de género en la Universidad?
La Academia se ha dado a sí misma una institucionalidad para eso. A través de comités de acogida de estas denuncias por un lado, que indagan y reúnen información, hace un informe y luego traspasa estos reportes a la rectoría que determina tribunales de disciplina o comités de ética. Todo está protocolizado y me parece bien el aporte de eso a estas inquietudes que pueden ser triestamentales. Ese es un camino correcto para erradicar cualquier tipo de acoso en ese sentido y construir una universidad como espacio seguro para estudiantes, funcionarios y académicos. Es una cuestión ética que es necesaria en la sociedad en general donde es más importante cada día abordar esto.
Respecto de la convivencia interna y los actos de violencia en el frontis de la Facultad, ¿qué observaciones puede realizar sobre una temática que preocupa a académicos, funcionarios y estudiantes?
Hay que partir con un diagnóstico que intenta interpretar y distinguir hechos de violencia de todo tipo: institucional, social, entre pares, sicológica y política. Esta última, se expresa en nuestra universidad con encapuchados, bombas molotov y enfrentamientos con carabineros. Es algo que hay que erradicar, pero eso no pasa por medios de control como cámaras o controles de identidad. Tal como está sucediendo en el Instituto Nacional donde se instaló la represión policial, guardias de buses de carabineros que sólo recrudece la situación. Yo pienso que hay que abordarlo desde su origen social y político, abordarlo triestamentalmente desde la institucionalidad con los Consejos de Escuela, de Facultad y el involucramiento de la autoridad académica. No me parece que la autoridad deba pasar por el lado de estos hechos. Tenemos que apuntar a una universidad que tenga en su centro la ética muy bien plantada. Contamos con un código de ética que llama a la disciplina, pero es necesario apuntar a un cambio de actitud, una nueva cultura. Pero, ¿quién fija eso?. La universidad a través de una discusión de todos sus actores sin excepción para que exista, por ejemplo, un Código de Honor en el estudiante que nos lleve a cambiar gradualmente la cultura. Pero sin afirmarnos solo de esa herramienta, sino de una cultura como indico. La violencia es algo que nos está destruyendo como universidad. Algo que pone en riesgo permanentemente a este proyecto.
Antes de ser decano se me interpeló personalmente desde el CSU a buscar soluciones ante esta problemática y era un trabajo en el que estábamos ya embarcados, pero mi política es esta: digo no a la represión, pero si a un debate interno sobre materias como, por ejemplo, acabar con el consumo de alcohol dentro de la universidad o, por lo menos, tener una medida en la que se permita sólo un día de la semana. El estudiante ahí puede hacer lo que desee, pero dentro de un marco de regularidad.
Puedes conocer más detalles, como la carta de presentación del candidato y su programa detallado, ingresando en este link