Comunidad académica recuerda a José Fernando García Soto [1943 – 2024]

Comunidad académica recuerda a José Fernando García Soto [1943 – 2024]

A los 81 años de edad falleció el filósofo, magíster en Ciencias Sociales FACSO y profesor titular de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, José Fernando García Soto. Formado en la Universidad de Chile, donde fue ayudante del filósofo Juan Rivano, ejerció también como docente en las Universidades de Buenos Aires y Rosario tras su exilio en dictadura. En la UAcademia también se desempeñó como director de la escuela de sociología y como presidente del directorio como evidencia de una reflexión permanente sobre la filosofía, la comunidad y la práctica.

Según sus pares, la obra del académico se caracterizó siempre por fomentar el debate en torno a la filosofía especulativa, la epistemología de las ciencias sociales, la teoría de la democracia y la teoría de la modernidad a lo largo de un extenso catálogo de publicaciones entre las que se cuentan “La racionalidad en política y en ciencias sociales”, “Ciencias humanas, post-Fundacionalismo y Post-representacionalismo”, “Hacia una razón situada” y “Las Prácticas como Apertura de Mundo”. Obras que fueron permanentemente dialogadas y conmemoradas, como durante la realización del reciente coloquio “Dualismo y modernidad”, en el que diversos referentes de las ciencias sociales se reunieron para compartir reflexiones en torno a la obra del filósofo en la UAcademia.

Entre ellos, destaca la jefa de la Licenciatura en Filosofía de la Universidad, Dra. Cecilia Sánchez, quien destaca hoy la panorámica mirada de José Fernando García en la disciplina filosófica, sociológica y como referente para decenas de generaciones de cientistas sociales. “Pasaba algo bien especial porque él era muy exigente con los cursos de primer año, pero ya en tercero y cuarto los/as estudiantes lo adoraban”, recuerda sobre la huella que dejó a partir de su gran exigencia académica.

El representó una rama de la filosofía que generaba conversaciones muy contingentes sobre la relación entre la filosofía política y la epistemología, área hacia la que su obra se inclinó tempranamente, declara Sánchez. “Durante su ejercicio en Argentina logró conectar la epistemología filosófica con las ciencias sociales cultivando una permanente fama de habbermasiano. Luego, esta salida al campo de las ciencias sociales agudizó este aporte de Fernando hasta sus últimas obras referidas a la razón situada y a hablar de prácticas en vez de profesiones, algo que sacó de Heidegger con quien compartía la idea de que los seres humanos somos prácticos antes que intelectuales y pensamos a partir de lo que hacemos”, agrega la académica.

También sus cercanos destacan la influencia del pensamiento de José Fernando García desde el ámbito filosófico al sociológico, espectro en el que unía puntos relevantes de discusión e interdisciplina. “Yo no definiría a Fernando ni como sociólogo ni como filósofo, sino como alguien dedicado a desmenuzar sistemáticamente el problema del conocimiento de lo social, es decir, un epistemólogo de las ciencias sociales. Cualquier malla curricular de sociología o antropología tiene al menos un curso sobre epistemología que, a menudo, está asociado a los cursos de métodos (cuantitativos y cualitativos). La epistemología sería una antesala a la investigación social como tal. Pero, en su forma de presentarla, no se trataba para él de “pasar” por la epistemología para rápidamente llegar a la producción de conocimiento sociológico. Se trataba de sostener una reflexión sobre la posibilidad del conocimiento en general, y del conocimiento sociológico en particular”, recuerda Cristian Montenegro, sociólogo titulado de la UAHC, Senior Research Fellow en la Universidad de Exeter, Reino Unido  y estudiante de García durante los años en que fue director de la Escuela de Sociología UAcademia.

Otro de los/as estudiantes que se formaron al alero de García, es el sociólogo Raúl Zarzuri, docente de la UAcademia de quien destaca como uno de sus grandes aportes la construcción de una reflexión filosófica sobre variados temas a partir del sujeto. “Temas que no estaban atados y se podían trabajar desde los diversos enfoques de la filosofía política y sus veredas opuestas. Esa capacidad estaba patente en todas sus obras y el gran conjunto de artículos que dan cuenta del perfil de librepensador que tuvo el profesor García”, señala Zarzuri, que volvió a encontrarse con García recurrentemente en posgrados de la Universidad de Chile, como director de la escuela de sociología y docente del Doctorado en Educación de la UAcademia.

Explica que otro de los valores de García fue su reconocida capacidad docente de integrar asuntos de la sociología en articulación con la filosofía. Espacio en el que hizo coincidir una matriz bastante interesante. “Destaco su agudeza y capacidad de entender los problemas sociales desde la filosofía como un muy buen pensador que no se ataba tanto a los convencionalismos de la reflexión teórica y podía transitar de un lado al otro de ambas disciplinas sin ubicarse necesariamente en una sola línea”, refiere.

En tanto el rector de la UAcademia, Álvaro Ramis define la trayectoria del profesor José Fernando García como una contribución sostenida a la lectura problematizadora de los “grandes temas” del pensamiento “en función de las tensiones y oscilaciones de la zona opaca en la que concurren la filosofía, las humanidades y las ciencias sociales; pero también de las claves locales de lectura en las que se despliega una razón asumida en sus coordenadas y apremios”. 

El primer director de la Escuela de Sociologia de la Universidad, Cristian Parker, dice que compartió con García como docente y como presidente del CERC pasando luego al directorio de la Academia que ambos terminarían liderando con el tiempo. “Recuerdo a Fernando García siempre colaborando de manera activa con el proyecto universitario desde donde estuviera. Fuimos abriendo camino a través de diferentes etapas o de crisis que pudimos sortear al contar no solo con un destacado profesional sino con todo el esfuerzo que hizo para construir una comunidad académica buscando alternativas al logocentrismo, plantea. 

La profesora Sánchez regresa sobre la idea de la gran marca dejada por el profesor García en muchos egresados de filosofía y las ciencias sociales de la UAcademia que reconocen haber conectado la teoría con aspectos concretos del mundo gracias a la clase del fallecido docente. “Muchos de estos profesionales que recuerdan a Fernando se titularon con temas interesantes sobre igualdad, el concepto de rebeldía, el existencialismo y otros temas derivados de su proveniencia desde lugares complejos y determinados por su fascinación con las humanidades, haber llevado la filosofía a campos concretos, haber conocido a Fernando García y haber estudiado en la Academia”, señala.

Lorena Zenteno, secretaria de la Escuela de Sociología y Trabajo Social de la Universidad, lamenta la partida del profesor García, pero recuerda con afecto y respeto el rigor del primer jefe que tuvo al llegar a la institución en 1995, dice. “Habituarme a su personalidad fue un gran aprendizaje. Era una persona muy enérgica, determinante, muy respetuoso, de mirada profunda y un hablar pausado que calmaba cualquier situación. Creo que con él aprendí el significado de un trato horizontal. Eso es algo importante que puedo rescatar de él”, señala. También recuerda el célebre “Grupo de los jueves” que lideraba el profesor García y que se reunía a filosofar y comentar libros. “Ahí se podía ver cuán admirado y respetado era don Fernando por los/as estudiantes y los/as demás profesores/as”, agrega Zenteno.

“Montenegro concluye que Fernando García, como profesional e investigador representa una forma de entender la vida académica que parece estar en retirada. Una donde la alta reflexión y la generosidad daban forma a debates que iban desde el salón, de oficina, los patios hasta una mesa del bar Rapa Nui en José Miguel Infante en que académicos, estudiantes y quien fuera convocado al grupo de los jueves, discutían diferentes libros de filosofía y epistemología”. “Esto rompía momentáneamente la barrera entre alumno y profesor poniéndonos a todos en situación compartida de aprendizaje frente a un texto. Yo no hubiese seguido la carrera de investigación y docencia que he seguido si no fuese por esa clase de formación. No sé si con la partida de Fernando eso se pierde. No lo creo. Porque para todos quienes vivimos eso, la idea de juntarse a conversar sobre un texto sigue siendo el ideal de trabajo académico, y eso sigue inspirando nuestra forma de enseñar y aprender, recuerda.

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