En recuerdo de Duncan Livingstone Primer Secretario General de la Academia
(*) Por José Bengoa
Don Dancan se le decía en la Academia. Especialmente Jorge Cisternas el más antiguo de los auxiliares de esta Universidad que conoció a Duncan Livingston desde que se inició la Academia a fines de los años setenta, ya hace muchos años. Su oficina, la oficina de la Academia, estaba en calle Catedral, a un lado de la Plaza de Armas, en un edificio que aún ahí sobrevive. Era un pequeño departamento u oficina en que se administraba lo poco que había en esos días iniciales. Duncan fue el primer Secretario General de esa institución de la que Enrique D´Etigny, ex Vice Rector de la Universidad de Chile y ex Decano de Ingeniería era el Director o Rector.
Duncan Livingston era de Viña del Mar. Gringo le decíamos cariñosamente ya que era colorín, pecoso y con una indudable cara de gringo. Después de la secundaria había partido al seminario queriendo ser cura. No llegó a ordenarse según entiendo. El Cardenal Silva Henríquez lo estimaba mucho y Duncan colaboraba con él en diversas actividades. Fue así que, cuando surgió la idea de una entidad que agrupara a los intelectuales que se (nos) habían quedado en Chile, Don Raúl, como se le decía cariñosamente, le pidió a Duncan que se hiciera cargo de la secretaría de esta nueva entidad. Era teólogo y una persona de la mayor confianza del Cardenal y de todos nosotros. Como se sabe, la idea era una suerte de Vicaría de la Solidaridad, pero de los intelectuales, académicos y personas que habían sido expulsadas de las Universidades de Chile y Católica. Ahí en ese puesto estuvo hasta que muchos años después la Academia se transformó en Universidad propiamente tal.
El año 1981 la Dictadura decretó la posibilidad de crear nuevas Universidades quitándole el derecho casi exclusivo que tenía el Estado en esta materia. Así se crearon numerosas entidades de acuerdo a las tendencias que había en el seno de la Dictadura: Universidad Central, Diego Portales, Mayor, y así muchas otras. Casi todas tenían como rectores a algún ex ministro de la dictadura y detrás a un consorcio bancario o comercial, cuando no alguna secta religiosa o no religiosa. Duncan con todos los que ya en ese momento estábamos en la Academia postuló a que se permitiera transformarse en Universidad. Se lo negó absolutamente. Recuerdo haber ido junto a Fernando Castillo, el ex Rector de la Universidad Católica que en ese momento estaba de también de Director de la Academia o algo así, a la ex embajada de Italia de calle del mismo nombre, ya que el Embajador había ofrecido ese enorme espacio para que se instalara la posible Universidad. Había sido un lugar de refugio de muchas personas perseguidas y además donde habían ocurrido situaciones horrorosas, como que a Lumi Videla la arrojaron desde la calle por sobre la muralla al jardín, ya asesinada. Pensábamos que podría ser un lugar cargado de memoria, pero no hubo permiso de ningún tipo y debimos continuar con nuestros cursos sin que fuesen reconocidos por el Estado. Hubo que esperar al Plebiscito del si y del no, y ahí por arte de magia llegó el permiso de transformarse en Universidad, ya eran las postrimerías de la Dictadura.
Duncan era una persona de muy buen carácter, siempre alegre, optimista y comunicaba a todas y todos su modo de ser. Irónico como buen gringo, a veces se reía de lo que hacíamos. En esos días fuimos formando centros de estudio que estaban acogidos a la Academia como un gran paraguas. Son los centros que aún siguen siendo parte del Directorio de la Universidad. Duncan era quien administraba los dineros que llegaban , que no eran muchos, y hacía que las cosas funcionaran. Había Centros de estudios y Círculos, que consistían en espacios de debate y discusión, muy importantes en esos años. En algún momento de los ochentas, casi toda la investigación social y también económica que hubo en Chile, se hacía en el marco de la Academia, lo que no es poco. Duncan tuvo la enorme virtud de no entrometerse en los temas que estabamos investigando y dejar una enorme libertad académica a todos y todas quienes allí se refugiaban. No fue lo mismo lamentablemente con otros miembros del directorio, especialmente el mal afamado Renato Poblete, que en una acción muy deleznable decidieron cerrar el Circulo de Estudios de la Mujer, primera agrupación feminista durante la Dictadura.
Duncan con el tiempo se fue retirando. Una parcela cerca de San Vicente de Tagua Tagua, fue su refugio. Tenía perros, naranjos y una vida apacible. Hace unos años le hicimos un homenaje en Condell y contó de su vida. Mucha gente lo quiso. Lo recordaremos.
(*) Historiador, licenciado en filosofía y profesor de la Escuela de Antropología UAHC