En su edición N°32 revista de la Academia dialoga con la transformación política y social del territorio latinoamericano
El número 32 de la Revista de la Academia, editada por el Instituto de Humanidades, recorre una pluralidad de temáticas relacionadas con la condición espacial, territorial y cultural de la vida social. “El territorio desde lo local”, define sobre la temática el economista y director del Instituto de Humanidades, Raúl González Meyer. El académico explica que las colaboraciones recibidas desde Brasil, Uruguay y Argentina, se suman a artículos de investigadores/as chilenos/as que pusieron sus énfasis en problemáticas territoriales locales y su relación con lo global, pero sin perder el foco en la realidad latinoamericana. “Particularmente se exploró la necesidad de observar cómo lo global influye en cuanto fenómenos locales, pero no solo reducido a un aspecto globalizador ya que los territorios locales tienen sus propios fenómenos propios y una relación compleja con lo global”, describe.
El profesor González diferencia estas controversias con las del el alma local, respecto de cambios que se forman en la historia y no son una construcción estática ni fija, pues van en dirección de las propias circunstancias que perfilan una identidad. “Es un gran tema que cruza los artículos de la Revista de la Academia esta temporada y que nos permite entender los territorios como construcción social. No es algo inherente a un espíritu de una tierra determinada, sino los fenómenos de construcción social, reitero que no en el sentido físico del relieve, sino del territorio como espacio donde tienen lugar las relaciones sociales, las ideas, la cultura o sus valores: un espacio sociocultural influido por las relaciones que existen en ese territorio”, explica. El profesor ejemplifica lo anterior señalando que un mismo territorio puede contener diversidad de conflictividades y actores empujando esas relaciones como ocurre en la Araucanía, el norte chileno y la cuestión de una frontera porosa o una capital donde convergen varias de estas mismas pugnas sociales a partir de la canalización de problemáticas colectivas e individuales.
“Generalmente estas conflictividades también siguen un patrón común en la región, y de eso dan cuenta los autores que se refieren en sus artículos a cómo muchos lugares de América Latina son explotados por grandes empresas generando tensiones y grandes efectos negativos en la forma de desigualdad o zonas de sacrificio. Común a esto, es también el hecho de que se despierta la capacidad de organización de las colectividades y sus propuestas de respuesta desde el territorio”, dice el economista.
Un potencial invisibilizado
Aunque son fenómenos distintos, esta respuesta directa de los pueblos a la intervención que indica González y el proceso constituyente que Chile lleva adelante, corren por direcciones similares. “Creo que lo que emane desde esta Convención Constituyente puede consagrar una democracia más participativa que de un mayor espacio a las organizaciones locales y a sus actores para ser más autónomos en sus territorios. Lo mismo, se podrían definir roles más importantes para el aparato institucional local, mayores atribuciones para sus mecanismos municipales que fortalezca el deseo de protagonismo y la voluntad en los niveles regionales locales para la toma de decisiones”, agrega.
Finalmente Raúl González destaca artículos que contemplan el análisis del impacto de los roles de género en estos territorios y de las economías sociales solidarias dentro de ellos. Variables de relación directa si se considera que los liderazgos femeninos y su rol (muchas veces invisibilizado) dentro de la comunidad, es un componente fundamental de sus economías. “Estas lideresas suelen ser un capital social para las propias organizaciones sociales ante problemáticas sociales. Constituyen un componente esencial de la vida local y las potencialidades de participación que van mucho más allá de la economía doméstica donde han cumplido un rol fundamental, pero recluidas al espacio doméstico por una cierta opresión de género”, plantea el docente, para quien también en un plano cultural y social se ha ignorado el potencial de prácticas de economía solidaria como los huertos urbanos, las ollas comunes, los talleres colectivos y otras iniciativas del plano productivo comunitario mercantil y no mercantil.
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