Encuentro sobre educación superior y los 50 años del golpe pone en valor el rol de las universidades en recuperación del sentido educativo
El encuentro “A 50 años del golpe de Estado: reflexiones en torno a la educación superior y el quiebre de la democracia”, organizado por la Subsecretaría de Educación Superior y la Universidad de Santiago convocó en esta institución a diversos representantes de la educación superior, técnica superior, autoridades de gobierno y líderes estudiantiles para reflexionar sobre el hito del golpe militar y su impacto en la historia del último medio siglo del devenir de las universidades chilenas y sus comunidades.
En el encuentro, el Ministro de Educación, Nicolás Cataldo abordó el papel que el sistema de educación superior tiene para contribuir a la no repetición de las violaciones a los derechos humanos, cuidar la democracia y proyectarse hacia el futuro. En tanto, el Subsecretario de Educación, Victor Orellana destacó el valor de la juventud chilena y de las universidades en la creación en una reforma cultural, social y política que sentó importantes bases para conformar unidad posterior al golpe militar.
Pedro Palominos, el prorrector de la Universidad de Santiago, anfitriona del encuentro, analizó la “falla sistémica” en que ha caído la educación en derechos humanos dentro de la educación secundaria y la implicancia de esto en la conciencia cívica, la participación política y la repetición de patrones del pasado entre otros actos de negacionismo, dijo en la ocasión en que también se presentó un panel de discusión en el que participaron el rector del Instituto Profesional Arcos, José Sanfuentes; la diputada del distrito 10, Emilia Schneider; la vocera CONFECH Sabina Orellana y el rector de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Álvaro Ramis.
Los intervinientes de la mesa de conversación se refirieron a cómo pensar la producción de conocimiento con las lecciones de los 50 años del golpe militar como insumo y qué rol tienen los planteles universitarios en la transformación de la educación en este contexto. El rector Álvaro Ramis recordó los períodos más aciagos posteriores al golpe militar: la persecución contra académicos/as, autoridades y estudiantes en espacios otrora dedicados a la formación y donde ya se habían logrado importantes avances que quedaron truncados con el golpe militar y la intervención e infiltración dentro de las universidades. La época dio paso a un modelo de educación neoliberal con objetivos diferentes al desarrollo nacional. “Como efecto de la dictadura, las universidades perdieron 20 años en el desarrollo de diversas disciplinas del pensamiento científico. En dictadura ni siquiera fue posible el desarrollo científico, porque el método científico mismo exige la libertad como condición básica de la evaluación de pares en un proceso en el que, al menos, se pueda discrepar”, planteó Ramis.
En ese contexto, agregó que el trabajo de protección de las ciencias sociales por parte de la Academia puede compararse con el “Arca de Noé” que recibió a diversos/as pensadores/as de las humanidades, las artes y las ciencias. “Todas personas orientadas al desarrollo del pensamiento crítico como principal aporte de parte de quienes pudieron permanecer en el país y quienes sufrieron el exilio como uno de los golpes más fuertes que pudo dar la dictadura que fue el exilio”
Sabina Orellana, de la CONFECH, lamentó la manera en que las confianzas se quebraron al interior del cuerpo de académicos, estudiantes y funcionarios de las universidades de Chile tras la intervención militar de los campus, produciéndose delaciones, tortura, exilio y la muerte como consecuencia. Por su parte, la diputada Emilia Schneider, recordó también su rol como líder estudiantil y, a su vez, cómo el Estado fue paulatinamente convirtiéndose en un espectador pasivo de la pérdida de valores académicos pasando de ser un sistema mixto de educación -confesional y estatal- a un modelo de mercado modulado por intereses privados de gran peso hasta hoy.
El rector del Instituto Profesional Arcos, José Sanfuentes, reflexionó sobre el papel de la educación técnico profesional vinculada al arte. En particular cómo la dictadura se ensañó con el perfil de jóvenes estudiantes de esta área. “La represión fue brutal y un castigo a la osadía de buscar más democracia y libertad. Pero los seres humanos estamos siendo permanentemente empujados al futuro impulsados por las narrativas personales de la historia. Esto explicaría posturas irreconciliables, pero también la posibilidad de tender sentidos de humanidad y diálogo, dijo.
Ramis regresó sobre esta idea y planteó que “Poder hacer memoria hoy sobre estos aspectos es poner en contexto cómo la pérdida de un importante sector del desarrollo del conocimiento científico y tecnológico impactó en la capacidad de poder instalar un proyecto de educación superior con la calidad que se merecía. Hoy contamos con un sistema de educación superior muy diferente al de hace 50 años. Uno más maduro, que amplía la cobertura a niveles importantes, que ha creado legitimidades en la generación de conocimiento y gestión”, reiteró el rector Ramis agregando que, dentro de los temas pendientes para la educación universitaria y técnica superior es necesario releer a referentes como el primer rector de la USACH, Enrique Kirberg o Fernando Castillo Velasco, primer rector de la Universidad Católica, entre otros que se han ido perdiendo a lo largo de nuevos procesos e indicadores propios de la gestión modernizadora “olvidando, a veces, espacios importantes de la formación humana. Es posible ir creando cosmovisiones sustantivas que sean ofertadas en la propuesta educativa de la educación superior creando consensos políticos amplios”, señaló.
El cierre de la actividad contó con una romería al Memorial de la Dignidad de la casa de estudios y las palabras de la presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos (AFEP), Alicia Lira Matus quien reiteró la necesidad de alcanzar verdad, justicia y reparación en tiempos en que el discurso de quienes apoyaron las atrocidades cometidas por el gobierno militar viven el auge de declaraciones negacionistas y una reivindicación de los crímenes de la dictadura y la extrema derecha.