Fallecido a los 27 años_Compañeros, docentes y funcionarios recuerdan al ex estudiante de danza Aníbal Huerta

Fallecido a los 27 años_Compañeros, docentes y funcionarios recuerdan al ex estudiante de danza Aníbal Huerta


Desde niño, el ex estudiante de danza de la UAHC, Aníbal Huerta (1991-2019) demostró talento para la danza. Su familia cuenta que regularmente ganaba competencias de cueca, baile folclórico y siempre participaba de los actos del colegio. Lo describen como dueño de un espíritu social que lo acompañó a lo largo de sus 27 años de vida y que dejó una sensación de gratitud y alegría entre sus pares antes que un sentimiento de pérdida. Su hermana Marcia lo recuerda como “el alma de la fiesta”, funcionarios de la universidad, como un alma sensible y de “saludo diario”. Por su parte, ex compañeros de “El Flaco” –como lo llamaban-  destacan su humor, su visión peculiar de las cosas o su energía pacífica capaz de cambiar el entorno.

Aníbal Ariel Huerta Pávez, falleció el pasado mes de febrero. Sindicatos de danza, ex compañeros de la carrera de danza de la Academia y de los colectivos artísticos en que participó dieron cuenta en redes sociales de su pronta partida. También funcionarios de la universidad que lo conocieron. Uno de los porteros del edificio de la rectoría, Pedro Moya, coincidió con Aníbal en la Escuela de Artes. Dice recordarlo bien y lamentar siempre la pérdida de una persona tan joven.

“El Aníbal transmitía una gran dignidad. Recuerdo que era muy educado para expresarse y que era muy apasionado de lo que hacía. Y el hacía muchas cosas ligadas al arte y la danza dentro y fuera de la Academia. Me hablaba de hacer clases en colegios, de lo mucho que le gustaba la cosa circense y era muy sociable con nosotros los funcionarios. Era un joven de saludo diario”, señala don Pedro quien posteó uno de los numerosos mensajes que despidieron a “El Flaco” en Facebook.

Cuando se va alguien tan joven como él, siempre queda un vacío en el mundo. En este caso, un vacío que se sentirá en la danza y sus compañeros de Huérfanos, yo creo, porque él seguía presente aún después de dejar la carrera. Estaba muy ligado a actividades externas y otras intervenciones en un grupo artístico en el que participaba”, agrega el funcionario. “Otra cosa importante es que algunos pocos cabros como él comunicaban una cosa muy de la vieja escuela de danza: más cercana a la base del árbol de la danza de don Patricio Bunster que a sus ramas”, destaca.

“Un pajarito de alas muy grandes”

Entre esos compañeros y colegas está el docente y coreógrafo Joel Insunza que conoció a Aníbal como estudiante de la Escuela de Danza y posteriormente en el Programa PULSO en la ciudad de Valdivia. Insunza describe al joven como alguien siempre dispuesto positivamente al trabajo y el esfuerzo. “Recuerdo a Aníbal como un chico muy respetuoso, de silueta delgada y curiosos ojos negros que se entremezclaban con la danza y una sensibilidad muy particular. Era de pocas palabras, pero de acciones investigativas, propositivas y visuales muy interesantes. Lo incentivé en algunas pequeñas conversaciones hacia la creación, en sus diversas maneras estilos o posibilidades, no sólo desde lo coreográfico sino desde lo visual como recurso expresivo”, señala.

“Recordarlo, también es traer su figura marcada de valores presentes en la formación universitaria, sin perder la sencillez, calidez, respeto y, por sobre todo, de ser y hacer no sólo artistas sino humanos para modificar el mundo. Creo que Aníbal, modificó no sólo su entorno, sino en cada contacto y cercanía con otros, guardarán el preciado humano que conocimos”.

En tanto, Dalton San Martín, recuerda el amor que Aníbal sentía por la disciplina circense. En particular el trapecio y las telas, dos temáticas que lo acercaron al movimiento y desde ahí a la danza y a la universidad, cree. “A él le gustaba mucho todo lo que fuera contemporáneo e interdisciplinario. Todo lo que tuviera que ver con estar cabeza abajo en esto”, se ríe. Identifica también una visión innovadora y particular del mundo con la que Huerta influía en sus cercanos.

“A mí me enseñó a ver la vida de revés y no solo para el frente o para abajo. Creo que quienes lo conocimos lo recordaremos así, como un pajarito de alas muy grandes”, agrega. Prefiere recordarlo en tiempo presente. “Creo que hasta hoy existe mucho amor en su corazón. Se preocupaba mucho de la gente de su entorno. Yo lo recordaré cada vez que haga frío, cuando llueva o pise hojas secas. Cada vez que camine por calle Huérfanos o el puente de Santa Ana”.

Un agente de cambio

El decano de la Facultad de Artes, Marcelo Nilo, perfila al ex alumno como el joven artista que se acoge al proyecto de la Academia dueño de inquietudes sociales y artísticas relevantes para el cambio. “En ese sentido, Aníbal no fue la excepción. Durante el tiempo que permaneció con nosotros fue una persona muy preocupada por los demás. Estamos muy conmocionados por su muerte. Permanentemente nos estaban llegando noticias del trabajo independiente que él realizaba en diversos lugares. Siempre será una tremenda pena que un chico tan joven fallezca”, señala la autoridad.

Aníbal desarrollaba, con rigor, diversas disciplinas artísticas y circenses. Era un cotizado modelo de sesiones de dibujo y pintura junto a algunas compañeras. Uno de esos retratos acompañó su velorio y varios de estos autores compilan hoy los mejores bosquejos de Aníbal como modelo para tributarlo. Fue guía turístico en la iniciativa La Bicicleta Verde (que lleva a los turistas a pedalear por atractivos urbanos o por viñas centenarias como Cousiño Macul) y era un habitual de las convenciones de circo en Isla de Maipo.

“Creo que Aníbal falleció muy joven, pero después de aprovechar cada oportunidad que la vida la planteó”, cree su hermana Marcia Huerta. “Para mí siempre fue el alma de la fiesta. Nos dejó una gran enseñanza que hemos conversado en familia. Siempre se le vio alegre, motivado para hacer mil cosas. Él nos decía siempre que la vida había que vivirla ahora porque no sabíamos lo que iba a pasar mañana. En ese sentido, el siempre siguió esa emoción viajó mucho al extranjero, bailó, aprendió y enseñó mucho también en esos 27 años. Como familia tratamos de apoyarlo en lo que quiso hacer y eso nos deja muy tranquilos por verlo desarrollarse”. Señala.