(*) Por Claudia Burgueño
Columna publicada en El Pensador
El gobierno francés decidió recientemente prohibir los pronombres inclusivos en sus escuelas por considerar que «dificultan el aprendizaje». En el mismo ámbito, en España, el partido ultraderechista VOX ha insistido en que su uso en documentos oficiales entorpece el funcionamiento de la administración pública. Argentina impulsó también una política inédita en América Latina que incorpora la perspectiva de género en las exigencias para obtener una licencia de conducir y, en nuestro país, la Unidad de Género del Ministerio de Educación publicó en 2017 un Manual de lenguaje inclusivo que expone formas de sustitución del genérico universal masculino y alternativas para evitar diversas formas de discriminación.
Sobre el futuro de la implementación de este tipo de lenguaje, debemos considerar que todo cambio lingüístico y nuevos significados de palabras a lo largo del desarrollo de lenguas siempre ha ocurrido de manera natural y nunca de manera impuesta o prohibida por algún grupo. En tal sentido, las políticas a favor del lenguaje inclusivo o su prohibición como en el caso francés, seguirán un curso inevitable.
Es probable que el lenguaje inclusivo se consolide de acuerdo a su propio uso, pero la historia nos ha mostrado que cualquier cambio de este tipo ocurrirá de manera orgánica. Somos los usuarios del lenguaje quienes decidimos el convertir estas nuevas reglas en hábitos o no.
(*) Profesora de Castellano y Dra. en Lingüistica. Jefa de la Licenciatura en Lengua y Literatura UAHC.