Por Tomás Moulián
Columna publicada en blog La voz de los que sobran
El viernes 25 de septiembre empezó a proyectarse la franja de las opciones apruebo y rechazo para el plebiscito del 25 de octubre del 2020. Se trata de franjas de carácter político, en las cuales, por tanto, se podrán plantear cuestiones en que algunos no estemos de acuerdo.
Además, por su carácter, ellas están sometidas a la libertad de expresión. Lo que se diga, aunque sea muy aberrante, se tiene todo el derecho de decirlo. Pero así como se tiene el derecho de decirlo, se tiene también el derecho de comentarlo, aunque sea críticamente.
En la franja del rechazo del primer día de transmisiones apareció en escena un evangélico quien declaró que los que votarán apruebo se irían directamente al infierno. Esa opinión, al ser transmitida por la franja del rechazo, fue aceptada como legítima por los que la elaboraron. Ello ocurre aunque la declaración es, por lo menos, insólita. Los que la transmitieron en la franja se sienten con derecho a decidir sobre la voluntad de dios. Lo hacen enviando al infierno a los que voten apruebo y, por lo mismo, mandando al cielo a los que voten rechazo.
Evidentemente esta pretensión significa una vuelta atrás, hacia los tiempos en que los católicos decidían los castigos y los premios eternos. En todo caso creo que es la primera vez que un evangélico cae en este juego. Es de esperar que salga algún pastor comentando críticamente la declaración. Es totalmente absurdo meter a la religión en la discusión constitucional. Se trata de opciones políticas, que tienen -por tanto- un carácter absolutamente terrenal.
Sobre ellas se puede estar de acuerdo o en desacuerdo, pero constituye un despropósito usar la religión, para defender o atacar una u otra postura. La discusión se debe realizar a base de argumentos sobre la legitimidad o ilegitimidad de la constitución del 80 o sobre su carácter contemporáneo o extemporáneo. En ese debate, que tiene un carácter histórico y político, el cielo y el infierno no tienen cabida. Por eso es muy grave que los que toman decisiones sobre la franja del rechazo hayan aceptado la mención religiosa.
(*) Sociólogo, docente Escuela de Sociología UAHC. Premio Nacional de Humanidades y Cs. Sociales