Hacia la construcción de una democracia Cultural
Cultura Viva Comunitaria en Chile: Hacia la construcción de una democracia Cultural
Por José Luis Olivari*
En períodos de profundos y contradictorios cambios sociales, políticos y culturales, como los que ha exhibido Chile durante gran parte de su historia moderna hasta hoy, múltiples expresiones, soportes, lenguajes y formas de producción y distribución expresivo-comunicativos han acompañado, registrado o simbolizado los procesos de conformación de actores, identidades y proyectos colectivos de orientación democrático- participativa de la vida social.
Sin ir más lejos, en los años 70, la actividad de educación y producción cultural, artística y comunicativa, como la prensa escrita y radial, el teatro, el folclor, el rock, la gráfica, la plástica mural o callejera, la literatura, el video, se hicieron comunes tanto en poblaciones populares urbanas como en asociaciones profesionales, gremiales y estudiantiles.
Dicha actividad surgió como reacción a la clausura de la libertades civiles y de expresión pública, a la clausura del espacio comunicativo y deliberativo público, a la aguda desarticulación y control de la sociabilidad y asociatividad del mundo social de base, a la indefensión de los derechos sociales y humanos básicos por parte del Estado, y a las movilizaciones por la recuperación de la democracia política. En este sentido, las disciplinas expresivo-artísticas y comunicativas desarrolladas por el mundo profesional y no profesional de base sirvieron a variadas necesidades del momento:
– Reaglutinar colectivos sociales en torno a una actividad, en un comienzo, no directamente reprimible por las agencias de seguridad del Régimen Militar
– Mantener lazos y vínculos sociales primarios de confianza y sociabilidad
– Establecer correas de transmisión de información y de la experiencia social, política y estética acumulada en el período pre-73
– Formar redes de solidaridad con las numerosas víctimas de la represión militar y policial
– Mantener viva la memoria e identidad histórica de individuos, prácticas, oficios, agrupaciones y movimientos sociales, literalmente exterminados física social o simbólicamente de la vida colectiva
– Dar cuenta de la realidad social y cultural popular silenciada en los medios masivos de comunicación
– Convocar y animar las movilizaciones y campañas de retorno pacífico a la democracia.
Satisfacer estas funciones tan variadas e inéditas supuso apropiarse y recomponer de hecho la praxis de la expresión artística, comunicativa y simbólica, nutriéndose de -y nutriendo a su vez a- otras disciplinas que, como la educación, la historia, las humanidades, las ciencias y el trabajo social, crecientemente la han incorporado o a su registro e interpretación crítica o a su acervo teórico-metodológico de intervención social.
En la construcción de este nuevo campo transdisciplinario ha emergido una corriente que hace de los procesos de producción / circulación expresivo-comunicativo-estéticos –y no sólo la “obra” como producto final, definitivo y autosustentado en al institucionalidad de su propia disciplina- un vehículo de recomposición de vínculos cohesivos y solidarios en una población disgregada; la construcción de experiencias asociativas participativas; la rehabilitación de traumatismos individuales y sociales, el desarrollo de espacios colectivos aptos a la auto-reflexión, la recuperación histórica intersubjetiva –tal como los sucesos son vividos por los protagonistas–, el cuestionamiento de identidades sociales exteriormente inducidas y de experiencias de vida colectivas indeseadas; y también, la convocación y animación de campañas de movilización social y política, donde “la cultura” está vista como el ámbito de expresiones, quehaceres y sentimientos y conductas que invade todas las esferas de la vida de un territorio poblacional.
Así las cosas, la idea de una democracia cultural vuelve una vez más a cobrar fuerza hoy en día, y tiene que ver con incrementar la participación de los habitantes de vastos sectores poblaciones de Chile, impulsando procesos culturales de re-conocimiento de su identidad e historia local generacional.
Tal acción colectiva re-sitúa el concepto de cultura e intenta democratizar más las actividades que las obras, más la participación en el proceso que en el consumo del producto, prestando mayor atención a las demandas expresivas y a las necesidades culturales que a la oferta artística del mercado.
Puesto que en nuestro país coexisten una pluralidad de subculturas y que solamente en la medida que esa heterogeneidad sea reconocida y potenciada en toda su riqueza expresivo cultural, en buenas cuentas el levantamiento de otra manera de percibir las relaciones entre seres humanos con los recursos naturales, tecnológicos y económicos. Con ello se estarán sentando las bases para el levantamiento de un nuevo paradigma cultural de cambio de sentido de vida en la población y donde el movimiento creador de cada persona pueda expresarse plenamente.
De esta manera, se provoca un doble movimiento simultáneo en las disciplinas involucradas. Por una parte, la práctica de la intervención social y educativa, y de la acción colectiva con fines públicos se subjetivizan y estetizan, concientes de los límites racional-instrumentales que las dominaron por largo tiempo. De otro, las obras artísticas se politizan y socializan no sólo en cuanto a sus motivos o temáticas explícitas, sino también a sus formas de producción y circulación. Las cuales recogen y abordan las tensiones y condicionamientos de su propio contexto y propósitos de creación. De allí que, por ejemplo:
– Ante la falta de medios y recursos de producción, se opta por materiales y soportes mínimos, “pobres”, baratos, desechables, efímeros, precarios, plebeyos. Entre ellos destaca el redescubrimiento de los lenguajes performativos, aquellos que hacen de lo más próximo y vulnerable –el propio cuerpo– el soporte de la acción socio-cultural / creación artística.
– Ante la falta de medios y recursos de circulación, se opta por el uso de espacios y ocasiones inusuales de recepción, espacios reales, cotidianos, no institucionalmente consagrados al “arte” o el “conocimiento”.
– Ante la ausencia de vínculos y espacios de inclusión social, se opta por una producción colectiva, participativa, dialógica, “modular” que da pie a la incorporación de cultores “híbridos”: informales, no ilustrados, no especializados, sin estudios formales –incluyendo al público- junto a los de formación universitaria o dedicación profesional.
Una vez redescubiertas, la práctica persistente de estas opciones ha ido dando origen a una base más o menos sistematizada de conocimientos, dispositivos metodológicos y herramientas técnicas que podríamos llamar de intervención socio-cultura-artística de espacios sociales, institucionales y/o territoriales. Como conjunto articulado, ellas sustentan un modo de producción – recepción activa que conecta la recuperación y actualización de géneros y formatos expresivo-comunicativos populares que, a su vez, remiten al mestizaje entre la tradición meso, andino y austral-americana precolombina y la colonial/postcolonial con procesos de “animación socio-cultural”.
A diferencia de la disciplina desarrollada en Europa post Guerra Mundial, cuyo énfasis se sitúa en la gestión cultural institucional –pública y/o de mercado– y en el fomento a una massmediatizada sociabilidad de “tiempo libre”, en este caso se pone el acento en la interrogación identitaria, la constitución, visibilización y articulación simbólica de actores y proyectos sociales de sello democratizador de la vida colectiva presente.
Dicha acumulación de conocimientos y prácticas expresivas colectivas también está generando un nuevo tipo de agente de producción simbólica, caracterizado por su polifuncionalidad y trans-disciplinariedad: al mismo tiempo, artista, educador, memorista-analista, líder social o comunitario y activista pro-derechos ciudadanos. Por tanto, reforzar y retroalimentar los conocimientos, competencias y destrezas de este agente se orienta hacia la acción colectivo – cultural de gestión y animación comunitaria en Chile.
Específicamente, dichos conocimientos y competencias se resumen en:
– La elaboración colectiva de un marco teórico (político-cultural) comprensivo del estado actual y desafíos de la acción colectiva prodemocrática en Chile, que oriente estratégicamente el diseño de intervenciones socio-culturales y la creación de producciones artísticas participativas al interior de organizaciones sociales o comunidades locales de base.
– El conocimiento y aplicación de diversos fundamentos, enfoques, metodologías y técnicas que integran el campo contemporáneo de la Animación Comunitaria.
– La elaboración colectiva de instrumentos activo-participativos de animación socio-cultural y la creación colectiva de intervenciones performativas en múltiples lenguajes expresivo-comunicativos presenciales.
– El diseño, realización y evaluación de estrategias, planes y productos de intervención socio-cultural y artística, en y con organizaciones sociales o comunidades locales de base.
Es así como nuestro propósito central como Colectivo Cultura Viva Comunitaria. Plataforma Chile busca abrir un espacio sistemático de reflexión y sistematización teórica, de creación y aplicación metodológica, de entrenamiento y experimentación expresivo-comunicativa de un emergente campo pluridisciplinario en el que confluyen:
La educación no formal, la historia social y cultural, el trabajo social, la gestión y producción cultural para el espacio local, las artes performativas (teatro, danza, música, literatura oral, intervención plástica de espacios y cuerpos físicos) y la investigación social y cultural aplicada.
– Contribuir a recuperar, sintetizar y actualizar nuevas prácticas socio-culturales y expresivo-estéticas potenciadotas/interrogadoras/registradoras de la acción colectiva pro-ciudadana en territorios y organizaciones sociales contemporáneas.
– Entregar elementos teórico-metodológicos que explican las condiciones actuales de loqueo y oportunidad para el fortalecimiento de la acción colectiva y la asociatividad ciudadana en Chile y orientan procesos de intervención socio-cultural-estética en este campo. Esto es la reanimación y la vuelta a la vida colectiva de personas y grupos sociales y culturales.
– Ofrecer un espacio de entrenamiento y creación expresivo-comunicativo-artística en diversos lenguajes preformativos participativos que contribuyan a reflejar/ promover procesos de promoción y fortalecimiento de la acción colectiva pro- ciudadana
– Ofrecer un espacio de trabajo de campo asistido académicamente (intervención socio-cultural-artística) orientado a la aplicación creativa de las estrategias, métodos y técnicas debatidas y puestas en común en los dos ejes anteriores en un territorio y asociaciones de base específicas — a seleccionar.
Nuestra reflexión esta dirigida a interesados en ofrecer o potenciar un aporte especializado al fortalecimiento de asociaciones ciudadanas y programas artísticos-culturales de base. Específicamente:
– Estudiantes de últimos años, egresados y profesionales de: ciencias sociales, trabajo social, humanidades, historia, educación, comunicaciones y artes
– Profesionales de instituciones privadas y públicas de promoción y desarrollo social y cultural
– Educadores populares, promotores culturales y líderes sociales o comunitarios de base, que cuenten con licencia de Educación Media y algunos estudios de educación superior
– Dirigentes y miembros de organizaciones culturales de base.
La metodología de una propuesta de dichas características está basada en el desarrollo de capacidades cognitivas, motrices y emotivas con fines expresivos y sociales de los alumnos conforme, a lo largo de un ciclo de formación de mediana duración, que van desde los tres a los 6 meses. Se define como una acción colectiva territorial, en la cual el proceso pedagógico artístico cultural es intensivo, acumulativo, pluridisciplinario y flexible de acuerdo a los intereses y motivaciones de los alumnos y los otros actores involucrados en el proceso de aprendizaje (miembros de organizaciones y comunidades locales). Se sustenta sobre el desarrollo de competencias comprensivas de conceptos, modelos y enfoques de teoría política, cultural y animación sociocultural aplicada. La metodología de trabajo serán clases expositivas, foro-paneles con expertos invitados y seminarios de discusión bibliográfica en base a grupos de estudio asistidos por un tutor académico.
Incorpora además un trabajo práctico de indagación y experimentación de expresión/comunicación integrada, donde se enfatiza la participación propositiva, asociada y colaborativa entre participantes de distintas disciplinas de origen y niveles de experiencia en el campo de interés.
Y finalmente pone énfasis en el trabajo de aplicación, transferencia a terceros y retroalimentación práctica de los conocimientos, competencias y destrezas, individuales y colectivas, desarrolladas por los participantes tanto en el aula como en el laboratorio. En este caso, en contacto con una comunidad local y organizaciones sociales existentes, por determinar.
En los comienzos de este nuevo siglo de nuestra historia nacional lo que se abre para la Cultura Viva Comunitaria es el como impulsar procesos culturales de reconocimiento / y o de recuperación de identidad e historial local, vecinal e incluso generacional, por sectores , genero o etnias, realizados a través de una sucesión de acciones educativo – culturales, encuentros, talleres, productos que rompan el ritmo normal de la vida social común y provean a sus miembros de puntos de conexión mutuos, anticipando el grado de cohesión a que puede recurrir la comunidad para cualquier propósito que se plantee con posterioridad. Un ejemplo es el emergente que se nos plantea en la relación que tiene el turismo regional local con la gestión y potenciación de producción y expresión viva de sus habitantes.
Es frente a esta ausencia y a las que hemos planteado anteriormente, donde se definirá con mayor fuerza la demanda por una acción cultural colectiva y sostenida en el período histórico que se nos abre.
* Docente Escuela de Teatro Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Miembro de Colectivo Cultura Viva Comunitaria Plataforma Chile