Junto a expertos del Lamont-Doherty Earth Observatory_Profesora Andrea Seelenfreund participa de estudio internacional sobre efectos del cambio climático en Rapa Nui
Durante el mes de marzo la arqueóloga, Andrea Seelenfreund de la Escuela de Antropología de nuestra Universidad, junto a los investigadores en paleoclima del Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia (Dr. William D’Andrea, Dr. Raymond Bradley de la Universidad de Massachusetts y el Dr. Nicholas Balascio del College of William & Mary del Estado de Virginia), trabajaron en los humedales de Isla de Pascua, tomando muestras de sedimentos lacustres.
El cambio climático es uno de los temas de mayor relevancia hoy en día para las disciplinas científicas. En todas partes del mundo se están analizando las consecuencias de un fenómeno que avanza con velocidad respecto a las posibilidades de investigación.
En tal sentido, el objetivo de esta investigación es reconstruir el clima de la isla y del Pacífico sur- oriental de los últimos diez mil años a partir de las muestras de sedimento de los humedales ubicados en los principales volcanes, Rano Raraku, Rano Kau y Rano Aroi. Además se busca recuperar y analizar el antiguo ADN conservado en los depósitos del lago para aportar en la reconstrucción de la historia de la colonización humana de la isla.
“Los datos obtenidos permitirán comprender mejor el clima que experimentaron los primeros pobladores de Rapa Nui y cómo los cambios climáticos naturales pudieron haber afectado sus vidas. Espera, además, reconstruir los patrones de lluvia del pasado y ubicar estas observaciones en un contexto global mayor para determinar cómo el clima de Rapa Nui responde a los cambios en otras partes del mundo”, señala la profesora Seelenfreund.
Ello permitirá predecir cambios en el clima de Rapa Nui y con ello la disponibilidad de agua en el futuro y aportando de esta manera en la planificación de los recursos en Rapa Nui. Aparentemente en esta carrera contra el cambio climático parece ser más efectivo el cambio de hábitos de la población que esperar que las naciones industriales se pongan de acuerdo. De hecho, hace pocas semanas el New York Times publicó un colorido artículo que fue replicado a nivel mundial en el que se alertaba sobre cómo las marejadas están destruyendo sitios arqueológicos que son el sustento turístico de Isla de Pascua. Algo que si bien es cierto, no acierta con las prioridades insulares, cree la antropóloga.
“El problema más real y complejo de Rapa Nui es el del agua. Algo que afecta a la economía de la isla, pero también a la subsistencia básica de los isleños, es decir un asunto mucho más fundamental porque, claro, sin agua no hay turismo, pero tampoco hay vida”, señala sobre el principal insumo líquido de la isla que, por estos días, es el agua de pozos subterráneos y el agua embotellada que viene del continente.
“Pero si comparas el agua que actualmente hay en la isla con la de hace dos veranos atrás, la encontrarás más salobre. La gente está prefiriendo tomar agua embotellada, lo cual implica toda una cadena a la que sigue el tema del reciclaje y la basura. Creo que no se está considerando este problema en su realidad”, insiste Seelenfreund.
Lecciones desde la isla
Sin embargo, este tipo de investigaciones son un camino necesario antes de empezar a pensar en la catástrofe o en que no hay nada que hacer. Para encontrar esas respuestas existe la ciencia, la investigación y también otro factor importante: la cultura de los isleños, propone la académica. De hecho el estudio de los testigos de sedimentos de los humedales es un proyecto en el que colaboran en terreno la Comunidad Indígena Ma’u Henua, CONAF, la Secretaría Técnica de Patrimonio de Isla de Pascua, la Comisión Asesora de Monumentos (CAM), el SAG y el hotel Hanga Roa.
–¿En qué políticas públicas cree usted que pueden convertirse los resultados de este tipo de estudios?
–Creo que el aspecto fundamental es el del manejo de recursos de agua en la isla a través de éstas políticas públicas. Esto en términos de enfrentar el cambio climático en general que es algo que tiene que ver con la forma en que abordamos desde hoy una posible sequía como la que asola hoy a Sudáfrica, por ejemplo. Es muy importante comenzar a informarnos, estudiar y prepararnos ante este tipo de sequías que son recurrentes, sobre todo en un escenario de recursos limitados como la Isla de Pascua.
Este fenómeno no tiene que ver solamente con un aspecto ambiental o natural, sino con el principal activo de la isla que es el turismo. Cada verano llegan dos vuelos diarios, es decir unas 800 personas nuevas cada día… calculemos la cantidad de agua que requiere la hotelería para el consumo de agua de esas duchas de turistas, el lavado de toallas y sábanas, etc. El turismo requiere mucha agua, un recurso escaso en la isla. Este tema no se ha abordado de una manera racional.
-A nivel cultural, ¿Qué propuestas más abarcables existen a corto plazo?
-El primer paso es enfrentar que hay un problema. Después vemos como lo resolvemos, pero en el camino la solución más sensata va por el aprovechamiento de las aguas lluvias, la implementación de plantas desalinizadoras y optimizar el uso que ya se hace del agua potable que existe en la isla. No se ha llegado aún al nivel de lo que pasa en Ciudad del Cabo donde la racionalización ha llevado a que los turistas cuenten con un máximo de 50 litros diarios para su consumo. Duchas incluidas.
Es decir, vas a un hotel 5 estrellas y te ponen un tambor con agua, algo insólito. Imagínate qué queda para los habitantes marginados. A nivel país, continental, no sólo en la isla, es urgente trabajar en un cambio cultural o de apreciación sobre cómo consumimos el agua. En Santiago se siguen regando extensos jardines públicos en pleno verano a las 12 del día, aunque sabes que el 80% de esa agua va a evaporarse sin ser aprovechada. Tampoco se le da el uso óptimo que podrían tener las aguas grises. Aún estamos a tiempo de considerar estos hábitos y usos.