La Nueva Mayoría y los cercos al programa de Gobierno

La Nueva Mayoría y los cercos al programa de Gobierno

Por José Orellana*

Desde un lineal pero atractivo argumento del ‘Cerco contra las reformas del Programa de la Nueva Mayoría’, se podría explicar la actual crisis del sistema político o la potencial generación deimpolítica, como ha opinado en otras oportunidades el suscrito.

La idea de Cerco, no necesariamente fue una preconcepción en términos de diseño, pero ineludiblemente sí podría ser en términos de idea. No es misterio que desde antes de la Primaria de la Nueva Mayoría, se afirmara que la apuesta política, que se venía articulando desde la oposición de la época,  tenía visos de populismo que eran significativamente perniciosos para el buen devenir de la Patria. La Desigualdad estructural debía tratarse de forma muy gradual, sin comprometer los indicadores de crecimiento económico.

Ya en el gobierno, con Programa validado en primaria de la Nueva Mayoría, en primera y segunda vuelta presidencial, mayoría en el Congreso en sus dos cámaras (aunque sólo con el 40% de de los inscritos en los registros electorales), se comenzaron a operativizar las promesas del Programa, reforma en: Educación, Tributaria y Política. A reglón seguido, todo un despliegue de la oposición desde el Congreso, partidos políticos, empresarios y otras expresiones de oposición, más la mirada capciosa de las fuerzas ciudadanas – sociales progresistas.

Posteriormente, cuando había una suerte de proyección positiva de la instalación del gobierno, con una derecha que se encontraba (encuentra) muy desmejorada, pero atenta a la acción del Gobierno, irrumpe PENTA con todas sus aristas asociadas a reforzar la crisis política conservadora y empresarial de la derecha (o por lo menos una parte de ella). Posteriormente, CAVAL que es un golpe al plexo y barbilla del gobierno y para finalizar, SOQUIMICH que compromete transversalmente, por vía de financiación éticamente cuestionable, a varios personeros de la Nueva Mayoría, entre otros.

Todavía no se ordenaba el cuadro, cuando se instala el concepto de Pre – Campaña, con financiación cuestionable, el cual catapulta de forma casi automática a Rodrigo Peñailillo y algunos de sus cercanos fuera del gobierno en un marco de cambio de gabinete que busca oxigenar la acción de gobierno hacia una nueva etapa, sin mucho éxito, hay que reconocerlo.

Pero hay otro cerco, el referido a la geografía física, el cual, en parte se arrastró desde el 27F del 2010, donde, sin perjuicio de las lamentables pérdidas de vidas humanas, fue un verdadero eje articulador para el oficialismo de la época, comandado por el ex Presidente Piñera, desde el gobierno hasta el Congreso, para impedir la plataforma ‘populista de la Nueva Mayoría’. Siguiendo en esta línea, no en el mismo tono, se agregan los incendios de Valparaíso y el Sur, el Aluvión de Atacama y erupción del Volcán Calbuco, por el momento, que vienen a condimentar este momento de contención de reformas políticas. El gobierno no puede desantender estos aspectos.

Los Cercos, además, son consistentes. Unos más, otros menos contienen una trama que involucra el más profundo cuestionamiento ético, moral, institucional y político desde las diferentes perspectivas sociales y políticas, los cuales ineludiblemente se tienen que abordar desde lo público, prioritariamente.

Mirando con alguna detención, los indicadores económicos, ¿son tan trágicos como se anunciaban?, parece que no. Las reformas fundamentales, entre ellas la laboral, o las de corte social profundo ¿se despliegan adecuadamente?, parece que no. Los pendientes fundamentales respecto de los conflictos socioambientales, asociados con proyectos de inversión públicos y privados, cumplimiento con la norma ambiental, la propiedad de los derechos de aguas, entre otros, ¿se abordan?, parece que no. En este sentido, ¿la idea de cerco a las reformas funciona, sin perjuicio de que exista un diseño anterior?, parece que sí. Difícilmente no funcionarán, ya que no hay legitimidad, confianza y otras circunstancias que permitan seguir avanzando. Incluso los más críticos progresistas afirmarán que ya funcionaron en las reformas tributaria, política y educacional

¿Qué hacer? El problema es multivectorial. Uno de ellos tiene que ver con la política. Desde esa dimensión acaso el gobierno, sin dejarse capturar por la idea de la Vieja y Nueva Guardia, ¿no debe volver sin prejuicios a las fuentes de legitimidad política como son los partidos, pero además, y con énfasis estratégico también hacerlo con los movimientos sociales, los cuales, indefectiblemente fueron los que dibujaron las reformas fundamentales del programa de la Nueva Mayoría.

Finalmente, estas tensiones políticas del sistema político y/o contrademocrático chileno, ¿no estarán en concordancia con el comportamiento del capital nacional e internacional, donde la Nueva Mayoría, una vez más cae presa no sólo de la Vieja y Nueva Guardia, sino de estos intereses, los cuales, extrañamente también se observan en Argentina, Brasil y Venezuela, con todos los matices que correspondan?

Así las cosas, la tarea estaría en relativizar los Cercos, todos consistentes, por medio de la POLITICA, donde movimiento social y partidos políticos se redimensionen articuladamente desde el ejecutivo y Nueva Mayoría, no sólo con el propósito de superar crisis del sistema y/o potencial momento impolítico, sino que para mejorar y profundizar la democracia a punta de reformas que permitan disminuir los altos niveles de desigualdad por nadie desconocidos.

*Docente Escuela de Ciencia Política y Relaciones Internacionales Universidad Academia de Humanismo Cristiano.

Artículo publicado en El Quinto Poder