La reforma educacional universitaria: pasados, presentes y futuros
Ingresó otro capítulo de la Reforma Educacional prometida por el programa de gobierno de la Nueva Mayoría, y en específico por Michelle Bachelet. Por supuesto generó lo que debía generar, el no consenso previo de los diferentes actores comprometidos con este capítulo. De todos modos, no hay que olvidar que existen otros avanzados y sancionados respecto de la educación secundaria, como también de carrera docente y educación parvularia. Se supone que hay otro pendiente, como es el de la desmunicipalización de la educación, el cual cumplió recién el primer trámite en la Cámara.
El no consenso que provoca el actual capítulo de la Reforma Educacional Universitaria, más la urgencia simple que puso el ejecutivo para su tramitación, permite una más que interesante deliberación de los diferentes actores involucrados; yendo desde los políticos hasta los sociales, pasando por los operadores reales del sistema. ¿Es una oportunidad que tienen los estudiantes organizados en la CONFECH y asociados para rearticularse y fijar una hoja de ruta en claridad conceptual, permitiéndose marcar los énfasis políticos y sociales de sus proclamas: gratuidad universal, fin al CAE y calidad, y así determinar la agenda pública/parlamentaria?
Si se hace una mirada retrospectiva, el año 2011, cuando irrumpió la Geografía de la Multitud Estudiantil y Social, no había Nueva Mayoría, en cambio si había coalición por el Cambio (Sebastián Piñera), incapaz de dar respuesta tangencial a los requerimientos del momento. Hecho que ayudó a concentrar una energía social y política rica en argumentos. También había un Jackson, una Vallejo, una Cariola, un Boric, un Figueroa, un Ballesteros, un Fielbaum, entre otros capaces de conducir una geografía de la multitud estudiantil nacional, no sólo desde sus carismas personales, sino que también desde la habilidad de integrar equipos cargados de místicas plurales y también legitimidad social y política.
Este último aspecto, es un verdadero desafío al movimiento estudiantil, el que está convocado a convertirse en el real contrapoder de los intereses corporativos de los rectores organizados en diferentes nomenclaturas (CRUCH, los G, entre otros); además, de los actores del sistema político que tienen posiciones propias del status quo que van desde la oposición política parlamentaria hasta algunas oficialistas. El desafío concreto, es hacerse del favor social, de la legitimidad que tanto ayudó a la geografía de la multitud estudiantil nacional. Por lo pronto, eso no está como un activo político, ni social. Muy por el contrario, el rechazo es mayor.
Además, el Gobierno con sus luces y sombras en estas materias, responde a lo que se comprometió, ahora con proyecto completo, antes con una glosa presupuestaria que ya permite un tipo de gratuidad. Además, tiene que hacer ‘lo que debe hacer’, lograr gobernabilidad/gobernanza con todos los actores representativos sociopolítico y socioeconómico. Otro desafío que obliga a los estudiantes asertividad argumental y conducción política.
En esta perspectiva, el desafío del contrapoder contrademocrático (Rosanvallón) proveniente desde esta Geografía de la Multitud Estudiantil, es estratégico. De no rearticularse de forma inteligente, impidiendo los excesos violentos y proponiendo una agenda de contenidos clara y de proyección mediática que logre sintonía con unos padres y apoderados y ciudadanía en general, la oportunidad de ensanchar un poco más las fronteras de los derechos sociales educativos para el presente y el futuro, se reducirán.
*Académico Escuela de Ciencia Política y RR. II. U. Academia de Humanismo Cristiano. Doctor © en Estudios Americanos Instituto IDEA, USACH.