Lecciones tras las páginas de “El Diario de Francisca”_Patricia Castillo: “Sólo hablar de víctimas directas de la dictadura margina a un montón de historias y personas”

Lecciones tras las páginas de “El Diario de Francisca”_Patricia Castillo: “Sólo hablar de víctimas directas de la dictadura margina a un montón de historias y personas”


La lectura de un diario de vida íntimo de una niña chilena escrito en dictadura. Secreto, casi proscrito, se abrió como parte del Proyecto Fondecyt de la profesora de psicología la UAHC Patricia Castillo quien reaborda desde un workshop los estudios de infancia y dictadura desde una sesión tan emotiva como dramática. “El Diario de Francisca”, un original de la actualmente antropóloga Francisca Márquez, se transformó en un diálogo multidisciplinario para debatir las perspectivas de crecer durante los años siguientes al Golpe Militar de 1973. “Inicialmente varios académicos tuvimos la idea de publicarlo; sin embargo, Francisca nos ha dado una idea mejor”, señala Castillo a quienes postularon a este llamado a dotar de relevancia esta producción infantil como objeto histórico.

“El diario de Francisca” es uno de los mejores ejemplos del relato genuino de la dictadura desde una subjetividad crítica, donde se subrayan las dudas infantiles, los afectos y el malestar social general cargado de una incertidumbre inexplicable. En el taller participaron Rafael Mondragón (UNAM Universidad Nacional Autónoma de México), Luciano Lutereau (UBA-UCES) y Valeria Llobet (Universidad Nacional de San Martín); junto a Claudio Guerrero (Pontificia Universidad Católica de Valparaíso), Alejandra González (Universidad Academia de Humanismo Cristiano), Francisca Márquez (Universidad Alberto Hurtado), Jorge Rojas Flores (PUC), Daniela Jara (Universidad Andrés Bello) y Susana Sosenski (vía skype).

Este canon de niña, Francisca describe una realidad donde el hábito perpetúa el recuerdo de gente “muriendo por Chile”, gente celebrando la muerte de Salvador Allende o gente que vive en una permanente melancolía. Otros datos de la hermenéutica consideran el ingreso al pasado por el diario, como si se tratara de una puerta a un mundo donde los bandos militares y la intuición de una “clandestinidad” se matizan con espacios como “Música libre”, chicles importados y otros referentes del consumo. Trozos de memoria que Francisca registra con una mirada de futuro optimista y a veces sombría: “Quizás algún día sea una gran escritora, o solo una escritora o quizás nada”, señala  la serie de cuadernos.


Para Patricia Castillo, el taller generó una conexión muy especial entre tres generaciones, recuperando esas miradas particulares que reúnen la memoria de padres que fueron niños en ese período y la generación de sus hijos, muchos de los cuales hoy son padres también. “Muchos de ellos no han podido transmitir a nuevas generaciones lo que paso en dictadura por no sentirse autorizados a relatar algo de lo que sienten haber sido partícipes directos. Hay gente muy joven que está en la búsqueda de un sentido de la experiencia vivida por sus padres, porque eso les permite inscribirse en un hilo histórico familiar”, dice Castillo, doctora en psicología clínica y curadora detrás de Infancia en Dictadura.

Un diario del futuro escrito en dictadura

Agrega que reconstruir estos relatos muchas veces es el único vínculo con una historia que en muchos hogares de Chile jamás se conversó. Ya sea por tratarse de un tema muy doloroso, complicado o del que simplemente mucha gente se excluyó. Castillo lo describe como un aporte muy rico en la cantidad de relatos de vida cotidiana y de su subjetividad infantil, pero también como una fuente valiosa sobre un proceso hasta biológico de cómo era ser púber en un contexto complejo, un proceso histórico de esta magnitud que se puede conectar desde distintos lugares.

“No hablamos necesariamente del horror, sino que este diario tan íntimo nos permite habilitar preguntas sobre el amor, sobre la cotidianidad de familias no militantes y otros asuntos. La gracia de El Diario de Francisca es que se trata de la  pieza de un archivo que ha sido marginalizado y anónimo porque no es parte de los grupos y familias más conocidas de esa época. De ese grupo reconocido pero restringido a la vez, representa directamente la memoria de las víctimas y permite enunciar algo que hemos defendido mucho: que la dictadura es un estado que toca e interpela a todos los ciudadanos, por lo que sólo hablar de “víctimas directas” margina a un montón de historias y personas”, discute la autora.


El perfil de los asistentes al workshop se completa como un espacio interdisciplinario donde comparten diferentes interpretaciones literatos, sicoanalistas, filólogos, sociólogos, psicólogos y académicos de toda América Latina que entienden la riqueza de la reconstrucción desde diferentes perspectivas.  Dentro de estas distintas miradas sobre un mismo proceso y enfrentados a la voz de Francisca, la directora de proyecto defiende una dificultad desde la que nacen interesantes diálogos teñidos de la multidisciplina.

“Han generado mucho sentido reflexiones desde la perspectiva de cómo el Diario de Francisca está escrito, pensando en un futuro lector que sancionará la veracidad de lo que le sucede a la autora y de lo que se proyecta como, por ejemplo, si se concretarán los sueños de la niña. Ese es un elemento que aporta mucho a la lectura de pensar cómo era ser niño en dictadura, de cómo se gestaba este proceso escritural infantil realizado para sí mismo. Para sí misma en este caso, pero dedicada a ese otro del futuro, pero de un futuro donde se intuía mucha más esperanza”, sostiene.