Los tiempos mejores de Piñera: Desafíos de una oposición democrática
(*) Por José Orellana
Columna publicada en La Nación
Que la necesidad de un gabinete con más hombres que mujeres; que el peso específico de uno y otro partido; que la procedencia profesional y trayectoria contradictoria versus una cartera ministerial; que es un gabinete más viejo y repetido que el anterior. Juicios sobre Alfredo Moreno como jefe de Desarrollo Social, Isabel Plá en el Ministerio de la Mujer, Gerardo Varela en Educación y Roberto Ampuero en RR.EE. se convirtieron en muy buenas oportunidades de análisis para los comentaristas, analistas y académicos políticos.
En esa dimensión, conviene agregar las reflexiones del designado Ministro de Interior, Andrés Chadwick: El Presidente tiene legitimidad democrática en designar a quien se le plazca y entregar las señales que quiera, porque además de ganar, en primera y segunda vuelta (y en ésta última por casi un 10% de diferencia), tiene la justa expectativa de administrar en función de su Programa de Gobierno al Estado en la promesa que plantearon, buscando un espíritu de Unidad Nacional para tales propósitos. Por otra parte, Chadwick demostró su oficio político reiterando que el nuevo oficialismo contará con un 10% de superioridad sobre su oposición y que, por lo tanto “no nos someteremos ni aceptaremos ninguna superioridad moral respecto de nuestras definiciones, vengan de donde vengan”.
El futuro ministro anticipa un agresivo primer año de gestión y una agenda canónicamente lineal con su Programa de Gobierno que se encuentra avalado por este 10% de diferencia con el oficialismo, sin perjuicio del significativo abstencionismo. En ese sentido, la No–Retroexcavadora Conservadora deberá aprovechar el oxígeno que le permite su holgado triunfo más su significativa bancada en el Congreso. Parte de ese capital también parecen ser las contradicciones de la oposición frenteamplista y de la Nueva Mayoría. Todo esto genera la oportunidad de proyectar rápidamente su impronta.
En este sentido, republicanos como Ricardo Lagos y Alejandro Guillier, ya realizaron sus gestos políticos. El primero declarando que se debe permitir la instalación del nuevo gobierno antes de juzgar y, el segundo, creyendo que ante la legitimidad social y política de las reformas implementadas por Bachelet, veía difícil un desmonte de ellas.
Los tiempos mejores que promete Piñera, deben entenderse como una nueva oportunidad de recalibrar las posiciones ideológicas y políticas de los integrantes de la oposición al actual gobierno. En ese sentido, las señales y convocatorias de Lagos, Guillier y otros que ciertamente se sumarán, deben ser atendidas en la ponderación correspondiente, donde el Frente Amplio, con todas sus legítimas contradicciones, no sólo debe observarse con atención por su éxito electoral, sino porque es consecuencia, no sólo de las dinámicas sociopolíticas y socioculturales propias del retorno a la democracia, sino que también es producto de las reformas políticas que vino a ejecutar Michelle Bachelet.
Esos tiempos mejores deben traducirse en el planteo de un Proyecto País Progresista y Democrático Profundo que sea capaz de crear ese Nuevo Pacto Social, donde la persona humana evidencie y ‘valore’ que es sujeto de derecho y de obligaciones funcionales a una democracia crecientemente más participativa. El proceso de inició con articulación social en el 2011 y se profundizó institucionalmente con Bachelet. Quedará ahora redondear lo iniciado, siendo los tiempos mejores de Piñera, el mejor catalizador. ¡Qué contradictorio!
(*) Geógrafo, Cientista Político. Doctor © en Estudios Americanos Instituto IDEA, USACH y docente de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.