México: escenario privilegiado de las contradicciones trumpistas
(*) Por José Orellana
Pensar en México, evoca entre otras consideraciones al EEUU de Donald Trump, producto de su histórica asimetría de poder histórico en todos los ámbitos nacionales respecto del país azteca, recordándole otra vez a la periferia latinoamericana, que quién manda sobre esta área de influencia es él y nada más que él, más cuando en un contexto de ‘Guerra Fría Comercial’ con China, EE UU precisa de tal recuerdo y constatación. No es misterio, que China, en su estrategia del poder blando o inteligente (duro para otros), haya avanzado en diferentes arreglos comerciales con varios países latinoamericanos, siendo México uno más (Constituye el segundo destino de China en Latinoamérica, mientras que China para México es su segundo destino de inversión). Inclusive Chile fue testigo de tal situación, cuando en visita oficial de Mike Pompeo, se le advirtió al Estado y Gobierno chileno que tuviese cuidado con los Chinos, a días de la controvertida visita de Estado del Presidente Piñera a China, ya que sus inversiones son corrosivas para las economías estales que las acogen.
Desde esa perspectiva, México, es un teatro privilegiado para varias de las contradicciones estadounidenses Trumpista, que entienden enfrentan un cambio global de las correlaciones de fuerzas comerciales, económicas y culturales. Lo anterior, activando artificial u objetivamente los dispositivos para fortalecerse interiormente con el propósito de reelegirse, apelando a los procesos migratorios, la vuelta de los empleos, el aumento de aranceles a los productos que importa desde México y una nutrida agenda de epítetos racistas y otras consideraciones contra mexicanos y centroamericanos en general (también latinoamericanos).
Pero, cuestión extraña… Donald Trump, no contaba con Andrés Manuel López Obrador (AMLO). El gobernante mexicano, se ha convertido en un actor político latinoamericano, que contrario sensu a lo esperado, ha vehiculizado inteligentemente el ímpetu del gobernante del norte, en la medida de lo posible – por supuesto – por medio de no conflictuar con el mismo, o bien, avanzando en discursos y medidas que siempre apuntan a la búsqueda de acuerdos y mejores medidas para su pueblo y Centroamérica. Aún no se instalaba en la primera magistratura cuando ya proyectaba una serie de planteamientos contrarios al qué hacer de Trump respecto del muro fronterizo, el trato a los migrantes mexicanos, centroamericanos y latinoamericanos en general, entre varios otros aspectos. Situación, ésta, contraria a los haceres de Peña Nieto respecto de Trump e inclusive de Obama cuando del tema migrante se refiere, de hecho se sabe que en ese periodo, México era uno de los países que más deportaba, en función de los requerimientos de EEUU.
Instalado en el gobierno, AMLO concretó lo que dijo realizaría, esto es, girar la política migratoria con un tratamiento comprensivo del fenómeno, exigiendo y proponiendo acciones provenientes de la cooperación internacional para impedir el flujo migratorio por la frontera norte respecto de EE UU y el sur centroamericano. En ese tránsito, encargó a la CEPAL un plan de desarrollo para su país (01 de diciembre 2018), pero también para los países centroamericanos más activos en la entrega de migrantes, como son El Salvador, Honduras y Guatemala. En fecha reciente (mayo 2019), se hizo entrega de tal plan por parte de CEPAL, resaltándose que el mismo, por medio de sus medidas, iba al origen social, político y económico que explica la movilidad que proviene de estos países principalmente.
A los pocos días Donald Trump, anunció una serie de medidas contra México, siendo el alza de aranceles contra los productos que importa de ese país, lo que más llamó la atención. Un 5% sería el incremento y así seguiría, acción que viene linealmente contra la esencia del plan de desarrollo encargado a CEPAL. De ahí a la negociación entre ambos países, donde el país azteca saca cuentas alegres, dado que no fue considerado el Tercer País Seguro (nomenclatura para trasladar a los migrantes que lleguen a EEUU, hacia México como país que brinda seguridad) y, finalmente, tampoco se le impusieron el alza de aranceles, permitiendo para algunos analistas, tiempo precioso para ajustar su quehacer con el país del norte.
Es complejo creer que AMLO y su política exterior no presupuestaran una reacción similar de parte de EEUU tras las medidas, acciones y retóricas efectuadas, más cuando Trump se ha dedicado a repartir por el mundo diatribas violentas contra quien le sea funcional para su fortalecimiento interno, más cuando busca su reelección. El desafío actual sería proyectar acciones tendientes a contener la asimetría de poder que tiene la relación entre ambos países, en la cual, el país del norte siempre tendrá las de ganar.
Lo anterior se refrenda en el plan de gobierno de AMLO en su acápite de política exterior y la cuestión migratoria dejando clara sus prioridades dentro de explorar con los EEUU todas las acciones tendientes a resolver los conflictos, dado que el dinamismo de su economía es crucial con el país del norte, siendo la cuestión migrante un eje de acción. En específico, el dinamismo migrante es planteado de forma integrada entre los EEUU y los ‘hermanos’ países del sur, en cuanto y tanto, es prioritario atender las causas profundas que explican los movimientos de personas, los cuales pasarían por la pobreza y diversas violencias. Así entonces, no sólo el presidente estadounidense puede verse sorprendido, sino que también los débiles opositores interno de AMLO (momentáneamente) por el accionar del primer mandatario. Una cosa es tener escritas las voluntades y la otra es llevarlas a cabo. Así se explicaría por qué Donald Trump operó como lo hizo, continuando su acción, más en proceso electoral.
Interesa indicar, que parte de las acciones emprendidas por AMLO, no sólo se explican por su propia acción, sino que también, por cómo la misma se tradujo en una amplia Mayoría en el Congreso con 258 diputados de 500 y con 59 senadores de 128, capitalizados por MORENA, referente político de izquierda creado en el año 2011 y que lo acompaña en su gestión como gobernante (algo similar ocurre con los gobiernos estaduales). A ello se deben agregar los altos niveles de aceptación logrados por el momento en la ciudadanía con un 70%, implicando una baja del 10%. Tal situación le ha permitido un margen de acción significativo, que no sólo se proyecta hacia sus detractores internos, sino que hacia el mismo EE UU. No es lo mismo un gobierno débil en la interna, que a uno fuerte.
Desde lo anterior, es que interesa monitorear el comportamiento sociopolítico, sociocultural y socioeconómico de mexicanas y mexicanos. Varios medios indican que el actual gobierno goza de credibilidad, que tendría un consistente alineamiento entre representantes y representados, como también entre gobernantes y gobernados, como lo indicara Pierre Rosanvallón, en su libro el buen gobierno, donde llama a buscar esos alineamientos (perdidos) ajustando los regímenes democráticos para tales efectos. En México existiría tal alineamiento, no sólo por los resultados electorales, sino que por algunas medidas simbólicas que irían en esa dirección (abrir la casa de gobierno al público, entre otras).
Sin embargo, nada indica que esta aprobación envidiable, a sus casi siete meses de concretar el gobierno, se explique también por el efecto del Voto Protesta, fenómeno distinto a la utilización del voto de castigo o de protesta que el electorado ha utilizado históricamente para la primera vuelta, realineándose, finalmente en la segunda vuelta con las definiciones políticas ideológicas originales (siendo de izquierda voto derecha en primera vuelta, para que los candidatos de izquierda sean más sensibles a temas más progresistas para enfrentar la segunda vuelta). Ello, estaría explicado, más que por la clásica volatilidad del voto, por el agobio ciudadano respecto de la corrupción de los sistemas políticos en sus diversos tipos y escalas, como por las desigualdades económicas, violencia endémica, entre otros, que hace que los electorados transformen el voto en una herramienta de manifestación de hastío a lo ya conocido, entregándole el mandato, inclusive a alguien en el cual nunca han confiado, pero que nunca ha estado probado en espacios de gobierno. Ello explicaría también el caso Jair Bolsonaro en Brasil para algunos otros analistas.
México, representa como siempre, una territorialidad que en toda su complejidad y multiplicidad de escalas geográficas se encuentra tensionada por su relación fronteriza con EE UU y con el resto de Latinoamérica. Desde la geografía política, tal situación se le podría llamar Estado Tapón, útil por la cuestión migratoria hoy, y cultural – política siempre respecto de su área de influencia geopolítica histórica. Sin embargo, es una coyuntura atendible para Latinoamérica en orden a observar ese comportamiento en sus diversos aspectos que pueden ser replicables en otras latitudes de la región, pero por sobre todo, por el enfoque político – ideológico planteado, contrahegemónico respecto del largo ciclo neoliberal de los anteriores gobiernos mexicanos y contrahegemónico respecto de sus gigantes vecinos (EE UU y Canadá) y de una mayoría latinoamericana, la cual también se encuentra circunscrita en el arreglo neoliberal (entre ellos Chile).
¿Pudiese México, entenderse como proyecto político de desarrollo nacional, proyectable a otras latitudes de Latinoamérica, sobre todo por su rasgo autonómico político, identitario y nacional? Pareciera evidente que su propósito prioritario es consolidarse interiormente, dados los múltiples desafíos que sabe debe enfrentar (corrupción en la clase política, pobreza, desigualdades, narcotráficos, migraciones múltiples, entre otras varias otras consideraciones), pero su propio quehacer interior no puede estar ajeno a su proyección internacional, ya que varias soluciones pueden y deben gestionarse desde la cooperación e integración regional (y trasnacional en genérico). Hasta entonces, ¡Viva México!.
(*) Geógrafo. Académico Escuela de Ciencia Política y RR. II. Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Doctor en Estudios Americanos Instituto IDEA, USACH.