No podrás cenar sin tu noticiero; No podrás hacer tu digestión sin sobresaltos
(*) Por Henry Caro
“Sin sobresaltos”. Canción críptica de Soda Stereo. Críptica puesto que algunos aluden a que trata sobre el turbulento ascenso de la banda del anonimato hacía la fama, pero otros aluden a que se trataría realmente sobre la guerra de las Malvinas, de ahí su carácter lejano a las temáticas habituales del grupo trasandino, sin embargo, sólo Cerati conocía realmente el fondo de dicha composición realizada en una sola noche de 1986 junto con el resto del álbum Signos. Ahora bien, si se adopta ésta última perspectiva en la que resuena el ambiente bélico que se desplegaba en la Argentina de 1982, entonces hay bastante que oír al respecto y que decir de nuestro momento histórico.
Para nadie debería ser sorpresa el hecho de que la declaración realizada por el Presidente de la República, el día 20 de Octubre del 2019, sobre el hecho de que “estamos en guerra contra un enemigo poderoso” no era algo metafórico, la ideología desplegada en toda su plenitud es expuesta de manera brutal y soberana, baste recordar la inversión del aforismo de Clausewitz indicada por Foucault en su clase del 7 de enero de 1976 en donde indicaban que “la política es la continuación de la guerra por otros medios”[2]. Pero no se trata solamente de que la política se vuelva abiertamente en una guerra explicita, como es el caso de un conflicto armado, sino más bien, deviene en una guerra de posicionamientos, tácticas y estrategias que se entrelazan a través de diversas contingencias que sólo en su retroactividad –diría Zizek[3]— pueden ser entendidas y que permiten visualizar una lucha de clases más compleja.
Es en este segundo tiempo, si se quiere asumir de esta manera, que aquella situación ha quedado más visible todavía para la población en general, es decir, en momentos de la pandemia ocasionada por el Covid-19. Puesto que ¿acaso no es patológica la descarnada campaña electoral que se ha desatado en mitad de la pandemia por Covid-19 en los matinales por parte de la Derecha quienes tuvieron que ser frenados por contraloría puesto que utilizaban su tiempo de gestión pública para figurar más en televisión que en sus labores propiamente tales? ¿No es preocupante el asedio ejercido contra los alcaldes y diputados ligados a la oposición respecto de la situación que se despliega actualmente, ejemplo de aquello son Daniel Jadue y la importación de un medicamento que ha sido utilizado de manera satisfactoria como paliativo temporal para el Covid-19; Mauro Tamayo y su desesperación en televisión solicitando cuarentena en su comuna y que terminó en un recurso de protección para exigirla vía tribunales; Karol Cariola y los contactos vía videollamada en los matinales que la posicionan como una voz antagónica frente a los ya alcaldes-panelistas de Derecha, entre muchos otros ejemplos más? ¿Qué se puede decir respecto de la actitud adoptada por Sebastián Piñera quien en medio de una comuna con cuarentena total decide bajar de su vehículo para ir a tomarse fotografías en el punto neurálgico de las protestas en su contra, en las que posa con la pierna sobre una saliente de piedra cual reminiscencia del conquistador con su pie sobre el indígena conquistado, sabiendo que dicha zona está cubierta por registros audiovisuales independientes de amplia circulación en redes sociales? Pues bien, todas estas situaciones acusan la presencia de una dimensión que no ha sido considerada todavía con el peso necesario dentro de esta inversión de la política mencionada por Foucault y es que los medios de comunicación no deben ser considerados solamente como si se tratasen de vasos sanguíneos que entregan información, como si se tratase de bombardear a la población con la ideología imperante continuamente, sino más bien, han de ser entendidos como un régimen de veridicción con toda su plenitud, es decir, como un espacio que establece un lugar de verdad, siendo menester considerar con toda su profundidad el genitivo respectivo, es decir, cómo la verdad es engendrada a partir de una serie de prácticas específicas que se encuentran localizadas y circunscritas es un espacio delimitado, esto quiere decir justamente que:
“Hay un combate «por la verdad», o al menos «alrededor de la verdad», dejando claro una vez más que por verdad no quiero decir «el conjunto de cosas verdaderas que están por descubrir o que hay que hacer aceptar», sino «el conjunto de reglas según las cuales se distingue lo verdadero de lo falso y se aplica a lo verdadero efectos específicos de poder»; y dejando claro también que no se trata de un combate «a favor» de la verdad, sino acerca del estatuto de la verdad y del papel económico-político que juega” [4].
Entonces, ahora volviendo sobre las situaciones anteriormente esgrimidas, se puede apreciar en un plano más general el hecho de que durante este tiempo de cuarentena (auto)impuesto lo que ha estado en juego no es sólo la cuestión macroeconómica sobre la aplicación de diversas medidas para mantener la producción andando, no es sólo la precaria condición del sistema de salud pública que se cae a pedazos cada invierno con los brotes de influenza y neumonía, ni pensar lo que sucederá con el peak de Covid-19, sino que lo que se ha puesto en juego sobre el escenario público es una lucha por la verdad de quienes fueron los vencedores de la pandemia. Aquí está justamente la dimensión que han adquirido los medios de comunicación y en especial la televisión jugando un rol práctico en donde la Derecha busca visibilizarse copando la mayoría de los matinales y estudios de televisión durante la mayor parte del día, haciendo caso omiso del dictamen de contraloría, es tal la soberbia que Evelyn Matthei es capaz de indicar que no considerará tal dictamen, puesto que la cuestión que se juega no es la ideología ya que siempre hemos estado en la ideología aunque no se quisiera admitir, sino que está en juego el posicionamiento de una verdad respecto de aquellos que han sido capaces de hacer frente a este momento de crisis no solo nacional.
He aquí finalmente que no podrás cenar sin tu noticiero, ya que en esta lucha desplegada el régimen de veridicción en el que ha advenido la televisión no debe ser considerado como mera trivialidad, se ha pasado de lo inservible de las mascarillas hacia la necesidad de su uso incondicional, no es simplemente la ideología sino que también es ver quien “nos salvará de tamaña catástrofe”, pero no podrás hacer tu digestión ya que el intento por creer esta ficción propuesta por el gobierno es superado por la realidad misma que denuncia desde todos los rincones que las cifras son erróneas y que la catástrofe es mayor de lo que se comunica, ahora bien con esto dicho habrá que percatarse de que la Derecha está jugando a una performatividad retroactiva y frente a esto la Izquierda no puede seguir reaccionando… Sin sobresaltos.
(*) Egresado de Ciencia Política y Relaciones Internacionales
[1] Soda Stereo (1986). Sin Sobresaltos. En Signos [CD]. Buenos Aires, Argentina: Sony Music.
[2] Foucault, M. (2000). Defender la Sociedad. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. p.29.
[3] Žižek, S. (2013). El más sublime de los histéricos. Buenos Aires: Paidós. p. 42.
[4]Foucault, M. (1994). Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones. Barcelona: Altaya, p.144.