Otra acreditación, otra universidad. Desafíos 2017-2021
(*) Por Fabián González Calderón
Nuestra universidad forma parte de un Sistema de Educación Superior que ha vivido importantes transformaciones en los últimos años. Quizá la más importante de estas transformaciones sea la masificación del acceso a este nivel de formación, cuestión que fue resolviendo a través de diversos y discutibles mecanismos de financiamiento. Por cierto, la política de gratuidad constituye un avance sustantivo en la implementación de medidas que efectivamente combatan las directrices de desigualdad y exclusión propias del sistema social gobernado por el mercado.
La Universidad Academia de Humanismo Cristiano pudo adscribirse a esta política una vez que obtuvo su acreditación por 4 años en diciembre de 2017. Con ello, nuevos estudiantes encuentran en nuestra universidad una alternativa para su desarrollo personal y profesional; del mismo modo, los y las estudiantes antiguos que acceden al beneficio de gratuidad tienen mejores opciones de culminar exitosamente el ciclo que los conducirá al grado académico y al título. Un cambio similar se produce con nuestra incorporación al Sistema Único de Admisión en 2019 en el sentido de reconfigurar el perfil de los postulantes y de los futuros matriculados.
En definitiva, nuevos estudiantes y renovados desafíos hacen redireccionar a la institución en la perspectiva de cumplir sus compromisos de gestión, propósitos y misión. Nuevos estudiantes hacen una nueva universidad.
Por todo lo anterior, el primer compromiso de la institución es consigo misma. Con lo que ha logrado avanzar en un período corto y con aquello que le falta mejorar entre 2020 y 2021. En las próximas semanas se dará inicio al proceso de autoevaluación institucional que tiene por objetivo principal hacer el levantamiento de los principales ámbitos de desarrollo y de mejora que ha tenido la UAHC desde 2017 a la fecha. Se trata de un examen interno, analítico y autocrítico que nos permita reflejar con claridad las líneas en las que tenemos que avanzar en los próximos meses y años. Constituye también una tarea que se despliega en varios frentes a la vez, con esfuerzos que comprometen a todas las y los actores de la comunidad: académicos, estudiantes, trabajadores, titulados, empleadores.
Las carreras de la Facultad de Pedagogía y los programas de doctorado tienen la obligación legal de acreditar su calidad ante la Comisión Nacional de Acreditación. Por eso, carreras como Pedagogía en Música, Educación Diferencial, Pedagogía en Lengua Castellana, y los programas de segunda titulación de la Facultad de Pedagogía han desarrollado un intenso trabajo en esta materia. Todos estos programas y carreras, más un conjunto de carreras que desarrollan procesos de autoevaluación en estos días (en medio de una pandemia que no cesa y una inevitable crisis del modelo) como Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales, Pedagogía en Educación Básica, o el Doctorado en Estudios Transdisciplinarios Latinoamericanos, se abocan a la tarea de mejorar sus procesos formativos, responder a las necesidades de los nuevos estudiantes de la UAHC y seguir acompañando los procesos de título y grado e inserción en el campo laboral de decenas de egresados. Nuestra universidad no tiene otra alternativa que elevar sus estándares de gestión, dedicarse con más firmeza al cumplimiento de sus compromisos y, por lo mismo, responder tanto a las necesidades de la comunidad interna como a los requerimientos del medio externo. Trabajar por la acreditación de la institución, por tanto, constituye una obligación pero, al mismo tiempo, un deber en concordancia con los principios institucionales. Un deber con la comunidad universitaria y con el país, que merece que la alternativa de la formación crítica y la mirada transformadora de la sociedad estén a disposición de toda la ciudadanía.
Los nuevos marcos que regulan la Educación Superior en Chile, la nueva sociedad que marcha por Plaza Dignidad y la Alameda, y aquellos nuevos jóvenes que optarán por la UAHC en 2021 nos exigen pensar responsablemente en otra acreditación y en otra Universidad que -una vez más – sepa responder a tales retos. El futuro solo será distinto si avanzamos unidos en estos desafíos. El invierno pasará. Mientras, el quehacer cotidiano sigue su marcha. Es lo que tendrá que expresarse en todos los ciclos en que tenga lugar la docencia, en todos los niveles de la gestión institucional y en la estrecha vinculación de este espacio universitario con el medio, con la sociedad civil y con las expectativas de cambio y transformación social de hoy y de mañana. Esa es nuestra misión y el sentido último de una institución como la nuestra.
(*) Vicerrector de Desarrollo Institucional, Universidad Academia de Humanismo Cristiano.