Pandemia, orientalismo y discriminación
(*) Por Carol Chan y María Montt
Los virus no discriminan, la gente sí. La pandemia mundial del COVID-19 ha provocado una escalada y visibilización del racismo y la xenofobia contra inmigrantes y minorías asiáticas en muchos países. Chile no es una excepción: hay gente gritando “coronavirus” a personas asiáticas en las calles, diciendo que ellas deberían “volver a China.”[1] Algunos líderes, políticos e incluso periodistas han referido a este nuevo coronavirus como “el virus chino,” defendiendo la idea que se refiere a un hecho objetivo: que el virus viene de China. Por la asociación histórica y discriminatoria de los inmigrantes chinos con enfermedades y epidemias en barrios chinos, ha existido una estrecha relación entre enfermedad y discriminación.[2] Los nombres de países y grupos de personas no son irrelevantes ni neutros. Por ejemplo, aunque el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) ubicaba el origen del virus H1N1 en Estados Unidos[3], el nombre “virus americano” o “virus estadounidense” no fue adoptado por la prensa.
La relación entre enfermedad y discriminación está presente en la larga historia de inmigración china en Chile, América Latina, EEUU y Europa. Generaciones de esfuerzo han adoptado estrategias de supervivencia para afrontar la discriminación y la xenofobia, mientras al mismo tiempo, se ha reconocido el aporte de la comunidad china en Chille. Las personas chinas han sido vistos como un ejemplo de “migrantes buenos”—trabajadores, tranquilos, y personas que contribuyen a la economía del país, un estereotipo que es problemático por difundir la idea de que el migrante ideal debiese ser valorado por su productividad económica y su apoliticismo. También es éste un estereotipo homogeneizador que oscurece la diversidad social, económica y política al interior de la población de etnia china en el país.
Sin embargo, la pandemia del COVID-19 nos recuerda que ser un “migrante bueno” es algo frágil y condicional, y que lamentablemente esto coexiste con ideas antiguas y persistentes que asocian las personas chinas con enfermedades, atraso e incivilización. La persistencia de estos prejuicios es evidente en los memes y comentarios racistas compartidos en las redes sociales en Chile, y en los ataques verbales contra los asiáticos en espacios públicos. Como observa Matthew Lee, investigador de políticas de salud, el fenómeno generado por el COVID-19 nos muestra “que fácilmente la sociedad vuelve a caer en sus peores patrones. El mismo lenguaje e imágenes de ‘peligro amarillo’ vuelve a aparecer en el discurso público y la cobertura de los medios.”[4]
Es más, la pandemia ha generado un contexto en que algunas personas se han atribuido la posibilidad de cosificar y reforzar de nuevo muchas falsas dicotomías. Mientras países como EE.UU están culpando a China por la pandemia, algunos diplomáticos y políticos chinos han sugerido lo opuesto: que los militares estadunidenses llevaron el virus a Wuhan durante su visita en octubre del año 2019.[5] La división entre “nosotros” y “ustedes” de EEUU y China tiene consecuencias más allá de los dos países, porque para muchos observadores, la “guerra” es entre “Occidente” y “Oriente.” Por un lado, se critica a China por haber censurado a los médicos que querían advertir al gobierno y a la ciudadanía de la pandemia, mientras que, por otro, se culpa a “la cultura china” por comer murciélagos y otros animales inusuales que se ha sugerido como la causa de la propagación del virus. Para estas personas, “la cultura oriental” (que en ocasiones contrasta, y en ocasiones hace equivalente, a las personas chinas, el gobierno chino, y el comunismo) – orientada a autoritarismo y salvajismo – tiene que cambiar. Mario Vargas Llosa lo expresa de la siguiente manera: “nada de esto podría estar ocurriendo en el mundo si China Popular fuera un país libre y democrático y no la dictadura que es.”[6] La percepción es que China es un epicentro de enfermedades o el lugar donde los virus “pertenecen”, y según esta lógica, lo que ocurrió en China y Asia no ocurriría en Europa o las Américas. El problema con respecto a esta discusión de culpabilidades es que distrajo del tema de si los otros países “occidentales” son o no capaces de afrontar el virus. Fuera de Asia, muchos países no tomaron en serio la amenaza potencial del COVID-19 para su población. El sociólogo Marius Meinhof llamó a esta actitud como una “arrogancia poscolonial” y orientalista.[7]
Por otro lado, sumado a la dicotomía inconmensurable y persistente entre “cultura oriental” y “cultura occidental”, los críticos de China no han valorado las estrategias exitosas del gobierno asiático en afrontar la crisis y contener el COVID-19, precisamente por la presunción de que las estrategias “allá” no son aplicables en los países democráticos. Este orientalismo que homogeneiza las culturas diversas de Asia como “sumisas” y “antidemocráticas”, invisibiliza a países como Corea del Sur o Japón y sus estrategias de contención del virus. Después de las críticas iniciales a su propio gobierno, los ciudadanos chinos están observando el “fracaso” de los países europeos y de EE.UU al enfrentar esta crisis, lo que provoca un tipo de auto orientalismo que cosifica “la cultura oriental” y el colectivismo, versus el individualismo de “occidente.”[8] No se pretende aquí evaluar las políticas o respuestas del gobierno chino con respecto al COVID-19; sino recalcar que las ideas y discursos sobre “cultura” tienen poder y pueden hacer daño. Esta discusión nos aleja de lo importante. Mientras vemos que las fronteras simbólicas y reales se endurecen, olvidamos pensar cómo superar la crisis sanitaria de modo conjunto, como seres humanos que comparten un mundo conectado e interdependiente.
Si persiste la dificultad de imaginar un Chile donde un chino descendiente es considerado un chileno, y si seguimos pensando que el cómo se ve a alguien es esencial a su identidad y nacionalidad, pandemia, orientalismo y discriminación continuarán operando de manera conjunta.
[1] https://www.latercera.com/la-tercera-domingo/noticia/xenofobia-en-tiempos-de-crisis-me-escupieron-porque-pensaban-que-tenia-coronavirus/2XBVYQUBT5AIFLSAIFEGKXNUBI/
[2] https://revistaideele.com/ideele/content/racismo-en-los-tiempos-de-epidemia?fbclid=IwAR1uRXEQasYVD-xtIZSrlN2kknGR2O7guF3dC15108jlDeA6AmgjZFRBe20
[3] https://www.cdc.gov/flu/pandemic-resources/2009-h1n1-pandemic.html
[4] https://www.nbcnews.com/think/opinion/coronavirus-fears-show-how-model-minority-asian-americans-become-yellow-ncna1151671?fbclid=IwAR0qc1V6xPLhIvnPzz–SbWPwGyIBiVPs9omq4E2L406WmKh82mwU7e8wOc
[5] https://qz.com/1817736/china-fuels-coronavirus-conspiracy-theory-blaming-us-army/?utm_source=Pico&utm_campaign=d6b6328d82-EMAIL_CAMPAIGN_2020_03_09_03_00_COPY_01&utm_medium=email&utm_term=0_aa6d5ab160-d6b6328d82-165469001
[6] https://elpais.com/elpais/2020/03/13/opinion/1584090161_414543.html
[7] https://discoversociety.org/2020/03/21/othering-the-virus/?fbclid=IwAR0Qzr7_p2c4Ald6cIhBkUHGmB7wL9djFv7KnlYTD8SRBHFoUriJ7fld_T8
[8] https://www.revistaelestornudo.com/virus-confucionismo-occidente-byung-chul-han/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=virus-confucionismo-occidente-byung-chul-han
(*) Carol Chan es antropóloga y académica de la Universidad Académica de Humanismo Cristiano. Maria Montt es docente de la Pontificia Universidad Católica de Chile.