Plantea un retorno a valores más solidarios_Profesor Tomás Moulián cuestiona un consumo desbordado como centro de la vida pese a pandemia del coronavirus
Como un corolario de su célebre obra “El consumo me consume”, el profesor de la Escuela de Sociología y Premio Nacional de Humanidades, Tomás Moulián, reflexionó sobre la fiebre de compras navideñas desbordada que ha llevado a multitudes de chilenos y chilenas a la calle en plena pandemia para satisfacer “un deseo que es considerado hoy el centro de la vida”.
El académico abordó estas dinámicas sociales que se presentan cada fin de año en donde se desata el consumo entre la población, pero esta vez contextualizado en este período de pandemia en el cual se intenta propiciar la menor cantidad de aglomeraciones de personas para evitar la propagación del virus. Moulián señaló que el consumo, si bien es una necesidad, se ha convertido en una pulsión que genera apego y reemplaza a otros sentidos de vida, por esto plantea que el consumo debiese ser una necesidad controlada y no convertirse en algo que genere deseo y placer, en un instinto de posesión.
El sociólogo señaló, además, que existen facilitadores del consumo, como es el caso de los mall, verdaderas “catedrales del consumo”, dijo. Las tarjetas de débito o crédito, las vitrinas que se instalan para producir el deseo de la compra, un deseo que puede pasar por encima de consideraciones tan sentidas en nuestro tiempo como el autocuidado frente a una pandemia que ha azotado con rigor a nuestra sociedad.
“Incluso, para poder comprar en estas navidades, la gente arriesga la posibilidad de contraer el virus. Eso es un consumo desbordado, un consumo excesivo, el consumo como centro de la vida. Pero hay que tomar en consideración el tipo de sociedad en la cual vivimos, algo que podemos llamar una sociedad capitalista neoliberal, que empuja a este consumo excesivo, que es un pilar del sistema”.
De todas maneras, Tomás Moulian sostuvo que el deseo por el consumo no sea necesariamente contradictorio con valores más altruistas de parte de la ciudadanía: “Este año, el 80 por ciento de los electores, más de siete millones de chilenos votaron por el apruebo, entonces el consumo excesivo muchas veces se mezcla con una sociedad que tiene otros valores”, acotó.
El Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2015, enfatizó que su crítica al consumo no es de orden moral sino que política es un análisis sobre el deber ser. Una sociedad centrada en el consumo no funciona bien, en los que los individuos pierden sentidos de vida más solidarios.
Reemplazo de otras pulsiones ciudadanas
“Entonces lo que hay que hacer es tratar de conectar el deseo de consumo con otros sentidos de vida, los sentidos de la solidaridad, de la fraternidad, de la amistad cívica, sin dejar por lo tanto, que el consumo nos convierta en esclavos, que nos aliene, que nos haga perder de vista la complejidad de la vida y la necesidad de que para que la sociedad pueda funcionar de un modo adecuado, se necesita que tengamos solidaridad, que tengamos amistad cívica y fraternidad”.
Moulián reiteró en la necesidad de generar un nuevo tipo de sociedad, en la que el consumo deje de ser el centro de la sociedad, y recordó cómo en tiempos de la Unidad Popular o la lucha contra la Dictadura, eran las pulsiones ideológicas el centro de las atenciones de la sociedad, los que luego fueron reemplazados por las pulsiones consumistas e individualistas
El sociólogo abordó también el problema del endeudamiento como facilitador del consumo, y de cómo las personas se vinculan con el consumo a través del crédito. El problema, señaló, es que la deuda también funciona como un método de control y vigilancia de que esta deuda no quede impaga: “Las personas terminan siendo esclavizadas y alienadas por la deuda”, planteó.
“Una sociedad con millones de endeudados necesita generar formas de control social de modo tal que la deuda se pague. Que no se convierta en algo olvidado, porque si se olvida masivamente, esa sociedad cae en la recesión económica, deja de funcionar adecuadamente como sociedad de hombres libres”, agregó. Finalmente, Tomás Moulián realizó una defensa del ocio como espacio de creación y de generación de pensamiento. Lo calificó como una necesidad del ser humano, como un elemento “que contribuye a una vida buena”, concluyó.