¿Plaza Dignidad o Plaza Italia?

¿Plaza Dignidad o Plaza Italia?

(*) Por José Orellana y Hernán García

Columna publicada en Página 19

El título de esta opinión prospecta la ubicación geográfica del poder que podría detentar cada habitante de nuestro territorio nacional en condición y voluntad de votar cuando se levante el próximo 19 de diciembre. En cada región del país, comuna o pueblo puede existir un icónico lugar que dé cuenta de las tensiones sociales que culminaron en octubre de 2019, donde tras los resultados en presidenciales y congresales, la pregunta se podría volver pertinente.

La idea de duopolio la usaron los sectores políticos progresistas que hoy enfrentan a las derechas en segunda vuelta. Fue una afirmación peyorativa para describir cómo se articuló el ejercicio de la política práctica, una vez recuperada la democracia (sobre todo hacia la Concertación de partidos políticos), hasta que se concretaron las modificaciones de la ley electoral para la conformación del congreso. Ahora, con nuevos actores y nueva institucionalidad electoral, existe la tentación por evocar la idea de duopolio, dado que uno de ellos (candidato), en esta segunda vuelta, representa el pinochetismo político y económico que se vivenció en el plebiscito de 1988, con el icónico Sí y el No, obligando a debatir entre dos visiones de sociedad, pero en tiempo presente.

Así, lo primero, es que, puestos en este contexto, resulta contradictorio ver cómo la sociedad territorialmente organizada, entregó su apoyo en el plebiscito a la opción ‘apruebo una nueva Constitución’, con casi un 78% y, meses después, una parte importante de ell@s entregó su confianza a quién defendió la opción ‘rechazo una nueva constitución’, que, además, no alcanzó más del 28%. Es más, no solamente a un representante de la ‘opción rechazo’, sino a quienes tienen los bemoles de unas derechas económicas y conservadoras de escala nacional en clave de élite, que han defendido las AFPs y su prolongación, como también la continuidad del modelo neoliberal, y, que, además, en oportunidades, pareciera relativizar los DDHH (el caso Krassnoff por ejemplo). Por descontado, se apoyó a quienes encarnan (con algunas excepciones) la no transformación sociopolítica y socioeconómica, que otra parte de la sociedad expresó querer transformar por medio de movilizaciones.

Estas mismas movilizaciones sociales persistentes, que abogaron por cambios, materializándose en la Convención Constitucional, fueron argumento de las candidaturas presidenciales antes de la elección del 21 de noviembre. Mientras el candidato Gabriel Boric persevera legítimamente en que su origen está en las movilizaciones, que es un hijo natural de ellas; José Antonio Kast (JAK) las muestra como ejemplo de lo que no debe seguir ocurriendo, fortaleciendo su agenda de seguridad y tranquilidad ofrecida a l@s vecin@s a escala nacional, asociándola además a delincuencia, narcotráfico y criminalización de la protesta, proyectando esas problemáticas hacia el conflicto mapuche, lográndolo instalar en primer lugar en una segunda vuelta presidencial , sumando a su haber, el logro del estado de excepción en la Macrozona Sur.

 

En busca de la redención analítica

Como autores de la reflexión referenciada, nos hicimos cargo de mirar de reojo las encuestas, constatando que, si bien éstas indicaron el primer lugar de JAK, no consideraron a Franco Parisi en la importancia que resultó, ni menos los factores que existen detrás de los hechos que lo permitieron. Pero también miramos la opinión suscrita, más allá de lo escrito y, era razonable considerar que Marco Enríquez Ominami (MEO) estaba en un estadio electoral mayor del que obtuvo. Se suman a ello, los hechos de la realidad… la derecha chilena no podría ser mayor electoralmente en el presente, que la derecha de la elección presidencial del 2017, donde obtuvo el 44,6% y, hoy, llega al 40,1%, pero con el mismo número de votos del 2017, con dos aditivos… el primero, los 900 mil votos de Franco Parisi y, el segundo, con una oposición auto fragmentada, que busca alinearse contra JAK (efecto duopolio antes consignado).

Lo segundo por decir, tiene el correlato con lo expresado en la misma opinión referenciada y publicada el día 24 de noviembre. “La Necesaria Estabilidad, en un Proceso Inestable”, donde se expuso, que un escenario como el que terminó resultando el 21 de noviembre pasado, nos permitiría asistir “a una tendencia inverosímil respecto de los últimos procesos eleccionarios y sociopolíticos, dejando que las teorías líquidas transformen las elecciones en procesos de marcas y no de ideas” .

Seguimos pensando aquello, pues ese escenario inverosímil, da pie para explicar el actuar de la candidata de Nuevo Pacto Social, Yasna Provoste Campillay, reconociendo su derrota y el actuar de los partidos que conformaron su alianza, declarando su apoyo a Gabriel Boric, sumándose el acompañamiento de los congresistas electos del sector (sin condiciones, además). En esa línea, destacada es la imagen de compromiso democrático de Carmen Frei, presidenta del Partido Demócrata Cristiano (PDC) con el candidato del conglomerado político Apruebo Dignidad, sin vacilaciones y sin condiciones. Ello debe entenderse como actos funcionales a principios e ideas, pues, y sin miedo a abundamientos en ese razonamiento, se agrega, el discernimiento de Camilo Escalona por medio de una reciente opinión de su autoría , coincidiendo sin dobleces, en la necesidad de que el socialismo democrático se pronuncie favorablemente hacia Gabriel Boric sin condiciones, por Chile y su pueblo (sin vetos y sin exclusiones).

Así, ronda para algun@s un sentimiento de responsabilidad política con la patria (y no de revanchismo y cálculo político), sin perjuicio de la lacerante crítica a la que fueron sometidos durante varios años (justa o injustamente) por las desigualdades diversas que se han diagnosticado profusamente en tiempo y espacio. En esa misma dirección, Ricardo Lagos Escobar, sin petición y sólo por responsabilidad política, ya manifestó su acompañamiento a Gabriel. En esta inverosímil circunstancia, los apoyos se han concretado sin tibios mensajes, con acciones concretas, con disponibilidad, sin ambigüedades y sin cálculos mezquinos, con toda la fuerza de estos 30 años.

 

Esquizofrenia, plazas y nueva geografía del poder

Sumamos al análisis inverosímil, la constatación real del uso de las técnicas propagandísticas gestionadas desde el marketing político sobre territorio físico y virtual, colocando en valor justo la idea de orden y restauración de la paz proyectada/empatizada desde distintos espacios populares y de clase media emergente. Ahí es donde la ecuación de delincuencia y narcotráfico crea un escenario para que un JAK sea percibido como la solución, en perjuicio de la existencia de las otras tendencias de Nuevo Pacto Social y Apruebo Dignidad, que también buscaron instalar.

Nos surge la pregunta si ¿es la esquizofrenia del votante nacional o es la volatilidad del voto, los que ayudan a explicar tal situación?

Creemos que es la suma de todos los miedos lo que lo explica, como así también es el resultado de la mala gestión del gobierno y una mezcla de agote por los altos niveles de delincuencia, narcotráfico e incertidumbre de lo que vendrá, cuestión agudizada por las amplias coberturas de televisión abierta y RRSS (territorio virtual), las que ayudan a explicar lo que pasó, donde, vía mensaje, técnicas publicitarias y relato lo hizo mejor JAK, al desplegarlo en la geografía de la tricontinentalidad chilena.

Esto, además, tendrá un factor multiplicador en el fragmentado Congreso casi perfectamente distribuido, tanto en la cámara baja como en el senado, pues en el siguiente período legislativo se observará cómo los sectores de izquierda y centro izquierda v/s los sectores de derechas (con nuevos representantes del partido Republicano y el del La Gente), continuarán la discusión que quedará pendiente luego de la elección presidencial. Lo que implica que se hace necesario no subestimar a los sectores conservadores y más liberales de las derechas, ya que siempre tienen posibilidad de rearticulación y, en estos tiempos de vertiginoso tránsito humano, pareciera, más todavía. Por ello, se debe mirar con atención la experiencia internacional (Estado Unidos con Donald Trump y Brasil con Jair Bolsonaro).

Así conformada la disputa presidencial, con esta nueva geografía del poder, y una convención constitucional en pleno discernimiento, resulta atingente la siguiente pregunta: ¿plaza de la dignidad o plaza Italia?, pues su respuesta, replicará en todas las regiones, comunas y pueblos, en cuanto cristaliza simbólicamente la tensión social de octubre del 2019.

Este icónico lugar es una provocadora invitación a las candidaturas. Si bien a JAK, puede intuírsele cuál sería su respuesta y cómo la relaciona con su expresión de seguridad. Nada dice que la misma sea igual a que le asegure triunfo. Mientras a Gabriel le queda espacio en las plazas para sumar más personas y dialogar e integrar, realizándola sobre la certidumbre que él representa en la actualidad un arcoíris nuevo, más amplio que tiene relación con la nueva Geografía del Poder, que hace para quienes suscriben esta opinión, otra vez, posible, revertir lo inverosímil.

(*) José Orellana es académico UAHC y Dr. en Estudios Americanos. Hernán García es profesor UAHC, diplomado en Big Data, en Ciencias Políticas y Administración Pública.