Proyecto en convenio con la Escuela de Antropología_Apuesta científica de la Escuela Superior Campesina abrirá prácticas para alumnos de la UAHC
En la Isla Grande Chiloé, específicamente en la comuna de Curaco de Vélez, el polo tecnológico de la Escuela Superior Campesina irradia al resto del país una tarea en sintonía con lo último en permacultura, agroecología y la academia formal para la creación de líderes y el enriquecimiento del diálogo de saberes. Fundada por los ex alumnos, hijos de campesinos y productores agrícolas de Águila Sur-Paine en los años 80 (ver nota al pie); la iniciativa de la Región de Los Lagos que fortalece la sustentabilidad, la autogestión y la transferencia tecnológica en la zona ya va por su tercera generación del Diplomado en Desarrollo Rural.
La directora de la Escuela Superior Campesina, la antropóloga Carmen Barría, sintetiza este proyecto en tres áreas cognitivas relevantes: el aprender a hacer, el reaprender a pensar y la formación de personas en comunidad. En la práctica, los alumnos se forman en una línea de investigación popularizada por el Massachusetts Institute of Technology, MIT llamada “From Ego- to Eco-System Economies” y que precisamente enlaza el conocimiento tecnológico actual con los antiguos saberes agropecuarios.
Así, una jornada típica del diplomado cubre disciplinas técnicas como biotecnología aplicada a la acuicultura, historia oral de la agricultura de la papa chilota, actualizaciones en la certificación de tipos de ovejas, trabajos de invernadero y otras clases prácticas en terreno que se realizan con la colaboración del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) de Chile y científicos invitados. Por otro lado, las habilidades blandas de los alumnos comprenden formación en liderazgos, teatro, comunicación, cine y video, inteligencias múltiples y más.
Destaca otros intereses que se suman al proyecto educativo como contingentes discusiones de género, indigenismo o la relevancia del sindicalismo en el siglo XXI. Temas que los mismos estudiantes plantean en las sesiones, dice Barría. Dentro de las actividades curriculares, el mismo espíritu innovador incluye conferencias permanentes a cargo de economistas como Cristina Carrasco; la geógrafa y experta en género y ruralidad, docente de nuestra Universidad, Ximena Valdés; el agrónomo y ex ministro Jacques Chonchol; o del sociólogo Premio Nacional Manuel Antonio Garretón y otros referentes en áreas diversas de la música, poesía y teatro.
En busca de un perfil de ese joven y futuro egresado, la directora describe a una persona responsable más allá del ámbito ciudadano. Una persona respetuosa de su entorno en términos del territorio y la comunidad. “Una que puede funcionar en diversos planos, no sólo manipulando lo material o liderando personas, sino involucrada genuinamente con las problemáticas de su hábitat y capaz de presentar soluciones conjuntas de manera colectiva”, sostiene.
“Nuestra malla enlaza la cultura local histórica con las tecnologías actuales y la ciencia para generar un retorno al trabajo en la ruralidad que no sea esa cosa tan pesada de hace 50 años. Por ejemplo, una asignatura exclusiva es la de remo y construcciones en la que los estudiantes aprenden a fabricar embarcaciones de primera fuente gracias a Miguel Garmin, un genuino maestro de ribera”, agrega.
Un nuevo currículum
Al respecto, el historiador y antropólogo, docente de nuestra Universidad, José Bengoa, uno de los académicos detrás del proyecto original en Paine y hoy en Curaco de Vélez, coincide en que ese diálogo de saberes científicos y ancestrales es tan urgente como necesario. “La tendencia a crear y fortalecer este tipo de currículum es global y se centra cada vez más en proyectos de comunidad donde la ganancia personal ya no es más importante que el respeto a lo colectivo, a la casa común y la ecología”, dice sobre la implementación de una industria salmonera que puede refundarse en las buenas prácticas, en el rescate de insumos como la almeja juliana o el cultivo de nuevos tipos de papas y otros superalimentos que apuestan a mercados específicos en lugar de masivos, por ejemplo.
“Esta revolución del aprendizaje es una apuesta a volver al campo”, señala el profesor acerca de una tendencia que se debate en las grandes urbes y que se enfrenta a la migración desde el territorio rural. “Está comprobado que puede generarse un desarrollo rural sustentable, que sea amable ecológicamente y también con las comunidades humanas. Algo distinto al tipo de crecimiento agropecuario masacrador que algunos entienden erróneamente como “desarrollo”. Que la Escuela Superior Campesina germine en Chiloé no es una casualidad, porque acá es donde se vive de manera clara la contradicción entre una ruralidad amable, pero también el tremendo desastre ecológico que significan las salmoneras”, plantea.
“No soy ningún ingenuo para creer que este tipo de economías familiares van a ser la columna vertebral de la economía agraria chilena en el corto plazo, pero sí nos consta que Europa, Canadá y EEUU viven un período de transición en busca de escapar del modelo neoliberal más brutal. Algo que la antropología está sacando en limpio y que muestra que no estamos ante una apuesta utópica. No señalamos que las salmoneras deban desaparecer, sino que operar en pos de una comunidad acuícola comunitaria más amable con el medio ambiente puede ser tan o más productivo que la depredación actual”, dice Bengoa.
El futuro es la sustentabilidad
El autor de “La emergencia indígena” adelanta que existe un convenio entre la Fundación Curaco de Vélez y la Escuela de antropología UAHC mediante el cual la Escuela Superior Campesina se convertirá también en centro de prácticas para que los titulados puedan instalarse en la localidad para realizar programas de investigación conjunta. El proyecto que comienza este año, se extenderá posteriormente a otras carreras y universidades interesadas.
En términos del currículum formal de la Escuela Superior Campesina, Bengoa habla del rol sustentable de una experiencia académica como esta, donde el financiamiento corre por cuenta de un proyecto turístico asociado a la comunidad y el aporte de los mismos estudiantes.
“Es notable la manera en que la gente del pueblo apoya la Escuela. La panadería local nos envía el pan gratis, el almacén del barrio envía una canasta con ingredientes para el almuerzo, los mismos estudiantes llegan con cosas sabrosas: un saco de papas, el milcao o saco de choros para la comida, etcétera. Eso es sustentabilidad.
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(*) En los años ochenta el académico de nuestra Universidad, José Bengoa, organizó la Escuela Superior Campesina de Paine. Este proyecto funcionó durante casi 10 años y por esa experiencia educativa pasaron más de cien jóvenes campesinos y campesino-indígenas, que se formaron como técnicos en desarrollo rural. Se trató de una enseñanza desescolarizada y de carácter experimental. Los resultados fueron tan exitosos que el año 2015 se formó, con y por parte de los ex alumnos de Paine, esta segunda Escuela Superior Campesina en la localidad de Curaco de Vélez, Chiloé, de la que Bengoa participa activamente como profesor hasta hoy.