Raúl González: “La teoría económica no considera a la economía social y solidaria”

Raúl González: “La teoría económica no considera a la economía social y solidaria”

En el marco del Seminario Internacional de Economía Social y Solidaria. Más allá del neoliberalismo, que se efectúa por estos días en nuestra casa de estudio y que  reúne a principales exponentes de América Latina y Europa,  uno  de los organizadores de la jornada, el economista y académico Raúl González,  abordó la importancia de esta instancia, el  cómo la economía social y solidaria (ESS) ha sido desplazada de la teoría económica,  de cómo lo aborda el circuito académico, y si es viable en un país como Chile, marcado por el liberalismo económico, llegar a legitimar este modelo como ocurre  en Colombia, Ecuador, Bolivia, Brasil y Venezuela.

Por Cristofer Denis

¿Qué evaluación hace de estos dos días de discusión?

Tomando como referencia al país y escuchando ponencias de la experiencia europea y latinoamericana, se plantean puntos donde se deja ver que  el debate en Chile está alejado. Lo que está rodeando a la economía social y solidaria, no solo en la práctica, si no que en lo conceptual, de toda la diversidad de lo que está en estos países, la conexión con ellos abre diversas perspectivas junto con las dificultades de llevar a cabo ideas como esta, obliga a que abramos una enorme puerta para pensar como se puede fortalecer este llamado sector de la economía que es distinto al público-estatal o privado-capitalista que plantea expresiones de economía social, comunitaria, campesina y doméstica.

¿Podemos hablar entonces de un tercer o cuarto sector?

El llamado tercer sector esconde una diversidad de distinciones internas, yo en este momento no se si hablar de un cuarto sector. Distinguiría un tercer sector que esconde o encierra una cantidad enorme de divisiones donde está el viejo mutualismo, cooperativismo; donde están las expresiones más comunitarias de raíz indígena, las asociaciones económicas del sector popular urbano. Hay expresiones más mercantiles: producen para vender, pero desde el sustrato popular; también hay economías no mercantiles como los grupos de salud comunitaria. En definitiva, la teoría económica no considera a la economía social y solidaria.

¿Es mal mirado el asociativismo o cooperativismo en Chile?

En Chile hay una aproximación un tanto lírica a todo lo que es el individuo y las acciones individuales, buscando el beneficio privado, el fin de lucro; hay una asociación errónea entre eficiencia y lucro. En Chile hay un discurso escéptico y negativo a todo lo que tenga que ver con lo asociativo, dominante de carácter liberal radical. Cada vez que hay algo común, a lo que conduce es a un mal final. A lo que conducen la mayoría de estas experiencias, es exactamente lo contrario, la virtud de lo común: las actividades, acciones, experiencias, iniciativas que tienen un carácter más colectivo y solidario crean sus propias virtudes en el camino.

¿Qué le falta a Chile para ponerse a la altura de otros países respecto a la ESS?

Hay dos cosas: aprender a leer la realidad, no excluyendo ni sacando fuera lo que nos ayuda a producir y en mejores condiciones. Hay una importante cantidad de cosas que ocurre en la sociedad que producen bienes y servicios que no pasan por el mercado, y si pasan por el mercado, están sustentadas en varias situaciones no mercantiles. Entonces, lo que ocurre es que hay un aspecto de visibilización de una parte de la economía que es fundamental y que tiene que ver con la reciprocidad, la economía doméstica, comunitaria, lo que son los factores solidarios en empresas formales como las cooperativas y que el factor solidario es importante para que ellas funcionen.

¿Se ha hecho suficiente en esta materia?

Hay que entender que una parte de la economía tiene un componente no ligado al lucro o beneficio privado, que lleva a mejores relaciones sociales y de convivencia. No se hace suficiente porque hay ojos y fuerzas que exigen más. Entonces, esa definición económica dentro de un estado plurinacional social solidario, en la medida que inunda en la sociedad, se exige más y aparecen discursos como que no se es consistente con lo que está diciendo, pero es parte de la dinámica al igual que el frustrarse, que son parte del cambio social y muestra capacidades de avance.

¿Y cómo se puede hacer, considerando que ayer planteaba que esta discusión no está al nivel burocrático y se está insertando en el circuito académico?

Ver eso es la primera necesidad que tenemos, hacer saber que está, no es un invento. Y en segundo lugar, generar una fuerza a nivel sociopolítico donde estas expresiones tengan un discurso que también atraviese a lo público, presione hacia el estado, cree marcos jurídicos.  En la medida que estas experiencias, viendo también la de países vecinos, terminan expresándose en marcos jurídicos más favorables, serán criticadas por insuficientes. El que la academia acoja esta relación que debe ser también novedosa con las expresiones que están en interacción con la realidad,  es un elemento que ayudará a fortalecer la presencia de este sector de  la economía en la mirada y el impulso de políticas públicas sobre el tema.