Reflexionando sobre la paz

Reflexionando sobre la paz

(*) Por Abraham Magendzo K.

Carta publicada en El Mercurio

La Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) nace de una toma de conciencia de los pueblos, tanto del origen como de las horrorosas consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, la que produjo millones de víctimas inocentes, el exterminio de millones de judíos y el regreso a la barbarie en el empleo de la violencia, considerada hasta entonces, como el recurso más frecuente para resolver los conflictos entre los pueblos. En este contexto histórico, la Organización de las Naciones Unidas, por medio del respeto a la DUDH, propuso e invitó a los Estados representados, a reemplazar la cultura de la fuerza y de la violencia por una cultura de la paz.

La cultura de la paz consiste en una serie de valores, actitudes y comportamientos que reflejan el respeto a la vida, al ser humano y a su dignidad, y que rechazan la violencia en todas sus formas y previenen los conflictos tratando de atacar sus causas para solucionar los problemas mediante el diálogo y la negociación entre las personas, los grupos y las naciones, teniendo en cuenta y respetando un punto muy importante: los derechos humanos y que mantiene la adhesión a los principios de libertad, justicia, solidaridad y tolerancia, así como la comprensión entre los pueblos, los colectivos y las personas. La paz no es solo la ausencia de violencia, es además, justicia social, respeto a los derechos humanos y del estado de derecho, es vivir en un estado de seguridad como derecho social.

En mi calidad de educador recojo lo que decía Mahatma Gandhi: “Si queremos alcanzar la verdadera paz en este mundo y si queremos llevar a cabo una verdadera guerra contra la guerra, deberemos comenzar con los niños. Y si ellos crecen unidos de su inocencia natural no tendremos que luchar más, no tendremos que someternos a vanas resoluciones idealistas, sino que iremos del amor al amor y de la paz a la paz, hasta que todos los rincones del mundo estén cubiertos de paz y amor. El mundo está hambriento de ellas, consciente o inconscientemente”.

Pareciera que hay quienes en su niñez no fueron educados para la paz, sino que para la guerra y la violencia.

(*) Doctor en Educación. Premio Nacional de Educación. Académico de la Cátedra Unesco en Educación en Derechos Humanos UAHC.