Reforma Laboral y desigualdad

Reforma Laboral y desigualdad

Por Hugo Fazio Rigazzi (*)

Chile es un país de elevada desigualdad. El 1% de las personas y hogares de más altos patrimonios se apoderaron de más del 30% del ingreso total. Somos un país productor de recursos primarios, aprovechando las ventajas absolutas o comparativas que entregan sus abundantes recursos naturales. “Los países ricos en recursos naturales – ha escrito el premio Nobel Joseph Stiglitz- son famosos por su tendencia a vivir de las rentas”. Gran parte de la desigualdad es explicada por  “(…) el resultado de la captación de rentas, porque es una actividad que hasta cierto punto traslada el dinero de los de abajo a los de arriba”.

Una de las manifestaciones claras de esta asimetría reside en que el piso de las negociaciones se realiza a partir de las remuneraciones nominales existentes, sin considerar la disminución real que conlleva la inflación que en el país se ha mantenido por un largo período encima de la banda máxima de 4% que tiene el Banco Central como objetivo. En otras palabras, el piso parte de una disminución de los salarios reales, lo cual coloca en situación de desventaja a los trabajadores.

De allí la importancia que tiene en un país como Chile una Reforma Laboral, si contribuye a reducir esta brecha. El proyecto a consideración del Congreso en lo fundamental permite que los trabajadores chilenos accedan a condiciones que existen desde hace tiempo en muchos países. “Estamos avanzando en un proyecto –señaló Bárbara Figueroa, presidenta de la CUT-que se hace cargo de los mínimos y el problema es –añadió, teniendo presente lo sucedido en su proceso de aprobación en el Senado- que algunos están relativizando esos mínimos”.

La vicepresidenta de la DC, Yasna Provoste, sostuvo después del trámite en el Senado, que “el proyecto tal cual fue aprobado en la Cámara ha tenido variaciones y esperamos volver a poner la reforma en una senda que nunca debió alterarse”. Ello choca con la posición de varios de los senadores de su mismo partido que actuaron en la dirección de “emparejar la cancha”, a la cual se han sumado públicamente un grupo de militantes de la DC agrupados bajo el nombre de “Progresismo con Progreso”, entre los cuales figuran los ex ministros Eduardo Aninat, Mariana Aylwin y Hugo Lavados, que también se han destacado por su oposición a las reformas en el plano de la educación.

Son demostrativos de esta relativización de los mínimos por una parte que la relación capital-trabajo en general es profundamente desigual. Un menor desequilibrio está en relación directa con la representatividad de las organizaciones de los trabajadores contra lo cual atenta en muchos sectores las multiplicidad de organizaciones sindicales y el elevado porcentaje de trabajadores que no pertenecen a estructuras colectivas.  Según la Encuesta Laboral Encla 2014, un 81,4% de las empresas nunca ha tenido un sindicato, y de acuerdo al Anuario Estadístico de la Dirección del Trabajo la tasa de sindicalización era para el mismo año solo de un 14,7%. La principal herramienta de los trabajadores, cuando no se han alcanzado acuerdos o se les quiere imponer regresiones, es el derecho a huelga, que para ser efectiva debe tener la capacidad de paralizar efectivamente actividades. De allí, el retroceso que significa hablar de darle atribuciones a la empresa para  “adecuaciones internas”.

Un segundo ejemplo está en las limitaciones que se busca establecer al funcionamiento de los sindicatos e interempresas, por grandes intereses económicos estructurados en poderosos consorcios sectoriales y en organizaciones  patronales del mismo carácter, las cuales actúan como un todo, pero paradójicamente quieren que los trabajadores solo lo hagan a nivel de empresas.  Su búsqueda es que la contraparte por parte de los trabajadores sea lo más atomizada posible, esto obviamente se apoya también en todas las manifestaciones de dispersión existente en el mundo sindical. El país debería avanzar, por el contrario a negociaciones por rama, las que actualmente son solo excepciones y se dan de hecho como es el caso de los portuarios y de los empleados fiscales.

¿Qué se puede hacer para influir en este escenario?, la clave reside en la movilización y organización activa de los interesados, los trabajadores,  para entonces poder incidir en los procesos de reforma.

(*) Economista. Fundador del Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo (Cenda), profesor emérito de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.

Ex vicepresidente del Banco Central de Chile (1970-1973). Desde 1974 a la fecha publica Cartas Económicas Semanales y Resúmenes Económicos Trimestrales, en los que analiza la economía chilena.  Autor de, entre otros: Crece la desigualdad ¿Otro mundo es posible? (2001); ¿Quiénes gobiernan América Latina? (2003); Mapa de la Extrema Riqueza al año 2005 (2006); Lagos: El presidente “progresista” de la Concertación (2006); EE.UU: centro de las crisis globales (2008); Crisis mundial: ¿Recesión o Depresión? (2009).