Siete nuevas tesis para América Latina

Siete nuevas tesis para América Latina

(*) Por Luis Campos

En Lima, en el año 1928, José Carlos Mariátegui publicó uno de los textos que más impacto han tenido para la formación de miles de intelectuales en nuestro continente: Los siete ensayos de la interpretación de la realidad peruana. En dicho libro, considerado la obra prima del autor, reunió varios artículos que, desde su perspectiva marxista, daban cuenta entre otros aspectos del problema del indio (todavía candente hoy en América), el problema de la tierra, la cuestión religiosa y la educación pública. Considerado uno de los grandes pensadores de América Latina fue leído, comentado y replicado a lo largo de todo el continente. Casi cuarenta años después, en 1965, Rodolfo Stavenhagen presentaría sus también famosas Siete Tesis equivocadas sobre América Latina, las que entre otras cosas planteaban con claridad la cuestión del colonialismo interno, el que el progreso se hace a costa de las sociedades llamadas tradicionales y que no son necesariamente un obstáculo para el desarrollo; que habría, al contrario de lo que se piensa, una alianza entre la burguesía nacional y las oligarquías terratenientes (y Chile es un buen ejemplo de eso); que el desarrollo en América Latina sería obra de una pujante clase media y estimularía la movilidad social reduciendo las desigualdades (para que decir que Chile nuevamente es un ejemplo casi terrorífico de lo contrario); que el mestizaje es la base de la integración lo que ha llevado al blanqueamiento y a la pretendida desaparición del indio; y por último que el supuesto progreso derivará de una alianza entre obreros y campesinos, cuando en verdad lo que se ha impuesto es un seudo modelo de igualdad que replica las diferencias originadas en tiempos coloniales y que, finalmente, el subdesarrollo es producto del desarrollo de otros, volviendo a la cuestión del colonialismo interno orquestado por élites (presentes con fuerza en nuestro país) que reproducen los sistemas de dominación colonial tanto con obreros y campesinos. Todas estas tesis, tanto las equivocadas que critica Stavenhagen como las contra tesis que propone como una correcta interpretación de la realidad de América Latina, han alimentado, al igual que el pensamiento de Mariátegui, a cientos de pensadoras y pensadores que a partir de ellos vieron a América Latina con otros ojos y que fueron la base de muchas formas novedosas y menos colonizadas de dar cuenta de este continente y de lo que sucede en cada uno de nuestros países.

Y es eso precisamente con lo que me encontré casi por azar a casi cien años de la publicación de los siete ensayos y casi 60 años después del texto de Rodolfo Stavenhagen, ya que durante el año 2023, en mi calidad de docente de la Carrera de Antropología de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, tuve el privilegio de dirigir nada menos que siete tesis, esta vez no equivocadas, y que de una u otra manera y guardando las debidas proporciones, han llegado a proponer a su modo nuevas formas de ver las cosas en este convulsionado país en el que se ha convertido Chile en el último tiempo. He aquí entonces las nuevas siete tesis sobre América Latina y que honran a nuestra institución, pero sobre todo a las y los estudiantes que se esforzaron desde sus posiciones, muchas veces de subalternidad, para dar cuenta de manera original de una parcela pequeña, pero no por eso menos importante, de nuestra realidad.

Las dos primeras tesis son fruto del esfuerzo de estudiantes muy jóvenes que ya en su cuarto año de carrera han debido y sabido identificar importantes problemáticas de la realidad urbana en la ciudad de Santiago. Ricardo Briceño, viniendo de un lugar muy parecido al que se propuso estudiar, da cuenta de un grupo juvenil denominado los Pelpa que viven en una población cerca de la empresa Papelera en Puente Alto. A partir de algo próximo a la autoetnografía se posiciona en el rescate de este grupo al que construye como si fueran una cultura o una etnia diferente al entorno en el que se criaron. Corriendo los riesgos de caer en los demonios que rondan a muchos jóvenes chilenos, este grupo también de plaza, de esquinas, de borracheras y alguna vez de drogas livianas, se presenta como un espacio de acogida para sus miembros que, por oposición, al igual que los grupos étnicos y sus fronteras como los planteaba Frederick Barth, van construyendo una identidad que los fortalece y enriquece, protegiéndose y convirtiéndose en una especie de oasis en su entorno.

Por su parte, Nicolás Lavalle caracteriza las relaciones interétnicas en la asociación indígena Kiñe Pu Liwen en la cual desde el año 2022 fue acogido como uno más de la comunidad, cumpliendo a cabalidad los mandatos de la disciplina antropológica: inmersión profunda, colaboración en sus actividades y abordando no la discriminación y la exclusión que viven muchos mapuches en la ciudad (aunque sin duda también es algo que aparece en su trabajo), sino focalizándose en los esfuerzos que realiza la asociación por mejorar las relaciones interétnicas incorporando a los no mapuche a sus actividades, no importando si son chilenas o chilenos, extranjeros o de cualquier lugar, bajo la premisa de que si usted los conoce y convive con ellos en igualdad de condiciones, con seguridad que entenderá mejor quiénes son y como viven los mapuche en la ciudad.

Las otras cinco tesis ponen énfasis en el esfuerzo que debemos realizar como comunidad educativa de intentar por todos los medios que los estudiantes concluyan con éxito su proceso formativo, más allá de las dificultades de diferente índole que van surgiendo y que puede a veces llevarlos a demorar muchos años para poder recibir su título. En primer lugar, está el excelente trabajo de Catalina Jara quién tas haber egresado hace algunos años comenzó a trabajar en el tema de la salud intercultural o salud propia vinculada a centros de salud y rucas que practican la salud mapuche en la ciudad. Desde su condición de mapuche se posiciona tanto desde su lugar de funcionaria, pero también de activista y con una mirada reflexiva, crítica, pero a su vez conocedora desde adentro de la realidad (que más antropológico). Desde ahí aborda los pros y los contras del ejercicio de la salud intercultural, contrastando los planes estatales, muchas veces cambiantes, con los deseos de incidir en sus realidades. La salud intercultural se vuelve aquí un espacio para que los sujetos, alguna vez subalternizados, se vuelvan protagonistas de su propio destino.

Por su parte, Carla Acevedo después de muchos años ha conseguido concluir su formación con una tesis que comenzó antes de la pandemia y que, por el mismo Covid-19, por su condición de madre y muchos otros factores, le impidieron hasta el presente poder concluir exitosamente sus estudios. Trabajando los programas de inclusión de migrantes en un establecimiento educativo de la Región Metropolitana de Santiago, evalúa las consecuencias de las políticas de inclusión y cómo estas pueden llegar a producir efectos completamente distintos de los que se podría inicialmente pensar. En un sistema educativo marcado por condiciones neoliberales y por criterios de acreditación y competencia entre las mismas instituciones, muestra los esfuerzos que realiza la comunidad educativa para promover la inclusión de migrantes en su mayoría venezolanos y de los impactos negativos que tienen estas políticas en la medida en que son vistas por los apoderados chilenos como un privilegio que a veces, de manera real, los termina excluyendo a ellos para dar espacio a los migrantes, produciéndose así una exclusión que se deriva esta vez de una política inclusiva generando más racismo y xenofobia que los que existían antes de la misma política.

Al igual de lo que sucede en el liceo anteriormente descrito, Fernanda Zamora, la quinta nueva tesis, ha debido enfrentar durante su formación los vicios que tiene nuestro sistema, plagado de metas de corto plazo que impiden muchas veces apreciar el valor de una joven profesional que lleva años también trabajando en diferentes espacios. Hace algún tiempo fue invitada a participar de una investigación que le pareció motivante (aspecto fundamental a la hora de realizar una tesis) llegando a conocer la realidad de las cuidadoras de tumbas en los cementerios. Actividad desconocida para muchos de nosotros, aborda el tema de la muerte, del recuerdo y de los cuidados que se deben brindar a aquellos que ya se han ido para que su memoria siga entre nosotros. Oficio que sin ser reconocido en términos oficiales tiene, no obstante, el apoyo de muchos cementerios que permiten que estas mujeres (porque es una práctica principalmente femenina), reciban un aporte voluntario por su trabajo, develando así un mundo desconocido y lleno de sutilezas y de cariños por aquellos que ya no están.

Las dos últimas tesis abordan el tema de la afrodescendencia. En primer lugar, la sexta tesis, corresponde al trabajo de Paulina Aldana quién desde muchos años atrás comenzó a trabajar con la población migrante haitiana con la cual ha mantenido contacto hasta hoy. Su perspectiva, también novedosa, apunta a caracterizar las trayectorias de migrantes exitosos o bien sucedidos en el país, dejando de lado otras perspectivas de investigación que en su mayoría hablan de los problemas de integración, del racismo o hasta de la delincuencia. En su caso, toma como objeto de investigación las trayectorias bien sucedidas de los y las migrantes poniendo énfasis en los elementos que traen al migrar y que les sirven para lograr sus objetivos en una realidad tan distinta a la de su país. Por medio de la asociatividad, su participación en organizaciones que operan como estructuras transicionales (utilizando el viejo concepto acuñado por Carlos Munizaga y aplicado a migrantes mapuche en la ciudad), y apoyados por sus familias y amigos, logran un proyecto migratorio exitoso que no implica necesariamente el quedarse en Chile ni tampoco volver a Haití. Muy por el contrario, el proyecto bien sucedido los convierte en migrantes permanentes que una vez conseguido sus objetivos buscan un nuevo destino en donde poder seguir transformando sus realidades.

La séptima y última tesis, de Scarleth Nijbor, nos habla de una increíble investigación desarrollada por más de veinte años en que fueron entrevistadas casi 70 personas y se construyó una genealogía que cubre 1800 sujetos que a lo largo de 10 generaciones van respondiendo a diversas situaciones para definir sus estrategias matrimoniales. Primero casándose y generando descendencia entre los mismos afrodescendientes, para luego pasar, afectados por la chilenización, al tiempo en que rehúyen los matrimonios endogámicos para privilegiar los matrimonios con los no afros, lo que viene a cambiar casi 100 años después con la emergencia afrodescendiente que se da en Arica, el surgimiento de las organizaciones y su posterior reconocimiento como pueblo tribal afrodescendiente chileno. En un trabajo hecho a pulso y a costa de tomarse mucho más tiempo que lo recomendable para concluir su tesis, entrega por fin un trabajo completo, de alta calidad, inédito y con un trasfondo colaborativo que sin duda ha sido uno de los aportes fundamentales que tuvo el pueblo afrodescendiente para ser reconocido en Chile.

Por último, en esta misma línea, se debe hacer mención del trabajo colaborativo que realizaron los y las estudiantes durante los dos semestres que duró el seminario de grado. Como docente tutor les planteé desde el inicio que el trabajo sería mejor, que avanzarían más, si dejaban de lado la competencia declarada que imponen los actuales estándares de acreditación universitaria, sobre todo en la producción científica y que lleva muchas veces a querer pasar por sobre los otros para conseguir sus objetivos. Envidias, ocultamiento y robo de información, recelos y otras formas que, más allá de estimular una buena generación del conocimiento, vienen a ser obstáculos para la investigación científica, al punto que al igual que en el caso que nos presenta Carla Acevedo, terminan con un resultado completamente diferente, generando no sólo peores investigaciones, sino el potenciamiento de verdaderos monstruos de la actividad académica que producen decenas de papers a espaldas de la gente común y en un espacio de profunda belicosidad intelectual. En este sentido, la propuesta inicial del seminario fue de colaboración y de apoyo mutuo, aunque no exento de crítica. Dejando de lado la importancia excesiva que se le da a las calificaciones, les propuse que el seminario era principalmente un espacio de colaboración en donde debíamos aprender de los errores de los otros, pero de una manera constructiva en donde todos éramos, como lo planteó Paulo Freire, tanto educadores como educandos. Por iniciativa del mismo grupo al poco tiempo tenían un grupo de WhatsApp en que se compartían los comentarios que yo les hacía de manera individual y me ayudaban así, más allá de lo diferente de los temas que se trataban, a instalar una manera de trabajo solidaria y colaborativa que ayudó, en definitiva, a la creación de estas nueva siete tesis con que cuenta hoy América Latina.

(*) Por Luis Campos. Doctor en Antropología, licenciado en educación, investigador CIIR y docente UAHC.

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