SIMCE: ¿Nos sacaremos el velo a tiempo?
Los resultados que anualmente arroja el SIMCE revelan una realidad inocultable: el sistema educativo chileno sufre una crisis de envergadura. Quienes destacan que el principal problema de nuestra educación es la falta de recursos o la mala calidad de nuestros docentes se quedan en los efectos aparentes de estos magros resultados, eludiendo las causas profundas del problema.
La municipalización y el lucro son los problemas centrales de la mala educación existente en nuestro país. El traspaso de las escuelas y liceos a entidades sin competencias para la administración educativa ha desligado al aparato del Estado de su responsabilidad histórica. Al mismo tiempo, el mercado como orientador de la enseñanza, con la persistencia del lucro en las escuelas subvencionadas, mantendrá la mala educación y acentuará la división clasista si no se produce una transformación radical de sus fundamentos.
El SIMCE refleja que el dinero y la insuficiente regulación estatal de las escuelas, públicas y privadas, no asegura calidad en educación. En efecto, en la medición de matemáticas para cuarto básico, por ejemplo, sólo un 49% de los estudiantes del nivel socioeconómico alto alcanzó el estándar esperado para su curso. Es decidor que incluso en los establecimientos educacionales privados más caros del país, en un curso de 40 alumnos, sólo 20 aprenden lo que se debe.
El modelo impuesto por la derecha bajo el régimen de Pinochet, vigente hasta hoy, no asegura educación de calidad para nadie, ni siquiera para las clases más altas de la sociedad. No es normal que entre 1999 y 2009 la medición del área de lenguaje, comunicación y lectura en cuarto básico muestre sólo un incremento de 12 puntos y en el área de matemática, 3 puntos. Tampoco lo es que en octavo básico los resultados de lenguaje hayan mejorado sólo en 2 puntos y en matemática sólo 10.
Ello se agrava al constatar que en este período el presupuesto en educación subió un 68%, se implementó la Jornada Escolar Completa, se cambió completamente el currículo, se instauró la subvención adicional para los alumnos más vulnerables y se implementaron programas enfocados a los liceos con peores resultados, así como la iniciativa que impulsó que 17 facultades de pedagogía cambiaran la formación de docentes.
Es cierto que nuestra educación requiere más inversión y mejores docentes, pero ello no enfrenta el fondo del problema. Si no se modifica radicalmente la institucionalidad actual -basada en la municipalización-, y la lógica del lucro, nunca conseguiremos una educación equitativa y de calidad para todos nuestros niños. El Estado debe reconstruir el sistema público como el articulador central de toda la educación en el país.
Sólo una educación gratuita de alta calidad permitirá garantizar, en un plazo breve, a todos los niños y jóvenes una formación que le asegure al país las capacidades profesionales, científicas y tecnológicas que requiere. Y además, la normativa y calidad de la escuela privada deberá ser supervisada por el Estado. La OCDE, en un estudio que realizó el año 2004, concluyó que “El Ministerio de Educación de Chile tiene una ideología indebida en la cual cree que factores de mercado mejorarán la calidad de la educación chilena (…)”.
Mientras no se erradique la lógica del lucro, y no se coloque al Estado como rector de la educación, la mala enseñanza persistirá en nuestro país. ¿Nos sacaremos el velo a tiempo?