Sobre la segunda vuelta presidencial: ¿Y si vuelve a aumentar la cantidad de votos?
(*) Max Oñate Brandstetter
“En una sociedad económica y socialmente desigual, una igualdad políticamente perfecta no es posible, porque gente con recursos diferentes, tiene impacto e influencia política diferente y el mero hecho de tener derechos no es eficaz sin los recursos para ejercer esos derechos. Varios grupos de interés, compran políticas a través del financiamiento de partidos…”
Adam Przeworski
Durante el proceso electoral de 2017, pensé en la victoria inevitable de Alejandro Guillier. Ello no porque Piñera fuera del sector de la derecha y ya había sido Presidente, sino por las cifras de la primera vuelta y la tradición electoral de las segundas vueltas -al parecer- hasta entonces.
Ricardo Lagos Escobar fue el primer Presidente de la República de Chile en ganar en segunda vuelta -la más estrecha hasta ahora- contra Joaquín Lavín, inaugurando los procesos de segunda vuelta electoral presidencial en Chile, donde siempre descendieron los votantes en el balotaje.
La baja en la participación en segundas vueltas presidenciales tiene una explicación: en primera vuelta se define la composición del Parlamento, como también, las dos primeras mayorías que disputarán la presidencia. Esto señala que a mayor trascendencia electoral, aumenta la participación, y a menor trascendencia, disminuye, incluso a niveles considerables.
Elecciones de 2017:
Con un total de 6.703.327 votos, teniendo un 53,82% de abstención electoral:
Las candidaturas de la derecha (Sebastián Piñera 2.418.540 y José Antonio Kast 523.375), obtienen un total de 2.941.915 votos.
Las candidaturas de centro-izquierda (Alejandro Guillier 1.498.040, Beatriz Sánchez 1.338.037, Carolina Goic 387.784, MEO 376.871, Eduardo Artés 33.665 y Alejandro Navarro 23.968) obtienen un total de 3.658.365.
En este contexto, el triunfo de la derecha era muy difícil, porque la única forma de ganar la elección, era convocando voluntades por fuera de los votos emitidos, incrementando la participación electoral, contrario a toda la tradición electoral en segunda vuelta, donde la torta a repartir es más pequeña y se produce entre los “votantes de siempre”, pero ¿qué ocurrió entonces?
Guillier obtuvo 3.159.902 votos, perdiendo 498.463 votos, pensando que se reduce la cantidad de votos en segunda vuelta, aparentemente se enmarca en la misma dinámica de los procesos electorales.
Piñera obtuvo 3.796.579 votos, aumentando 854.664 votos, bajando la abstención a 50,98%, votando un total de 7.032.523, aumentando 329.196 votos en relación a la primera vuelta.
En el contexto del aumento en la participación electoral en la segunda vuelta, en la medida que aumentan los sufragios, la derecha es quien obtiene la mayoría.
Elecciones 2021:
Con una participación de 7.115.590, equivalentes al 47% del padrón electoral (que aumentó a 15.030.973), la distribución de votos, se compuso de la siguiente manera:
Las candidaturas de derecha (José Antonio Kast 1.961.122 y Sebastián Sichel 898.510) obtienen un total de 2.859.632 votos.
Las candidaturas de centro-izquierda (Gabriel Boric 1.814.809, Yasna Provoste 815.558, Marco Enríquez-Ominami 534.485 y Eduardo Artés 103.181) obtienen un total de 3.268.033 votos.
Franco Parisi 899.403
La candidatura de Parisi la instalo por separado de las candidaturas de la derecha, por razones propias de la distribución de votos, porque (pensemos que es de ese modo) la fidelidad del domicilio político, provocará la fusión electoral de las candidaturas.
Lo primero que hay que señalar, es el aumento de ciertas candidaturas de la elección anterior; donde Artés aumentó en 69.516 votos, respecto del año 2017, acercándose a 2/3 el aumento de su capital electoral, ME-O aumentó 157.614 votos, sin crecer tanto en su porcentaje, como el caso anterior y finalmente JAK, quien aumentó de 523.375 a 1.961.122 votos, aumentando en 1.437.747 su capital electoral.
Parisi tiene varias virtudes electorales, y formando parte del “ni izquierda ni derecha” como marketing, le permite reunir votos, pero ahora está en la difícil posición de tomar decisiones claves en segunda vuelta. Todos los candidatos derrotados han tomado un riel electoral determinado, menos Parisi.
Suponemos acá, que de cierta manera los candidatos tienen pleno y total control de todos sus votos, como para traspasarlos de forma íntegra a sus candidatos afines. De este modo, Parisi, quien se convirtió en “tercera mayoría” es quien tiene el control del balón electoral, una importancia gravitante, a la hora de evaluar quién ganará la próxima presidencia.
Escenarios posibles:
Parisi decide apoyar a Kast, traspasando sus votos, generando un total de 3.759.035 votos.
Parisi decide apoyar a Boric en las mismas condiciones, generando un total de 4.167.436 votos, superando levemente a Frei Ruiz-Tagle, quien ha sido electo presidente, con la cifra más alta de toda la historia de Chile y sin segunda vuelta.
Si el PDG decide abstenerse (en un 100%) gana Boric, si deciden dividirse mitad y mitad, gana Boric; todo eso pensando que se retorna a la tradición electoral de las segundas vueltas y disminuye (o mantiene en último caso) el número de sufragantes.
Antecedentes y una breve reflexión:
Estamos en la primera elección donde pasan dos candidaturas que no están adscritas a las coaliciones, anteriormente dominantes, del eje derecha-izquierda, producto del desgaste del “socialismo-liberal”, las candidaturas se alzan por sobre “el centro político”.
En el caso de la Derecha, el candidato de la segunda vuelta se desmarcó del presidente en ejercicio actual y del listado oficialista, del mismo modo en que la derecha se desmarcó de Pinochet, permitiéndose ganar la presidencia en dos oportunidades.
La Derecha abandona al candidato oficialista para apoyar al candidato republicano, sin respetar sus acuerdos electorales.
La ex Concertación pierde por tercera vez consecutiva la presidencia, aunque es primera vez que pierde en primera vuelta.
Si la democracia se debe parecer al mercado para ser estable –como señala Przeworski- entonces la democracia electoral se desenvuelve como la competencia entre privados. ¿Es posible que una pyme le gane a una gran empresa e incluso a una transnacional? NO, y no es descabellado pensar en el despliegue electoral de la Derecha, en momentos de aumento en la participación, y no se puede vencer “con convicción e ideas” el flujo del libremercado monopolizado, en reglas empresariales de la política, para el empresario y donde el éxito individual-empresarial es compatible en dicha relación comercial de dominación.
No se puede derrotar a un adversario electoral incrementando electores, donde ellos toman la iniciativa y el control, pero es curioso que la identidad derechista (anticomunismo, pluralismo limitado, autoritarismo, compatible con ser “demócratas”) se presente a sí mismo como plural y tolerante.
La campaña electoral de ambos lados, se planteará arrinconando y acusando a la respectiva contraparte de “extremo y totalitario”, buscando los votos “de centro”, apelando al aumento en la participación electoral en segunda vuelta (antecedentes del fracaso de la centro-izquierda) pero se debe tener en cuenta, que lo verdaderamente gravitante es el capital electoral de Parisi y el PDG, que pueden jugar un rol bisagra en el poder legislativo.
Para concluir:
Los adolescentes que saltaron el torniquete no pueden votar, pero abrieron el proceso constituyente (en términos generales) y la política en su contenido actual, pero si ganara Kast, no hay otra lectura: la sociedad adultocéntrica se encuentra diametralmente opuesta a los procesos políticos del conflicto vivido (y por vivir) en Chile.
(*) Cientista político UAHC.