En estos días de invierno del año 2020 se han desatado varias pandemias además de las que cotidianamente afligen a nuestras sociedades y en especial a esta en que nos ha tocado en suerte vivir. Junto a la peste del Coronavirus han recrudecido brotes de racismo en muchas partes del mundo y en nuestro caso también en la Araucanía. El gobierno ha cambiado penas de encarcelamiento por alternativas, dada la peste, a varios miles de presos que sobre pueblan las cárceles, pero se ha negado frente a los presos políticos mapuche, en un abierto caso de discriminación. Estos llevan largas semanas de huelga de hambre y la situación se ha puesto cada vez más tensa en el sur de Chile.
En este contexto bien vale la pena preguntarse por las condiciones de vida de la sociedad mapuche rural actual y si esta ha mejorado, empeorado o cambiado en los últimos 40 años. Allí se encuentran las bases de la injusticia y por cierto de la ira.
Hace casi 40 años (1982) tuvimos la ocasión de realizar un estudio de la sociedad mapuche rural. El año 2016 fuimos a las mismas comunidades. Este texto es una muestra abreviada de algunos de esos resultados. Se centra en asuntos económicos, de modo de comprender el modo de vida actual de las familias mapuche que viven en el campo.
No cabe mucha duda que la suerte de los agricultores mapuche está ligada a la de los campesinos chilenos no mapuche, a las políticas agrarias de los últimos gobiernos, y al flagrante deterioro de las condiciones productivas de la pequeña agricultura campesina (1). Ese es el contexto de este análisis. En los últimos casi treinta años se ha empujado a la agricultura hacia las exportaciones, dejando la producción interna de alimentos a la deriva en una situación cada vez más debilitada. Las lentejas, por poner un ejemplo, producidas anteriormente entre otros por la agricultura mapuche, hoy se importan de Canadá, en un resultado de la así llamada globalización.
La fotografía del 1982 y del 2016
Habían pasado ocho años desde el Golpe de Estado de 1973. En la Araucanía se sentía aún el miedo producido por la represión que le siguió. La movilización sobre las tierras usurpadas había sido muy grande en el contexto de la Reforma Agraria de la Unidad Popular. Muchos fundos fueron expropiados por el Estado. Fueron años de mucha violencia y luego del Golpe la represión local fue muy dura. Muchos dirigentes fueron apresados, no pocos fusilados, muchos desaparecieron, y un enorme número partió al exilio. Los agricultores que habían apoyado con entusiasmo el Golpe Militar, recuperaron sus tierras, casi en su totalidad.
En esos años de mucha marginación y ausencia de apoyo económico estatal, operaban de manera extendida las antiguas formas de solidaridad de las comunidades mapuche. Medierías, sistemas de “vuelta de mano”, mingas, en fin, una cantidad enorme de transacciones al margen del mercado formal, permitían que funcionara esa economía sin que se hubiesen producido situaciones por ejemplo de hambruna generalizada o migración masiva, que era fácil imaginar. Es por ello que ese estudio es una fotografía al final del período post reduccional, comunal y comunitario (2). Un segundo estudio en las mismas comunidades se realizó el 2016, casi cuarenta años después. Es una suerte de “revisited”, muy común y apreciado en las metodologías antropológicas. Por ello se lo denominó al proyecto “Economías mapuches revisitadas” (3).
La expulsión del mercado: Agricultura y Ganadería
La agricultura de las economías mapuches se ha mantenido básicamente en todo este período, en su estructura central sin grandes modificaciones: trigo (4), pastos para los animales, producción de hortalizas, huerto frutal, generalmente de manzanas, y muy pocas cosas más. Hay por cierto más invernaderos, galpones, bodegas, y otros enseres de esta naturaleza. La estructura de uso del suelo se ve en el cuadro del 2016.
Y la comparación entre casi 40 años es significativa. Arvejas, porotos, lentejas, esto es leguminosas han casi desaparecido. La producción de papas de la costa ha bajado fuertemente y así con la mayor parte de los productos que se comercializaban para el consumo nacional. Lamentablemente el cuadro no consigna la remolacha que para zonas cercanas a Temuco, Quepe por ejemplo, significaba un importante ingreso para los agricultores mapuche. IANSA cerró la estación receptora y ha disminuido sus plantas en el país. El lupino se mantiene aunque se producción es muy localizada (Maquehua y alrededores) y pequeña.
El trigo se ha transformado en un cultivo de refugio- fabricar el pan en la casa- y por tanto de subsistencia. Cada productor trata de sembrar a lo menos una hectárea, transformándose de este modo en una suerte de «cultivo de resistencia», por el valor cultural que tiene el pan (Kofque), la harina tostada y el «triguito» para las aves y así tener abundancia de huevos (5). Sube también la superficie de hortalizas ya que las comunidades del cordón cercano a Temuco producen verduras frescas, las que se van a vender en las ferias. Como se ha visto por la prensa han habido numerosos conflictos por las prohibiciones de las autoridades para que las mujeres vendan sus productos en las calles de Temuco. Esto significa que la economía agraria mapuche después de 40 años es mucho más subsistente y marginal del mercado que antes.
La ganadería mapuche hace 40 años era importante. Hoy ha dejado de serlo debido entre otras cosas a las exigencias y controles que han puesto las leyes y disposiciones ganaderas. Las ferias locales deprecian fuertemente el ganado mapuche, los servicios les niegan los permisos de tránsito, en fin, las cifras muestran una disminución muy acentuada de esta actividad que es central en la vida de la sociedad mapuche.
Hay un evidente proceso de diferenciación en las familias u hogares mapuche en cuanto a tenencia de animales vacunos. Quienes no tienen animales en los últimos 40 años han aumentado y quienes tienen más de cinco vacas se han duplicado. Quizá esto se debe a la diferencia en estos 40 años en la existencia de bueyes. Era muy común ver en el camino de Chol Chol a Imperial largas filas de carretas que iban y venían a los molinos o hacer las compras. El cuadro muestra que la disminución de caballos y bueyes es consecuencia por una parte de una cierta modernización- existencia de vehículos- y por otra parte de la estrechez territorial en que no hay pastos suficientes para tener esos animales. Es la explicación de la mantención mínima de ganadería.
La disminución sobre todo de cerdos es muy sintomática de lo que ocurre en el campo. El año 1981 casi todos los hogares tenían cerdos, solo un 16% no los tenía. Muchos no podían criar a los lechones, pero más de un 60% tenía más de dos chanchos en crianza. Hoy día la mitad de los hogares no tiene cerdos y se concentra en el estrato superior el 15% que tiene cinco o más cochinos y que puede criar. Las cabras han desaparecido casi completamente y solo en la Cordillera – el Alto Bio Bio- encontramos rebaños.
Son signos de pobreza por cierto, de carencia sobre todo frente a un modelo ideal en el que tener animales (Kullin), a los que echar mano para una fiesta, para la llegada de los hijos que vienen de trabajar en las cosechas, en fin, para vender en alguna emergencia son indispensables.
Si a la disminución de la existencia de animales agregamos la baja ostensible en la producción de productos agrícolas de mercado tendremos que, la diferencia que vamos a encontrar es que hace cuarenta años los ingresos monetarios principales provenían de la remolacha, lupino, arveja, porotos, lentejas en Carahue, las papas en la costa, en fin, productos de mercado. Uno podría decir que ahora se ha ido para atrás en la economía mapuche, se ha visto obligada a refugiarse cada vez más en la subsistencia, y los ingresos monetarios provienen del trabajo asalariado de temporadas y de los «bonos» estatales. Esta marginación de las economías mapuche de las actividades productivas de mercado explican sin duda mucho de lo que ocurre en la Araucanía y son consecuencia de las políticas agro ganaderas dominantes y excluyentes.
El drama del Agua
Junto a este arrinconamiento de la producción agrícola y quizá como una de sus causas principales se encuentra el problema del agua. En una zona supuestamente muy lluviosa se ha disminuido fuertemente el acceso al agua de las comunidades, dado que las empresas forestales, como todos bien sabemos, tienen enormes plantaciones de eucaliptus y de pino, y eso afecta en gran medida el acceso al ambiente y a las napas subterráneas que se secan rápidamente. La cantidad de comunidades servidas por camiones aljibes, es enorme, casi un tercio de las comunidades (6).
La falta de red de agua potable rural es una expresión del abandono por parte del Estado de este sector de la población. Un 32% de las familias de Malleco deben sacar agua de rio, lo que es bastante indignante en pleno siglo veinte y uno. Las consecuencias para las mujeres que deben ir a buscar el agua por lo general son fáciles de comprender. La contaminación de los ríos – cuando llevan agua- está ampliamente demostrada producto de los pesticidas que se aplican principalmente en las plantaciones forestales y de avellanos.
Un tercio de la población recibe agua en camiones, lo que es un porcentaje altísimo y sin duda origen de enormes dificultades para la vida doméstica y la agricultura. Los ganados deben ser abrevados con esas aguas que obviamente son escasas. Ninguno de los planes de las llamadas «mesas de diálogo» ha señalado la necesidad de invertir en agua potable rural. La cuestión del agua produce angustia e indignación en las familias mapuche y es la consecuencia evidente de la forestación masiva y sin ningun respeto por las comunidades humanas.
La minifundización forzosa
La tierra obviamente se ha mantenido y como consecuencia del crecimiento de las familias se ha subdividido de hecho (7). Con excepción de las comunidades cordilleranas que han recibido o titulado simplemente, grandes espacios de bosques naturales, montañas y cordilleras, el aumento de la cabida a través del Fondo de Tierras no se percibe a nivel de una mirada global y estadística.
En todos los casos ha disminuido la tierra de cada familia. Probablemente se debe principalmente a subdivisiones entre los hijos. Los derechos reales de herencia para construir una casa para los hijos se han multiplicado disminuyendo también la tierra original (8). En cuanto tierras de uso productivo ha bajado de 8.9 hectáreas a 8 hectáreas por familia.
Se percibe por tanto un aumento de la minifundización. Se lo vio en terreno y la estadística lo confirma. El cuadro siguiente es significativo. Las propiedades de menos de 5 hectáreas se disparan en la costa ( de 8% a 32%) y en el secano central y en el valle también aumentan aunque de modo más tenue. La mitad de las hijuelas del Valle Central son menores de cinco hectáreas. Las consecuencias de la división de las comunidades mapuches en estas dos zonas son evidentes y sin duda son el factor de mayor pobreza allí existente.
En la costa el año 1981, el 64% de las propiedades tenían más de 15 hectáreas, lo que disminuye al 18%. En cambio en la zona central de los valles se produce un fenómeno contrario en que las propiedades de más de 20 has aumentan de 1.3 a 5.3, fenómeno que es consistente con otros estudios y con el Censo Agropecuario del año 2007. Esa “concentración” relativa de tierras obedecería a compras de derechos por parte de un familiar que se queda a trabajar en el campo, por compra a vecinos, en fin, por sustitución del antiguo sistema de medierías por el sistema de compra y venta de propiedades.
El cambio determinante entre el primer estudio y el actual, es la cantidad de tierras que circulan en las comunidades. Hace 35 años existía mucha tierra en medierías y hoy prácticamente ha disminuido a un porcentaje mínimo. Este es un cambio en las economías comunales producto de la división de las comunidades mapuches durante la Dictadura y que tiene como consecuencia una disminución de los mecanismos de solidaridad interna.
Migraciones y trabajo
Las migraciones han cambiado también de sentido. Hace 40 años la mayor parte de ellas se dirigían a Santiago o a grandes ciudades. Hoy en día el aumento de las comunicaciones, caminos, microbuses, teléfonos celulares, permite y promueve migraciones cercanas, por ejemplo a Temuco, Angol, etc. Migraciones además de ida y vuelta, esto es, sin abandono definitivo del campo. Hay programas de vivienda que han apoyado poblaciones en los pueblos y muchas personas de edad tienen allí su casa- cerca del Hospital se dice, o para que los niños vayan a la Escuela y luego al Liceo- manteniéndose la casa en el campo. Este hecho es de tal manera importante que dificulta establecer la población mapuche rural, ya que hay un enorme ir y venir rur-urbano.
Las migraciones por trabajo de temporadas en la fruta son muy masivas. Hace 40 años enormes contingentes de trabajadores mapuche cruzaban la cordillera a Neuquén a las cosechas de manzanas fundamentalmente. Hoy eso no existe por decenas de razones y se va a trabajar a Curicó y la zona central del país y últimamente a las plantaciones de arándanos, ciruelas y avellanas que ahora hay en la misma Araucanía. La vieja relación entre el minifundio y el latifundio, se aparece nuevamente como un fantasma entre el mini fundio y las empresas agro frutícolas de exportación. Mirado desde un punto de vista economicista se trata de una mano de obra estacionada en sus espacios de subsistencia (sobre todo en el invierno) y que es «llamada al frente de trabajo» para los tiempos de cosechas (9). De esta manera la empresa solamente paga el tiempo de trabajo temporal ahorrando el pago del resto del año. Sistema de explotación al campesinado, viejo como el hilo negro.
El 65% de quienes trabajan de forma remunerada fuera del predio lo hace de forma estacional, por temporada u ocasional, a prueba o eventual. Es de la mayor importancia señalar que los trabajos forestales son muy escasos. Las faenas forestales se han mecanizado enormemente y las empresas tienen sus equipos de trabajo que se trasladan de regiones y localidades. Mucha gente cree que las plantaciones son fuente de ocupación lo que es erróneo.
Bonos y subsidios
Finalmente el gran cambio del período ha sido la existencia de una cantidad de bonos, subsidios, becas, que al igual que a la mayoría de los sectores populares chilenos, llegan a las familias mapuche. No opinamos sobre la bondad o defecto de estas políticas, pero no cabe duda que son parte del proceso de políticas que debilitan los aspectos productivos de la pequeña agricultura y arrinconan a estas economías a la subsistencia y a la mayor dependencia. Por cierto que se trata de políticas-los bonos- que pretenden establecer formas de dependencia de los sectores pobres del país. Los tres cuadros siguientes muestran el nivel de esta política.
En resumen el 80 % de los hogares recibe subsidios o bonos. Estos son del más diverso tipo y obligan por lo tanto a estar atentos, ir a las oficinas, en fin, establecer algún tipo de dependencia con la burocracia de los servicios locales. Sin embargo si se suman todos los bonos el promedio mensual es de apenas 100 mil pesos, esto es, menos de un tercio del ingreso mínimo familiar (10).
Una modernidad restringida
El estudio de los bienes y herramientas de trabajo y de aquellos artefactos de las viviendas es del mayor interés para comprender la situación actual de las comunidades mapuches. El Estado en su afán y obsesión propietarista ha repartido alambre de púas lo que se expresa en el cuadro adjunto. Hace cuarenta años la mayor parte de las hijuelas y potreros estaba marcadas por zanjas y arbustos (pica pica). Igualmente han habido programas que construyen establos y bodegas ( 45% y 67%). El tercio de familias que posee algún vehículo coincide con el sector de mayores recursos relativos del que hemos dado cuenta en este texto.
Es necesario tomar en cuenta que el año 2016 solamente un 6% de las familias tenía conexión a Internet frente al 80% de televisores y 77% de celulares, lo que debe haber aumentado en los últimos cuatro años. Las consecuencias de esta modernidad parcial no son menores, por ejemplo, en el uso de la lengua. Ante la pregunta ¿en qué idioma habla habitualmente con las personas que viven en su casa? Un 47,3% de los entrevistados contestó que habla tanto el castellano como el mapudungun o solo en mapudungún (7,3%). Un 47% dice hablar solo castellano. Ante la pregunta sobre el dominio de la lengua un 16,6% declaró dominar con mayor facilidad el mapudungun que el castellano y un 31% igual que el castellano. Solo un 5,9% señaló no hablar ni entender mapudungun.
El acceso a la educación en la generación joven es masivo, tanto a la primaria y secundaria como también a la superior. En un estudio de familias no logra aún notarse las consecuencias ya que los padres son de la generación con poco acceso educativo escolar formal.
Una combinación explosiva
Las economías familiares mapuche rurales del sur se han visto obligadas a combinar una agricultura de subsistencia, con trabajo asalariado sobre todo de temporada, y con bonos y subsidios del Estado. En promedio es casi un tercio de los ingresos los que provienen de esos tres orígenes. Hay una función de mano de obra, en que la pequeña propiedad sigue jugando el papel de fuerza de trabajo de reserva como en las primeras épocas del capitalismo. El Estado apoya esta función con los sistemas de bonos que son un modo de apoyar los bajos salarios que pagan las empresas del agro comercio globalizado.
A ello se agrega un acceso generalizado de las generaciones jóvenes a los sistemas educativos de carácter predominantemente urbanos. La exposición a la televisión no es un asunto menor. A ello se agrega, con razón y derecho, un enorme movimiento etnicista en Chile y el mundo, que no acepta ese tipo de condiciones de vida y mucho menos renegar de su Historia, Memoria e Identidad. Los jóvenes no tienen ningún derecho a pensar que ser mapuche implica la pobreza, el trabajo temporal, ser objeto de clientelismos y bonos. Nadie en su sano juicio los podría obligar.
La llamada cuestión mapuche es sin duda un asunto político. Son demandas de reconocimiento. Pero al mismo tiempo no se puede dejar de lado la situación económica que viven las familias mapuche y que hemos descrito en este artículo.
Se trata por tanto de un esquema explosivo como se puede ver por los hechos que ocurren en estos días en la Araucanía. Las políticas del Estado no han sido capaces de iniciar siquiera un proceso de cambio y por el contrario en los últimos cuarenta años se observa un deterioro de las condiciones de existencia de las familias mapuche del sur. Nos preguntamos si hay algún adjetivo para nombrar la expropiación de la dignidad. El lector podrá responder.
(*) Historiador. Ex rector UAHC y docente de la Escuela de Antropología de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.
- Ver el Manifiesto por la Agricultura Campesina, la primera línea de la alimentación (Redactores José Bengoa y Tomás Ibarra) en Le Monde Diplomatique. Edición chilena. Julio 2020.
- El primer estudio fue desarrollado por un equipo de trabajo coordinado por Eduardo Valenzuela y José Bengoa, solicitado por el Obispo de Temuco don Sergio Contreras Navia. Ver el libro: José Bengoa y Eduardo Valenzuela. Economía mapuche. Pas. Santiago. 1982. En el primer y segundo estudio se realizaron 300 entrevistas a familias de comunidades de la costa, el valle y la pre cordillera. Los estudios se realizaron siguiendo las directrices metodológicas propias de estas materias. Los datos han sido chequeados con los datos del censo agropecuario (2007), con los que son comparables y coherentes. Se puede ver, José Bengoa, Capítulo 3. «La agricultura y población mapuche», en : José Bengoa et al. Mapuche. Procesos, políticas y culturas en el Chile del Bicentenario. Catalonia. Santiago 2012. pp 75 a 113
- El segundo estudio, 2016, fue coordinado también por Eduardo Valenzuela y José Bengoa del CIIR. El equipo del CIIR estuvo formado por: María de los Ángeles Alliende Garcés, encargada del trabajo de terreno; Daniela Aranis Soto, a cargo del análisis de los datos; y en terreno, Francisca Caniguan Velarde, Francisco Curiqueo Curiqueo, Jaime Diaz Diaz, Ana Fontecilla Salas, Claudio Herrera Chicahual, Eugenia Alicia Huisca Cheuquefilo, Rigoberto Muñoz Lagos, Karla Nahuelpán Sanchez, y Vicente Sepúlveda Cifuentes.
- El trigo ha aumentado sus rendimientos en promedio al doble, lo que ha tenido como efecto la mantención o disminución de la superficie sembrada, dejando mayor espacio para el pastar de los animales, como se verá en los cuadros. Esto se debe a mejoramiento de semillas, uso de fertilizantes y -como se verá- los créditos de Indap que casi exclusivamente se dirigen a siembras de trigo y avena.
- Las comunidades del cordón cercano a Temuco producen hortalizas y verduras frescas, las que se van a vender en las ferias. Como se ha visto han habido numerosos conflictos por las prohibiciones de las autoridades para que las mujeres vendan sus productos en Temuco. La producción de huevos es de vital importancia en las familias con muchos niños y también sirven para la venta, al igual que pollos y gallinas. El maíz ha caído casi a cero como superficie productiva y se alimentan las aves con cebada y trigo principalmente.
- . Ver el reciente libro de la Asociación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo donde se detalla técnicamente este fenómeno. Luis Astorga Schneider y Heinrich Burschel (Editores) Chile necesita un nuevo modelo forestal. Ante los desafíos climáticos, sociales y ambientales. Lom Ediciones. Julio 2020.
- La ley indígena del año 1993, prohíbe la venta de tierras indígenas a personas no indígenas. Además prohibió los arriendos a 99 años que era la fórmula fraudulenta utilizada sobre todo en la década del 80 y que mermó las propiedades mapuche sobre todo en orillas de lagos y lugares turísticos. Las ventas que ocurren en la actualidad son entre mapuche y muchas veces entre familiares. Las cifras que entrega el Fondo de Tierras Indígenas, no suelen estar desagregadas por lo cual no es fácil determinar si se trata de tierras que solamente han sido tituladas pero que anteriormente eran ocupadas (caso cordillerano y del sur de Osorno), caso de tierra forestales, y caso de tierras agrícolas. En un estudio aleatorio no es fácil encotrar este tipo de tierras entregadas por el Estado. En el estudio del 2016 solamente encontramos dos casos de ampliaciones territoriales.
- El derecho real de uso y herencia fue una ley que permitió resolver el tema del subsidio de vivienda ya que esas legislaciones prohibían construir en terrenos que no fueran de propiedad del beneficiario.
- La remolacha fue introducida en Chile con el propósito de sustituir la importancia de caña de azúcar y sobre todo porque se trataba de un cultivo contra estacional, en que ocupaba a los campesinos en el invierno. Ver: Carlos Keller. Revolución en la agricultura. Editorial Zig Zag. 1952.
- Algo así como 120 dólares americanos.