Análisis de la temporada de siniestros Advierten sobre reemplazo del bosque nativo por monocultivos y el cambio climático como factores clave que favorecen incedios forestales

Análisis de la temporada de siniestros Advierten sobre reemplazo del bosque nativo por monocultivos y el cambio climático como factores clave que favorecen incedios forestales


Los incendios forestales son un factor de cambio y transformación de gran impacto a nivel mundial con importantes costos sociales, ambientales y económicos, que van desde la escala global, como el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero en la atmosfera, hasta fuertes impactos ecológicos y sociales a escala local, como la degradación de los suelos, disminución de biodiversidad, degradación de los servicios ecosistémicos, pérdida económicas y daños a las personas e infraestructuras, señala el geógrafo Daniel Vásquez Bornhardt.

El profesional de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano señala que si bien existen registros en los que se constata que los incendios forestales habrían comenzado como un fenómeno natural poco después de la aparición de las plantas vasculares; y al mismo tiempo, la ocurrencia de incendios forestales sería un proceso clave para algunos ecosistemas como la sabana y los bosques dominados por pinos y eucaliptus, no hay evidencias que sustenten una relación equiparable en los ecosistemas naturales de Chile, por lo que la ocurrencia de incendios forestales sólo representaría impactos negativos para el país:“Durante las últimas décadas en muchas regiones del mundo -entre ellas nuestro país-, se ha registrado un aumento en la ocurrencia y la severidad de este tipo de siniestros.  Estos nuevos regímenes de incendios forestales que afectan nuestro territorio son la consecuencia de un amplio conjunto de factores. Por un lado, se encuentran las importantes transformaciones ambientales derivadas del cambio climático, como el aumento en la frecuencia e intensidad de las olas de calor y la sequía que afecta hace años nuestro país, y por otro lado tenemos los resultados de la actividad humana y la configuración que se le ha dado a los territorios”.

Estructura del paisaje y monocultivos

En Chile, de acuerdo con los registros que maneja la CONAF, se sabe que más del 90% de los incendios forestales son provocados por la actividad humana, ya sea de forma accidental o por una acción deliberada e intencional. Sin embargo, una vez que se produce la ignición, la disposición espacial del material combustible juega un importantísimo rol en la expansión del fuego. Un paisaje homogéneo y continuo constituye un mayor peligro que un mosaico que combina diferentes coberturas y usos de suelo.

“Desde la década de 1970 hasta el presente, después de las reformas neoliberales emprendidas durante la dictadura militar, en la zona centro-sur del país se ha consolidado una industria forestal basada principalmente en dos especies exóticas de rápido crecimiento: pino y eucalipto. La consolidación del modelo forestal chileno fue acompañada de una transformación en el paisaje rural del país, estableciendo plantaciones forestales en áreas que antiguamente estaban cubiertas por bosque nativo, matorrales y zonas agrícolas. Estas transformaciones en la estructura del paisaje han dado lugar a vastas y continuas extensiones de plantaciones forestales, incrementándose así el peligro de propagación del fuego y haciendo más difícil su control. Además, se suma a esto que el reemplazo de bosque nativo y matorrales por plantaciones forestales ha demostrado poseer impactos negativos sobre la disponibilidad hídrica en las zonas donde se emplazan las plantaciones, incrementándose aún más el riesgo”, agrega.

Señala también que frente a un escenario de cambio global en que el incremento en la ocurrencia y severidad de los incendios forestales es una realidad, urge tomar acciones de planificación a corto y largo plazo que promuevan la heterogeneidad del paisaje, creando discontinuidades mediante la zonificación de usos de suelo para disminuir la propagación del fuego y promoviendo la regeneración del bosque nativo para recomponer las funciones de regulación hídrica durante la estación seca.