Tomás R. Villasante y Dolores Rodríguez_Académicos españoles evalúan aporte de metodologías participativas en la sala de clases

Tomás R. Villasante y Dolores Rodríguez_Académicos españoles evalúan aporte de metodologías participativas en la sala de clases


El recorrido latinoamericano de los cientistas sociales Tomás Rodríguez Villasante y Dolores Rodríguez, que incluye simposios, seminarios y conferencias en México, Ecuador y Colombia sobre metodologías participativas, sumó una parada en Chile para compartir conocimientos con sus pares de la Academia. Un distendido conversatorio titulado “Aportes de las metodologías participativas en la formación de profesionales de las ciencias sociales” reunió a los invitados con docentes de las carreras de trabajo social, sociología, antropología y psicología.

El profesor emérito de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid y la Licenciada en Trabajo Social y profesora de la Universidad de la Laguna, Tenerife, relevaron los aportes de una urgente actualización de las herramientas analíticas las ciencias sociales. Una zona de influencia donde recientemente convergen las disciplinas más duras junto a las humanistas, cree Rodríguez Villasante.

“Muchas de estas metodologías se han ampliado a las ingenierías, la agronomía o las ciencias de la salud entre otras disciplinas como una necesidad donde lo participativo también adquiere mucha fuerza”, señala. Por otro lado advierte una separación creciente entre este tipo de investigaciones y marcos teóricos con que las ciencias sociales han tratado de ir a la zaga –infructuosamente a veces- de las matemáticas por ejemplo.

Dolores Rodríguez, por su lado, plantea que en términos educativos los programas escolares siguen planteando temas absolutos cuando hasta los paradigmas matemáticos han cambiado. “Por ejemplo las falsas definiciones sobre las rectas y puntos de la geometría euclidiana  son insostenibles en un universo curvo. Sin embargo, en las escuelas se sigue enseñando estas ideas absolutas”, explica.

Hacia una sociedad sentipensante

Las redefiniciones, pues, les llegan tarde a estos científicos que se cambian al mundo de las ciencias sociales y que se traen consigo verdades inamovibles que no se condicen con otros principios de incertidumbre o actualizaciones como la teoría del caos o la relatividad, agrega el profesor. En ese sentido, la universidad es una “expulsora de ideas” y se genera un desfase brutal que se vuelve la base de las ciencias sociales, “un enorme divorcio”, sintetiza la académica invitada.

-Dolores, su crítica se suma a quienes piensan que abordar la educación más primaria es un buen punto de partida…
-Sí. Esto es porque hay un círculo vicioso en el que no se integra la complejidad ni los grandes avances de la ciencia en la formación de los profesores para considerarlos en la educación de la más tierna infancia. Así como se explica lo más elemental de Euclides en la niñez, ¿por qué no se explican otros avances científicos?. Esa labor de simplificar para enseñar a los maestros la complejidad y lógicas difusas es lo que hace falta y no solo las complejidades artistotélicas que transmitimos sin darnos cuenta. ¿Cómo poner en duda esos paradigmas y volverlos algo más elemental?. Eso es algo fundamental para el profesorado. Hay que llevar a la práctica una manera de formar a personas sentipensantes, pero es complicado porque nadie se ha puesto en ello. La universidad es la cosa más antigua del mundo  y el mismo sistema educativo está anclado en el siglo XVIII.


-Tomás, ¿Cuál es su percepción del estado del trabajo metodológico en el resto de la región?

-En los 6 o 7 países en los que hemos estado, hemos notado las mismas polémicas: se repiten los discursos positivistas cuantitativistas, norteamericanos o centroeuropeos. Es algo que sigue instalado pese a que las ciencias han avanzado a sistemas más complejos. Sin embargo ha ido ganando mucho peso la decolonialidad y los planteamientos alternativos que hacen hincapié entre las distintas culturas de la región y la revitalización de otros conocimientos ancestrales con mucha mezcla. Y aunque a veces no tienen mucha claridad, plantean un replanteamiento de lo cualitativo y lo participativo. Toda esa mezcla ofrece también mayor receptividad de las ciencias naturales como las ingenierías, las arquitecturas o las ciencias de la salud que las propias ciencias sociales.

También llama la atención que este cambio proviene desde gente muy joven y grupos de estudiantes. Este replanteamiento de las ciencias naturales por sobre lo cualitativo y el interés en las metodologías participativas es algo que he visto muy marcado en Chile, Ecuador, Colombia, Uruguay y en algunos mexicanos. Esto es algo que da cuenta de una mentalidad más operativa y práctica. Es lo más novedoso, creativo e innovador que estoy percibiendo. De hecho mis dos esperanzas más claras en este periplo son esas la propagación de colectivos estudiantiles jóvenes y la diversificación de las metodologías participativas en las ciencias naturales.