Trump y las fronteras nacionales

Trump y las fronteras nacionales

(*) Por José Orellana

El presidente Donald Trump está permitiendo reflexiones desde la ciencia política, la economía, la geografía y las RR.II., entre otras disciplinas de las ciencias sociales, y que formalizarán académicamente las clásicas ‘ideas-procesos’ como nacionalismo, capitalismo, populismo y otros, las que generalmente son utilizadas para caracterizar las realidades latinoamericanas, ahora, por fuerza, también deberán aplicárselas a EE.UU.

Para Latinoamérica se ofrecen posibilidades diversas de análisis y de acción política a propósito de Trump. El Nacionalismo Económico que viene a implementar el país del norte (que es permanente con uno u otro acento en el continente americano), tiene una primera reacción en el anuncio de la Presidenta chilena Michelle Bachelet y del Presidente argentino Mauricio Macri, los cuales por medio de la Declaración de Chacabuco explicitan preocupación por la contradicción que representa el proteccionismo v/s desarrollo sustentable, sostenible e inclusivo en la región. En dicha contradicción, México es el primer y prioritario país afectado. El desafío, en esta coyuntura, es ver cómo se podrían proyectar definiciones y acciones políticas progresistas propias que permitan reposicionar a Latinoamérica como Región, funcionales a los esquemas regionales de la economía global.

Las elecciones de Chile, sobre todo las referidas a las presidenciales, tienen la obligación de pronunciarse sobre el hecho. Ricardo Lagos Escobar ya lo entendió, implicando definiciones explícitas y contundentes al respecto. Se tendrán que esperar los otros pronunciamientos.

Otro ‘hecho-proceso’, que siempre se encuentra muy visible en Latinoamérica es el referido al de frontera y límite nacional (la Triple Frontera, Venezuela y Colombia, Nicaragua y Colombia, entre otros). Su visibilidad, se logra, sobre todo, a propósito de las disputas limítrofes y gestión de fronteras.

El caso Chile es claro, hace poco se resolvió con Perú el límite marítimo, quedando inmediatamente en vigencia el triángulo terrestre que se genera en la interpretación que realizan el Estado chileno y peruano de cómo culmina la proyección del límite terrestre en la costa (en el Hito 1 o Punto de la Concordia, respectivamente) y su contacto con el paralelo geográfico (18° 21’ 08’’ S). Por otro lado, se encuentra la actual tensión con Bolivia a propósito de la demanda que interpuso en la Corte Internacional de Justicia de la Haya (CIJ), no para discutir límites directamente, sino para obligar a Chile negociar una salida soberana y útil por territorio nacional, que a la larga igualmente involucra cuestión de límites. Con Argentina, se sabe que lo de Campo de Hielo Sur Patagónico es un latente pendiente limítrofe en su última expresión de la poligonal a delimitar y demarcar que une el cerro Murallón y Fitz Roy. No se consigna la demanda de Chile a Bolivia en la CIJ para definir la condición del Silala (Manantial o río internacional), ya que no involucra cuestionamiento directo sobre la línea de frontera.

Estas cuestiones fronterizas/limítrofes, por lo menos para Chile, no siempre permiten analizar en profundidad fenómenos como el migratorio, tráfico de armas, animales y de conflictividad socioambiental, y otros. Por Trump, más que por las dinámicas migratorias hacia el Viejo Continente detonadas por la presión que existe desde África y Asia a territorio europeo (Brexit relacionado), específicamente por Medio Oriente, siendo Siria el más importante país de la región que expulsa población, es que Chile y la región debiesen remirar la temática fronteriza y limítrofe. El desafío estará, en cómo se abordan en un nuevo marco referencial nacionalista, el cual campea ¿globalmente otra vez?

(*) José Orellana es Doctor (c) en Estudios Americanos Instituto IDEA, USACH y académico de la Escuela de Ciencia Política y RR. II. de la U. Academia.