Un nuevo nombre para Isla de Pascua

Un nuevo nombre para Isla de Pascua

(*) Por Andrea Seelenfreund

Columna publicada en La Nación

La Isla de Pascua perfectamente podría haberse llamado Isla de David, que era el destino que buscaban en esa latitud los holandeses, primeros europeos en llegar al lugar. Finalmente fue bautizada con el nombre de Isla de Pascua dada la fecha de la visita: Pascua de Resurrección de 1722Más tarde, los españoles la nombraron Isla de San Carlos, en honor al rey Carlos III. Nombre que no perduró en el tiempo y que tampoco tiene relación con el vocativo con el que los isleños identificaban su propia isla. Este es un nombre que no se conoce.

El nombre de Rapa Nui (Rapa grande) aparece por primera vez en el siglo XIX para identificar la isla y diferenciarla de la isla de Rapa o Rapa Iti (la Rapa pequeña) en el archipiélago de las Islas Australes de la Polinesia Francesa.

Otros navegantes recogieron nombres nativos de la isla como Waihu o Vaihu, que hoy es un distrito en la costa sur de la isla. Otros nombres que se registran son Te pito o te henua (“El ombligo de la Tierra”) y Mata ki te rangi (“Ojos que miran al cielo”). Sin embargo, la denominación Rapa Nui se ha hecho extensiva en los últimos años para denominar a su gente y a su idioma. En español, existe una especie de acuerdo tácito para llamar a la isla Rapa Nui y “rapanui” a su gentilicio.

Chile se encuentra muy atrasado en lo que refiere a entregar la administración de territorios a los pueblos originarios. Políticas enmarcadas en la promoción que la ONU hizo después de la Segunda Guerra Mundial sobre descolonización, fueron ignoradas por el Estado pese a que la Isla de Pascua se ubica fuera de las 200 millas de mar chileno.

Desde los años 60 los isleños se han manifestado sobre la administración del Parque Nacional Rapa Nui, la creación de un Parque Marino y las recientes solicitudes de control migratorio para turistas. En ese sentido, la discusión de un cambio de nombre propuesto por el Presidente Piñera es un buen comienzo, pero no deja de ser un cambio cosmético respecto a demandas de larga data de los rapanui.

(*) Antropóloga, licenciada en Arqueología y Prehistoria. Doctor en Arqueología de la Universidad de Otago, Nueva Zelandia. Académica de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.