Un semáforo mal educado
Hace ya varias semanas que los semáforos de la intersección de Lira con Diez de Julio no existen. Las autoridades comunales han responsabilizado a los alumnos de los liceos cercanos que tras cada movilización las han emprendido contra el semáforo en rojo. El alcalde promete no reponerlos hasta que se acabe el conflicto. No deja de ser sintomático. Por un lado autoridades intransigentes que se niegan a cumplir su labor culpando de ello a los estudiantes. Por el otro, alumnos que no teniendo respuesta del gobierno la emprenden contra los semáforos.
Al contrario del alcalde Zalaquett, gran parte de mi vida la pasé entre Lira y Diez de Julio. Mi abuela tenía un pequeño almacén en Copiapó con Lira, esquina en la que por muchos años, al igual que ahora en Diez de Julio, hubo sólo un disco pare. Todas las semanas debíamos estar preparados para salir a socorrer a los heridos de los accidentes, al punto que mis hermanos se terminaron haciendo bomberos. Todo concluyó cuando una micro fue a parar en el mismo living de la casa de mi abuelo, que por suerte a esa altura dormía en un altillo hábilmente construido para evitar una catástrofe. Ahí aparecieron los semáforos.
Lira con Diez de Julio no dejaba de ser para mí una amenaza. En una esquina habitaba el terrible boticario. En la acera opuesta, el entonces Liceo 10. Mis padres, vislumbrando lo que se vendría, hacían esfuerzos sobrehumanos, de mago, como decía el profe Pastene del Hispano, para que estudiáramos en un colegio privado. Pero la amenaza estaba siempre rondando por nuestras cabezas: si te va mal en el colegio vas a terminar en el Liceo 10. Debo reconocer que esas palabras fueron suficiente estímulo para ser uno de los mejores del curso. Corría el año 1983 y con mis 14 años entendía, a la fuerza, que el único camino era la educación de calidad.
Casi 30 años después, el Liceo Confederación Suiza sigue siendo la amenaza. Pasó Pinochet, varios gobiernos de la Concertación, otro de Piñera y los del viejo “10” siguen siendo los malos. Y yo, el idiota, me esfuerzo todavía por entender lo que está sucediendo. Estuve en las primeras marchas en contra del proceso de municipalización. Vi pasar a los pingüinos de los 80 solicitando democracia y educación de calidad. Lo mismo en los 90 y en el 2000. Y ahora, cuando las demandas estudiantiles no cesan, todavía los veo pasar. Y sigo sin entender.
Desde que se declaró el conflicto, hace ya varios meses, las autoridades han pretendido negar las justas demandas. Sin propuestas y aceptando sólo a regañadientes que las cosas están mal. Todo ha sido tortuoso, cínico y amenazante. Si a la semana de movilizaciones Lavín se hubiera sentado y dicho: rebaja del CAE al 2%, renegociación de los morosos, desmunicipalización y control efectivo al lucro, todo esto se hubiera terminado en junio. Pero no. Han seguido su estrategia política de las amenazas y del cuentagotas que nos ha llevado a desgastarnos a todos.
Y en la que se supone es la recta final, el Ministro Bulnes sigue con la misma intransigencia con la que llegó a Educación. 70 mil alumnos perdieron el año. La política del terror. No habrá cupo para todos los repitentes el 2012. Paz y diálogo. Siguen los proyectos no consensuados en el Congreso. Y si los universitarios no comienzan el 7 de octubre, también pierden el año. No se cambian los plazos. Después del avión, deben entender los estudiantes que la ciudadanía no aguanta más protestas. El movimiento está dividido y esta vez sí que logramos doblarle la mano a los únicos que tienen claro qué es lo que se debe hacer con la educación. Pero ganaremos. Todos los chilenos…
¡Por favor! ¿Qué tiene que ver un accidente de avión con la mala educación?
Amenazas, chantajes emocionales, hasta chantajes de semáforos… Si los estudiantes no detienen sus movilizaciones, no más semáforos en todo Santiago. Si no vuelven a clases, no más platas para las universidades, los liceos, los jardines infantiles. Qué importa, si de todas maneras nada aprenderán en esos establecimientos. El ministro amenazando, Villegas, el cero tolerante enojado, el alcalde amenazando, los estudiantes amenazando.
Y en Lira con Diez de Julio seguirán habiendo choques, porque en la educación, aunque se haya caído el avión, nada ha cambiado y los intransigentes siguen gobernando.
* Director Escuela de Antropología Universidad Academia de Humanismo Cristiano
Columna publicada en The Clinic (21/09) Vea Aquí