Un sismo ideológico llamado COVID

Un sismo ideológico llamado COVID

(*) Por Álvaro Ramis

Columna publicada en Radio Cooperativa

El COVID-19 está creando un verdadero sismo ideológico. La creencia ciega en que el mercado “todopoderoso” podrá resolverlo todo está desapareciendo rápidamente. Pero el cambio no sucederá por sí solo. Tenemos que poner en marcha este debate e impulsar las iniciativas que muestren sus contradicciones. Todas las evidencias demuestran que el mercado dejado a su arbitrio no ha funcionado, porque no ha generado forma alguna de prevención, ni método alguno de control social de la pandemia. El efecto: alrededor de 170 de los 195 países del mundo experimentarán en 2020 un enorme declive económico La economía de América Latina y el Caribe caerá en 2020 en un inédito -9,1% por causa del COVID-19. Eso ni siquiera sucedió después del colapso de Wall Street en 1929.

Según CEPAL la pobreza en America Latina y el Caribe llegará a los mismos niveles observados en 2005, es decir, marcaría un retroceso de 15 años, alcanzando a 231 millones de personas, mientras que la pobreza extrema llegará a los niveles de 1990, lo que implicará un retroceso de 30 años, alcanzando a 96 millones de personas. Sin una acción política global, coordinada y coherente las diferencias entre ricos y pobres en el mundo volverán a aumentar, en un contexto de crispación política y tensión social al límite de la violencia aguda.

Como reacción, se estima que los gobiernos invertirán este año un total de 4.000 millones de euros a nivel global, para reactivar la economía. Esta inmensa inyección keynesiana dice mucho sobre el dogma del mercado autorregulado: en 2008 todos tuvimos que darle colectivamente 4 billones de euros a los bancos para salvarles de la crisis financiera que llos mismos generaron por sus irrespnsables inversones especulativas. Ahora cada país ha buscado diseñar su propio plan de rescate, con cantidades astronómicas de recursos públicos. Chile no parece tener una postura convincente en esta materia, con un presupuesto 2021 restrictivo, cuando el resto del mundo muestra que es el Estado el que acelerará la reactivación.

Sin embargo, la simple expansión del gasto fiscal no basta. La pregunta es, ¿es suficiente con regalarle dinero a las grandes empresas nuevamente? ¿a los gigantes petroleros que están destruyendo nuestro planeta? ¿a las empresas mineras que devoran nuestra cordillera? ¿o vamos a utilizar este dinero para realizar un cambio real, en educación, investigación científica, energías limpias, y una nueva sanidad pública, universal y decente?

Las crisis son siempre oportunidad para cambiar. Después de la Segunda Guerra Mundial y la resistencia colectiva contra el fascismo, se institucionalizaron los Estados de Bienestar, incluyendo sistemas nacionales de salud pública. De esta visión nació la Organización Mundial de la Salud. En 1978 afirmó que la atención primaria accesible a todos constituye la mejor prevención. Pero los neoliberales no lo aceptaron jamás. Ronald Reagan dijo una vez que la atención primaria de salud es el camino más corto hacia el socialismo. El resultado de esta visión ahora es obvia en los Estados Unidos: 170.000 fallecidos. Más catastrófica aún es la política de Bolsonaro en Brasil. El teólogo de la liberación Frei Betto dice que este país está sufriendo un verdadero genocidio, bajo la locura de un gobierno que busca dejar que el virus prolifere, para que destruya las favelas.

La buena noticia es que hay ejempos muy claros de como hacer las cosas. Y no es necesario pensar en países ricos y aislados como Nueva Zelandia. Vemos que el COVID-19 está arrasando en todas partes de la India, excepto en el estado de Kerala, que lo está haciendo muy bien. ¿Cómo es posible? El secreto de Kerala no es el dinero, sino la prevención. Kerala es pobre, pero en cada barrio hay un centro de salud. 26.000 agentes de prevención, especialmente mujeres, van de puerta en puerta. Estas son personas que realmente se preocupan por su vecindario y que todos conocen. Es una pequeña práctica de Medicina Popular, pero a gran escala, instalada desde hace décadas, por un gobierno de izquierda que se ha mantenido democráticamente en el cargo por mucho tiempo. Con un sistema de este tipo, pueden detectar muy rápidamente a las personas que muestran síntomas, hacer que los analicen de inmediato y contenerlos si es necesario. Eso funciona.

Hace 175 años Friedrich Engels publicó “La situación de la clase trabajadora en Inglaterra”. Este fue uno de los primeros análisis que establecieron el vínculo entre las condiciones de vida y de trabajo y la salud de la población. Hasta entonces, ese vínculo solo se veía en una dirección: estar enfermo empobrece. Engels dió vuelta a esa tesis y demostró que la situación social de una persona también puede hacerla más vulnerable a la enfermedad. También demostró con cifras que al gran Capital no le importa si una enfermedad este arrasando en los barrios populares. Sólo reacciona cuando golpea los barrios más ricos de la ciudad. El paralelo con la situación actual es evidente. Si la pandemia no hubiera llegado a Chile por Vitacura y La Dehesa, y solo diezmara las poblaciones del sur de Santiago o los campamentos de Antofagasta, probablemente no sería noticia y nunca se hubieran tomado medidas restrictivas.

Los economistas neoliberales dicen que luego de la pandemia las finanzas se van a recuperar. Esto es lo que ellos llaman una curva en V, o una curva en W, si hay una segunda onda. Por supuesto, el crecimiento se reanudará. Cuando se toca fondo, la única opción es subir, como es lógico. Pero el capitalismo ya estaba enfermo antes de la llegada del Coronavirus. El virus se injertó en un cuerpo enfermo. Por eso no basta con hacer llover de dinero a las grandes empresas y luego esperar que se resuelvan los problemas del mundo. El retorno de la iniciativa pública es el único médio estructural a corto plazo que puede reconvertir esta situación.

No es lógico pensar en que los trabajadores vuelvan a echar mano de sus ahorros previsionales para enfrentar la crisis. Es necesario que Chile aumente su recaudación tributaria, partiendo por combatir la evasión y elusión tributaria. No es aceptable casos como el perdonazo a Ponce Lerou, que se suma a tantas otras amnistías fiscales anteriores. Es hora de gravar la renta a personas físicas y corporaciones, extendiendo los impuestos sobre el patrimonio y la propiedad. Es el momento de establecer impuestos a la nueva economía digital, gran ganadora en este año, para impulsar la recuperación ambiental y los gastos relacionados a la salud pública. En definitiva es el momento para desplegar ambiciosas políticas macroeconómicas activas, focalizadas en la inversión en salud social,  innovación científica y creación cultural, como núcleos de un nuevo desarrollo.

(*) Rector Universidad Academia de Humanismo Cristiano