Académicos/as de la UAHC comentan_Coronavirus: El impacto local de una pandemia global
Cuando Italia y España, los países con mayor cantidad de víctimas de COVID-19 en Europa tomaban conciencia de la mortalidad del coronavirus estableciendo medidas extraordinarias, agencias internacionales y grandes medios liberaban de costo las informaciones sobre la pandemia y el resto del mundo suspendía clases y cerraba fronteras; en nuestro país el gobierno tomaba su primera medida extraordinaria sobre la crisis viral: establecía el precio de mercado para el examen para detectar el virus.
El particular desarrollo y expansión de la enfermedad en Chile ha estado marcado por una serie de actos fallidos que van desde una institucionalidad tardía para la acción, medios de comunicación en deuda con una comunidad que perdió la atención en esta industria y una sociedad que se ha manifestado reacia a respetar la cuarentena recomendada. Tanto a favor como en contra, hay particularidades del territorio que han caracterizado este proceso, cree el doctor en geografía Voltaire Alvarado. El académico advierte que el problema sanitario del momento exige un enfoque territorial y cultural que, en muchas situaciones parecidas, ha sido pasado por alto. Se refiere a características como el transporte y los flujos urbanos, entre otros aspectos estudiados por la geografía humana que, en general, que involucran la pandemia del COVID-19 y a los investigadores y gestores de políticas públicas.
“Un gran problema de la investigación académica y del mundo intelectual en general es que trata de salirse con la suya con lecturas que supuestamente pudo haber hecho antes de cualquier crisis ya que hay muchas cosas que puedes modelar o proyectar, pero también hay otras que no se pueden prever”, dice sobre aspectos territoriales y culturales que influyen en la propagación del COVID-19 a escala local.
Se refiere a hábitos culturales como el saludo de abrazo y beso o a los amigos que comparten la misma botella de cerveza en la plaza, por ejemplo. Rasgos propios que no cambiarán fácilmente solo porque la autoridad se lo pida. “Alterar eso es tremendamente difícil y ese es un acento que hay que poner tanto en las grandes ciudades como en las pequeñas y de densidades menores. En esta pasada deberíamos entender que la diseminación de estas pandemias acontece a una velocidad que en la ruralidad es difícil de catastrar y eso nos impide conocer la situación de eventuales casos en ese entorno, incluso es probable que nunca lleguemos a saberlo porque quedan fuera del radar y tienden a contener vectores de propagación importantes para los virus”, señala Alvarado.
Según el profesor de la Escuela de Geografía, se suman también efectos de las relaciones políticas e interpersonales, los flujos del comercio y otros factores culturales que hacen de las dinámicas de diseminación del coronavirus algo complejo de pesquisar y proyectar. “En un símil mucho más claro, basta recordar las gripes anteriores y grandes contagios como la H1N1 para la que, curiosamente, los mismos servicios y plataformas de los municipios dieron abasto para que prácticamente nadie que lo necesitara, se quedara sin el medicamento requerido, el Tamiflu. Entonces, si era la misma red de salud pública, los mismos hospitales, Compin y entramado asistencial nos consta que ante una pandemia como ésta se podía reaccionar con una respuesta farmacológica más inmediata, al menos”, sostiene.
Coincide con el académico el jefe de la carrera de Periodismo UAHC, Felipe Cisterna, para quien la responsabilidad de comunicar un estado de emergencia ha sido un acto fallido tanto del gobierno, como de los medios. Un hito que, según el periodista, es una secuela de la crisis posterior al terremoto del 27 F, una madrugada que marcó un antes y un después a nivel institucional. “El gobierno insiste hoy en instruir calma y llamados a permanecer en cuarentena, al autocuidado, a no acaparar en los supermercados y farmacias, pero la gente dejó de creer en el poder tradicional y ese polo se ha trasladado a voces auxiliares que componen un mapa de lo que realmente sucede en las ciudades”, dice sobre una responsabilidad compartida con la prensa chilena que también es cuestionada fuertemente tras su cobertura de las movilizaciones recientes.
Un mensaje oficial
Ambos, el gobierno y los medios tuvieron una breve oportunidad de recuperar algo de su antigua influencia. En particular el presidente Piñera que pudo haber sumado algo de calidad de estadista, pero fue la presión social y las municipalidades las que le ganaron en la urgencia, cree Cisterna. También periodista de formación, la investigadora y doctora en Estudios Latinoamericanos, Tamara Vidaurrázaga agrega que la falta de dirección en cuanto a las políticas sanitarias en medio de la pandemia del COVID-19, han sido evidentes en lo que respecta al Ministerio de Salud.
“Un ejemplo son los tuits del ministro de Salud, Jaime Mañalich, que parecen más comentarios a título personal que los de un representante del gobierno. En una etapa tan compleja como la que vivimos llegó a decir que era una estupidez que los niños dejen de ir a clases porque si no, no hay quien los cuide ni los alimente. Esto, 24 horas antes de que el gobierno hiciera el anuncio contrario siguiendo el consejo del Colegio Médico, suspendiendo las clases. Ese tipo de cosas generan inseguridad y riesgo para todos y deslegitiman cada vez más al gobierno el que, con una aprobación bajísima, es reforzado en su falta de autoridad”, plantea la académica.
También cuestiona cómo el ejecutivo le otorga una utilidad política a la propagación del coronavirus en momentos en que arrecia el estallido social. “Es decir, de cómo esta pandemia podría ser usada para descomprimir el ambiente de manifestación existente y aplazar el plebiscito. Esto ha sido indudablemente peligroso y nos puede jugar en contra. Esperaría más bien que el gobierno deje de dar estos palos sin rumbo, como lo fue el anuncio de adelantar la vacunación para la influenza. Ello significó enormes filas en los consultorios en momentos en que la principal instrucción es no exponerse fuera de la cuarentena”, cree Vidaurrázaga.
Para el Director de la Escuela de Lengua Castellana y Comunicación de la UAHC, Nibaldo Cáceres, más que una sospecha de error en la gestión del gobierno, puede existir un conveniente uso de los tiempos para suspender las clases y muchas de las actividades sociales lo más tarde posible. “Trato de ser crítico y no sé si pensar si se trata de actos erráticos. Tengo la sensación de que es algo más pensado, una intención de tomar decisiones de acuerdo a ciertos objetivos como un impacto paulatino en el comercio y, de paso, aplazar el plebiscito, lo cual ya ronda como un fantasma. Chile, en pocos días, presenta índices muy elevados de contagiados, lo cual me hace dudar de la inoperancia que ciertamente ha tenido este gobierno, y me obliga a pensar en el manejo perverso de una política pública tan sensible, como lo es la salud. Pero bueno, para esta gente la salud nunca ha sido un derecho, por eso lo pienso factible. La derecha chilena ha demostrado ser capaz de hacer cosas peores que esta”, estima, el doctor en Literatura.
Este discurso en busca de aplazar la suspensión de clases tuvo que cambiar cuando los municipios corrieron con colores propios y se adelantaron una semana a ese plan que, para Cáceres es evidencia de una estrategia comunicacional inescrupulosa y de un circo político peligroso que han levantado Piñera y Mañalich. El docente recuerda el rescate de los 33 mineros y como se estiró de manera infame la evidencia de que los trabajadores estaban vivos, para que el presidente pudiese transmitir en vivo y en directo las señales de vida de aquel milagro, siempre frente a los medios.
Viralización de un circo político
Este aspecto de una instrumentación política del coronavirus condimenta el debate sobre un plebiscito constituyente que era, hasta hace poco, inminente. Diversas instituciones, partidos y referentes políticos ofrecen tímidas propuestas para sortear la crisis, pero son temerosos de proponer la suspensión de la votación que corona casi un semestre de movilización social multitudinaria. El director de la Escuela de Ciencia Política, profesor Rodrigo Gangas, identifica acá un ejemplo ideal para comprender la Doctrina del Shock atendiendo a los elementos que afectan la contingencia y la dinámica política a través de las supuestas consecuencias para la salud de las personas y también sus efectos psicosociales. “Este escenario permite al gobierno tratar de ejercer un control de la población como el que estaba perdiendo. Se apoyará en la restricción de ciertas libertades y en el fuerte impacto que los medios alimentan constantemente y que permite justificar muchas decisiones antidemocráticas”, cree el académico.
Para Gangas estamos ante un inesperado salvavidas para el gobierno que le permitirá rearticularse y mantener sus intentos de control sobre una población en un proceso de movilización social que no puede ser desmantelado ni debería detenerse totalmente. “Puede que baje su intensidad, pero se reactivará y seguirá su curso tras un episodio complejo como el de la pandemia del COVID-19”, señala.
Finalmente, el académico de la Escuela de Sociología, Raúl Zarzuri, plantea que el efecto sobre la agenda política del estallido social se desplazará en un giro dramático y deberá recurrirá a soluciones creativas para sostener una movilización que hasta ahora se desarrollaba febrilmente en el territorio y en la generación de conciencia. “Se ha escuchado que el plebiscito podría hacerse en abril, pero lo que son elecciones municipales y de asambleístas tendría que hacerse el próximo año. Ahí tendríamos un efecto grande, puesto que, la prioridad política y social de hoy consiste en disminuir las tasas de contagio del COVID-19. Por lo menos estaremos unos tres o cuatro meses en esta situación y eso impactará a todo el sistema político en el país. Particularmente al gobierno, que es algo que no se esperaba pero que le ha caído como anillo al dedo para poder mitigar el impacto de las movilizaciones que iba en crecimiento”, señala.