Educación y Teoría de los juegos

Educación y Teoría de los juegos

Por Arno Klenner M. (*)

El rol de la Teoría de los Juegos en el ámbito de la Educación es todavía bastante reducido en relación a otros ámbitos disciplinarios como la Economía o la Ciencia Política, probablemente por su  irrupción tardía en este campo. Las publicaciones más significativas surgen, a nivel mundial, hacia 1990, con un franco desarrollo sólo a partir de de la primera década del siglo actual. Esto mismo hace que las líneas de investigación y análisis sobre Educación y Teoría de los Juegos todavía no estén claramente delimitadas, y no exista un acopio de resultados que permitan configurar con precisión una estructura sólida de indagación investigativa.

La preocupación dominante de la Teoría de los Juegos por parte de los especialistas en Educación tiene que ver en la actualidad con su uso como instrumento de apoyo didáctico en el proceso educativo en los siguientes tres campos:

1.- Como instrumento de apoyo a la creación y preparación de materiales y a la planificación  del proceso mismo de educación.
2.- Como instrumento de apoyo al aprendizaje en el aula.
3.- Como instrumento de apoyo al desarrollo de actividades en la sala de clases.

Hay otros campos de estudio y análisis que son abordados en menor medida como, por ejemplo, el uso y validez de la Teoría de los Juegos en la enseñanza de las matemáticas, o su aprovechamiento para transmitir valores como la cooperación, la solidaridad, la democracia, la tolerancia, o el análisis semántico de las situaciones de juego en el aula, etc.

Con todo, el acopio de conocimientos de la Teoría de los Juegos en la Educación ha ido en aumento. Confluyen aquí el conocimiento teórico y el conocimiento empírico, siendo este último el que se ve favorecido y donde debieran producirse los mayores aportes en el futuro inmediato, porque el aula es un ámbito privilegiado para la experimentación, acceso que para otras ciencias sociales es considerablemente más difícil de lograr.

En su concepción más básica, la Teoría de los Juegos asume como supuesto esencial que los diversos agentes participantes en el juego (“jugadores”) actúan racionalmente. La racionalidad significa que los agentes procuran maximizar sus beneficios a la vez que actúan coherentemente de acuerdo con este propósito.

En el campo de la Educación, este supuesto reviste mayores limitaciones. En efecto, la racionalidad es una cualidad que es cultivada en el ser humano a lo largo de su vida hasta llegar al período adulto, precisamente mediante experiencias y procesos de aprendizaje mas o menos formales, lo que hace que en el niño, de acuerdo con su desarrollo mental, es posible encontrar diversos grados de coherencia o incoherencia en sus decisiones. También es posible encontrar estas incoherencias muchas veces en los adultos, pero  en el niño que se está educando, uno de los propósitos expresos del proceso educativo es, precisamente, que vaya adoptando más y más racionalidad en sus decisiones. En los autores revisados para efectos del presente trabajo se constata una opinión relativamente generalizada en cuanto a que al momento de aplicar la Teoría de los Juegos a los procesos educativos, los resultados más efectivos y confiables se encuentran entre los adultos y los estudiantes de nivel secundario y universitario.

Por lo tanto, las líneas de investigación relativas a Educación y Teoría de los Juegos muchas veces procuran sustituir esa hiper-racionalidad básica en la investigación por comportamientos que sólo significan una adaptación al medio; los jugadores se inician como jugadores inexpertos que van acumulando experiencias, juego tras juego. A partir de aquí, se trata de comparar conductas decisorias  por un lado, con el equilibrio de Nash (“ningún jugador mejora su situación modificando su estrategia inicial”) y, por el otro, con comportamientos observados en experimentos controlados.

Tres estudios pudieran ser representativos de las inquietudes actuales de los investigadores, relativas a Educación y Teoría de los Juegos. El primero, de 2007, de los especialistas europeos Ch. Garrouste y M. Loi, implicó la revisión de más de 100.000 artículos publicados en internet y constató que, pesar del aumento casi exponencial de los artículos publicados cada año, ya sea sobre Educación o sobre Teoría de los Juegos, la aplicación de esta Teoría para resolver problemas de la Educación es bastante escasa. Concluyen ambos autores señalando que la mayoría de las aplicaciones de la Teoría de los Juegos a la Educación (teóricas o empíricas) parecieran basarse sobre el uso de modelos tradicionales de juegos aplicados a situaciones de simulación más que al análisis de los fenómenos reales que le son propios.

El segundo, cuyos resultados fueron publicados en 2012, de la investigadora estadounidense Ch. Benson, a partir del análisis de 30 estudios específicos establece conclusiones concretas en relación a los tres campos de aplicación mencionados anteriormente: en la preparación de materiales y planificación del trabajo en el aula, en el apoyo a los aprendizajes y en el desarrollo de las actividades de la sala de clases.

Finalmente, un experimento de aplicación en 2012 de la Teoría de los Juegos a ocho docentes y 457 escolares de la Comunidad Autónoma de Canarias concluyó en la utilidad de la Teoría de los Juegos para el diseño de materiales didácticos, a la vez que, constató en la práctica que beneficiaría preferentemente a los estudiantes de mayor nivel y más talentosos respecto de los de nivel más bajo y con mayores dificultades de comprensión.

La Teoría de los Juegos pareciera cumplir con un importante objetivo –que no es el único- de consecución de las competencias básicas que un alumno ha de adquirir antes de que abandone el sistema educativo. Se valora que la Teoría de Juegos da expresión matemática a las estrategias de contrincantes y ofrece técnicas para escoger la mejor estrategia posible para resolver conflictos de la vida cotidiana. A largo plazo se pretende, a través del material que se va diseñando, que se potencie en los estudiantes valores de justicia, predisposición a la cooperación y convivencia democrática.

(*) Arno Klenner M., Docente del Departamento de Matemáticas y Estadística, miembro del Núcleo Temático de Investigación, NTI, sobre Teoría de Juegos.