Ingeniería Comercial y Auditoria en la Academia: Carreras con enfoque en innovación, sustentabilidad y trabajo colaborativo

Ya desde los primeros años de la dictadura, con la llegada de los Chicago Boys y sus medidas de shock financiero, empezó a crearse el estigma del ingeniero/a economista que persiste hasta hoy. El del/la profesional orientado/a 100% a los negocios, que toma decisiones impopulares en las organizaciones y que suele perder el punto de vista humano en favor de las utilidades-empresa, cree René González, jefe de la carrera de Ingeniería Comercial en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.

“El ladrillo”, manual de macroeconomía que cimentó el modelo neoliberal que rige aún las finanzas del país, fundó también este estereotipo, agrega el académico y auditor que se refiere al aura que ronda entre los/as administradores/as de empresas, agentes de la banca y personajes de la cultura popular como caricatura del ejecutivo/a trepador/a y desalmado/a. “Eso tuvo mucho que ver con esa idea exitista de una carrera top donde egresabas para tener el mundo a tus pies y desarrollarte -tú o tus empresas- mediante el aprovechamiento de las clases medias y bajas, avanzando por sobre

estas personas. Algo totalmente nefasto que, incluso, era visto como un valor”, dice.

Este estigma va en retirada, agrega el profesor González. En la actualidad, dice, la prioridad formativa de carreras como la ingeniería comercial o la auditoría, ambas dictadas por la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, exige otro enfoque: uno puesto en aspectos disciplinares y éticos, en un concepto de la colaboración más que en uno de competencia y centrado, además, en la innovación y la sustentabilidad, señala sobre los nuevos tiempos para la transformación que van más allá de las aulas.

Coincide con él la académica de ambas carreras, Alejandra Gallegos, para quien la generación de valor en la empresa actual se mide con indicadores distintos de las tablas de rentabilidad. Cita el ejemplo de las empresas B, que basan su reconocimiento en un desempeño social y ambiental que se puede cuantificar y acreditar. “Se mide con preguntas como ¿cuál es la propuesta de valor de mi empresa?, ¿cuál es su propósito, su misión y visión?, entre otras que guían la búsqueda de valor no sólo para accionistas y clientes, sino para trabajadores/as de esas empresas, la ciudadanía y la sociedad”, explica.

Lo mismo sucede en el caso del control de procesos que ofrece la Auditoría como disciplina al interior de las empresas como un insumo importante para la toma de decisiones basada en el manejo de la información, pero alejada de la especulación, , cree René González. “La auditoría dejó de ser un mero sinónimo del control de obligaciones fiscales para convertirse en parte clave de la transformación de las organizaciones. Así es como, un/a auditor/a y asesor/a de la empresa en período de crisis puede, desde el punto de vista empresarial, preparar informes estratégicos para la gestión, pero dependiendo de su orientación, calcular alternativas de costos con los y las trabajadores/as en mente. Las finanzas por un lado y la gestión de negocios, pueden ir de la mano con un criterio ético”, piensa el académico respecto de una administración económica de rostro humano. “En ese sentido, el sello de estudiar auditoría o ingeniería comercial en la UAHC, va por ese lado: el de formar expertos en reformas tributarias y la teoría financiera sin dejar de lado la importancia de las personas”, piensa.

 

Profesionales para un nuevo modelo

En busca de un nuevo modelo, son los/as mismos/as jóvenes estudiantes quienes declaran ese interés por desarrollarse en un modelo de gestión de negocios y su fiscalización diferente al que vivió la generación de sus padres, tanto como empleados o empleadores. “Las preguntas de nuestros/as estudiantes de ingeniería comercial son otras para la realidad de Chile. Tienen que ver con las brechas de distribución del ingreso, con cómo opera la seguridad social frente a los seguros privados, sobre la forma en que la sociedad determina la pobreza o la riqueza, se preguntan cómo podría ser el mundo y cómo ellos/as podrían transformar las cosas”, señala el profesor de Ingeniería Comercial UAHC, Patricio Soto. “Fundamentalmente tratan de aproximarse a la manera de solucionar problemáticas propias de una sociedad diagnosticada como injusta”, agrega.

Ante un programa eminentemente teórico, René González señala que el último año de clases y de la política económica chilena han sido generosos para favorecer ese debate en las clases de ambas carreras. “Hemos mantenido viva la luz de la discusión a partir del impacto que ha sido la crisis económica vinculada a la pandemia, los retiros de fondos de las AFP, las implicancias psicológicas que hay detrás de las variaciones del IPC o de haber pasado la barrera de la UF, también han discutido con interés el cuestionamiento de algunas autoridades al Ingreso Familiar de Emergencia o incluso el cambio climático”.

Se dice que la economía se forma sobre expectativas y por eso es importante incidir e intermediar en este flujo de la información. Se conversa mucho sobre qué significan estas cifras para la gente. Qué informaciones afectan o generan temor en las personas como paradigmas que deben ser enfrentados desde la carrera y la profesión y el porqué no debemos considerar estos asuntos sólo una curva en la pizarra”, agrega el profesor y contador auditor.

Por su parte, el docente Patricio Soto considera que los nuevos y nuevas estudiantes de Ingeniería Comercial o que se incorporen a Auditoría en la UAHC son una generación permeable a un cambio necesario. Personas muy interesadas en reconocer “lo que hace falta” en una sociedad en busca de mayor justicia social. “Hacer reflexión desde la realidad y subirse al carro no les cuesta mucho. Eso es algo que se nota en las conversaciones y su interés en participar en conversaciones que, podría pensarse, son puramente teóricas, pero ellos mismos plantean ejemplos y expresan la contingencia a diario. Desde cómo incide en el estallido social el hecho de que el 20% más rico se apropie de ⅔ del ingreso total del país, por ejemplo”, señala sobre un escenario donde abundan las escuelas de economía, pero pocos proyectos diferenciadores. “Hay universidades donde se propicia el debate y otras donde se destaca más en los rankings como formadores de los tecnócratas y economistas necesarios para abastecer un sistema financiero problemático y tomar las mismas decisiones que han desatado las crisis de la modernidad”, estima.

Retornar a la idea original de universidad

En una proyección profesional de esa generación entrando en un sistema cuestionado, pero en transformación desde lo institucional, los/as académicos/as mantienen optimista la mirada de futuro. Recogen hoy inquietudes de jóvenes conscientes con el medio ambiente, respetuosos de los Derechos Humanos y de las personas, en general. “Ellos no se sienten como los Cuescos Cabrera”, se ríe la profesora Alejandra Gallegos recordando la caricatura creada por el humorista Coco Legrand a fines de los 70 que parodiaba al joven ejecutivo con postgrados en el extranjero y dedicado en cuerpo y alma a los negocios. “Lo que hemos conversado son sus planes sobre cómo reinventar la vida desde el emprendimiento, las empresas innovadoras y sustentables. Se imaginan mucho más libres laboralmente que sus padres. Están, también, súper vinculados con lo que significa, ahora y a largo plazo, la crisis climática, el cómo consumiremos o continuaremos produciendo pero con una nueva mirada más interdisciplinaria que considera otras realidades fuera de la propia profesión”, explica.

Ese rasgo, uno que toma en cuenta la opinión de compañeros y compañeras de cátedras comunes de otras carreras como Ciencia Política, Antropología, Sociología o Psicología, es un atributo diferenciador de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Que otorga una formación reconocida por el currículum con cursos transversales sobre historia social y política, pensamiento y cultura latinoamericana, inclusión o género y multiculturalidad, como sello particular. Esa interacción es algo profundamente universitario, cree el profesor Soto: “Las universidades más neoliberales que forman ingenieros comerciales o auditores generan un tipo de especialización a la que no le conviene el pensamiento holístico, sino un conocimiento lo más disciplinar posible para contar con los mejores agentes del proceso industrial y no social. Eso es algo más reciente si consideras que, hace 200 años, los primeros economistas no eran de profesión, sino abogados, filósofos, matemáticos interesados profundamente en reflexionar sobre la sociedad. Pensadores que derivaron en la economía a través de las preguntas necesarias para entender las relaciones humanas”, plantea.

Los y las docentes de Ingeniería Comercial o Auditoría advierten la importancia de fomentar esta concurrencia y multidisciplina para retornar también a la idea original de “universidad” como espacio integrador de realidades y conocimientos para estudiantes y también académicos/as. Particularmente, en un período histórico excepcional para el país que reunió en un mismo año una revolución social y una pandemia sin precedentes.

“Desde el punto de vista pedagógico y formativo, a todos se nos movió el piso y, en buena hora, los/as profesores/as han quedado en igualdad de condiciones con los estudiantes para que se de una transmisión de experiencias conjunta, contemporánea entre ambos. Es muy diferente que un académico le hable a los/as jóvenes sobre la Depresión del 29, a partir de la teoría, que hacerlo desde una coyuntura tan potente como la que todos estamos viviendo. Estamos obligados a mucha más reflexión ante la falta de certezas y no sólo en la economía. Reflexionar sobre dónde está el verdadero origen del estallido social, por ejemplo, y en cómo un o una economista puede aportar desde allí”, convoca el profesor Soto. “Nuestra pretensión, en ese sentido, es difícil pero bella: formar ingenieros e ingenieras comerciales que sean deconstructores/as de la realidad y constructores/as de una nueva”, sintetiza.

 

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