Proceso de Acreditación la Academia ante un nuevo ciclo de acreditación institucional como un proceso de evaluación, crecimiento y mejora
Por sexta vez, la Universidad Academia de Humanismo Cristiano enfrenta un nuevo proceso de Acreditación Institucional donde su gestión, programa de docencia de pregrado y política de vinculación con el medio son analizadas por la Comisión Nacional de Acreditación a través de un exhaustivo informe de autoevaluación y una visita de pares evaluadores prevista para la primera quincena de mayo. Como en cada caso, la Academia ha ido progresando en la construcción de una política de aseguramiento de la calidad generando un hábito ante el cual medirse en cada ciclo.
Luego de un esfuerzo transversal del Comité de Autoevaluación Ejecutivo y la socialización de las metodologías, el último tramo del proceso de Acreditación como trabajo colectivo mantiene expectantes a todos/as los/as integrantes de la comunidad universitaria. En una sintonía que, reconocen los/as involucrados/as, somete a muchos/as a espacios de gran ansiedad dentro y fuera de lo institucional. “Este tipo de tensiones acompañan un proceso que cuenta también con sus certezas. Lo importante es también naturalizar que estos procesos son parte de la vida universitaria y nos permiten una mejora continua de la calidad junto con asumir, también, una mirada que sale de lo particular y nos permite analizar a la institución completa para evaluar lo aprendido”, convoca el rector Álvaro Ramis acerca de la vista propositiva del trabajo realizado. “Creo que el proceso de acreditación no debe ser visto como una amenaza sino como un proceso de evaluación, crecimiento y mejora. De reconocimiento de lo construido de manera sólida y arraigada”, agrega.
En particular en lo referido a la última mitad de los 4 años de acreditación adjudicados por la UAHC y que transcurrieron a la par de los severos cambios instalados por el Estallido Social y luego por la Pandemia. Circunstancias que redibujaron también la manera en que se entiende la calidad educativa a nivel local y en el mundo: “Desafíos particularmente intensos que nos exigieron tomar posición ante los problemas del país de manera estructural”, describe el rector Ramis.
En este mismo escenario y sobre el impulso radical que la pandemia imprimió en las transformaciones más recientes de la UAHC en su modelo educativo, la autoridad académica plantea que la crisis permitió potenciar un salto en muchos sentidos. Desgastante por el lado de las relaciones humanas y con la técnica, pero también una gran oportunidad para sostener aprendizajes: “La pandemia nos permitió pasar a nuevas preguntas y colocar el foco en otros procesos tecnológicos que la UAHC ha ido incorporando con mucha dificultad de acuerdo a la escala financiera de nuestra institución. Esto es, la posibilidad de que la Academia se potencie como una universidad digital y no sólo análoga, lo que es una gran ganancia que nos pone en un contexto competitivo de las demandas de la sociedad que pide a las universidades mayores y mejores procesos de virtualización y producción de información”.
Una universidad a escala humana
Parte de este nuevo escenario definió también cambios permanentes y nuevas maneras de conducir la educación superior que se convirtieron en normas de funcionamiento tras la pandemia. Al respecto, Ramis reconoce el campo que este sistema híbrido de estudios ha abierto hacia regiones y el resto del mundo a partir de este alcance digital y que ha fortalecido el impacto de la Vinculación con el Medio y los programas de Educación Continua, por ejemplo. “El actual hito de evaluación demostrará estas mejoras en muchos procesos sensibles de la vida universitaria. Mejoras que pasan por abrirnos a construir nuevas áreas académicas, relaciones de independencia y armonización de nuestros procesos curriculares y generar una estructura más fuerte capaz de reaccionar a problemas detectados al inicio del proceso de acreditación”, estima al cierre de un extenso proceso de evaluación.
El rector Ramis felicita el trabajo colectivo e infatigable de la comunidad universitaria alineada en torno a la meta de un nuevo proceso de acreditación institucional en el que reconoce una total convicción con la historia de la Academia y el llamado al aseguramiento de la calidad exigido a un proyecto de esta envergadura en tiempos complejos para la educación pública. “Es evidente que la Universidad vive el proceso de acreditación como un hito relevante en el que debemos estar alineados, muy convencidos de nuestro proyecto educativo y su valor intrínseco que se ha validado socialmente como aporte al país y la sociedad”, define cerca del cierre de este tránsito de evaluación y autoanálisis ante el cual emergen los desafíos y fortalezas de una universidad de escala humana dentro del concierto de los grandes planteles.
“Este sello de una casa de estudios más pequeña nos otorga una identidad particular. Si se comparan las mallas encontraremos un diferenciador importante que no se puede replicar en otras instituciones y que refleja los intereses de una transformación social sustantiva. Esto es algo que está expresado en muchos espacios más allá de la malla, ya sea en la producción académica e investigativa, el trabajo de DIVIM y sus servicios comunitarios, el compromiso con la sociedad y el posicionamiento claro ante lo que pasa en el nuevo Chile a partir de la demanda de una nueva Constitución y del trabajo de la Convención Constitucional. Estos son ejemplos de una forma de construir una universidad que pone en el centro estos valores y los trata de cuestionar siempre tanto por nuestra propia coherencia interna como por el ser autocríticos con nuestro desarrollo”, señala.