Subsidios forestales y cambio climático
Columna publicada por Le Monde Diplomatique. Septiembre de 2019.
De acuerdo con el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático, aumentar la temperatura promedio en la Tierra en 1.5°C nos llevaría a un complejo escenario en términos de problemas para la salud, la seguridad alimentaria, el suministro de agua, y los medios de vida, entre otros. En paralelo, la plataforma Intergubernamental de Ciencia-Política sobre Biodiversidad y Servicios de Ecosistemas (IPBES) nos advierte que estamos presenciando tasas de extinción de especies sin precedentes.
En el contexto de las negociaciones de cambio climático y la búsqueda de una fórmula que permita limitar las trasformaciones climáticas, los países del mundo se han comprometido a plantar 350 millones de hectáreas de árboles. Sin embargo, de esa cifra casi la mitad son plantaciones forestales, es decir, el área de Venezuela. Según cálculos de Lewis y colaboradores, publicado en Science (1), esta estrategia es 42 veces menos eficiente en secuestrar carbono —uno de los principales causantes del cambio climático— que la estrategia de conservar los bosques. Esta enorme diferencia se debe a que las plantaciones forestales son árboles plantados y replantados con el objetivo extraer madera y fibra lo más rápido posible. En contraste, los bosques, además de guardar el carbono, entre muchas otras cosas nos proveen de agua, suelo, productos comestibles, madera de alta calidad, biodiversidad, y sentido de pertenencia, además de tener un valor espiritual en todas las culturas.
El compromiso de Chile en el Acuerdo de París 2015 fue forestar 100 mil hectáreas “en su mayoría con especies nativas”, estableciendo que este compromiso está condicionado a la prórroga del Decreto Ley N° 701 y a la aprobación de una nueva Ley de Fomento Forestal (2), lo que ha abierto la puerta para que el Ministerio de Agricultura quiera proponer un nuevo subsidio a las plantaciones forestales “independiente de la especie” sembrada.
La situación en Chile
Hacia 1973, Chile tenía solo 330 mil hectáreas de plantaciones forestales, pero antes del incendio de 2017, las plantaciones comprendían 2,4 millones de hectáreas (3): en solo treinta años, se había desarrollado uno de los sectores forestales más vigorosos del mundo. Las plantaciones forestales han aumentado sus exportaciones más de treinta veces en términos reales, de US $ 153,5 millones en 1976 a US $ 5.271 millones en 2016 (4). Aproximadamente un 37% de la extracción maderera se usa para producir papel y un 10% para producir chapas y tableros (2). Según datos del Instituto Forestal, este sector empleó en 2016 a unas 114.000 personas, es decir un de un 8,3% desde 2007, según datos de la misma agencia. Más del 90% de lo que se planta en Chile consiste en dos géneros de árboles: Pinus, originario de América del Norte, y Eucalyptus, nativo de Australia. En ambos lugares, los incendios forman parte del funcionamiento natural del ecosistema. Las plantaciones industriales, deben ser lo más homogéneas que se pueda en términos genéticos, deben realizarse en largas extensiones para disminuir los costos de transporte y se deben aplicar fertilizantes y pesticidas para maximizar el crecimiento de la fibra. Esto explica su concentración espacial, alto impacto ambiental y la distingue claramente de los bosques nativos. Como se ha dicho hasta el cansancio: las plantaciones tienen dinámicas ecológicas distintas de los bosques nativos.
En contraste, los bosques nativos incluyen a una diversidad de ecosistemas compuestos por especies que han evolucionado en el territorio por miles de años, tales como el litre, el canelo, los coigües, las araucarias y los cipreses de la cordillera. Dependiendo del clima, los bosques pueden ser secos, como los de Chile central, o húmedos como los bosques Valdivianos. En general los bosques no sólo comprenden un conjunto de árboles, sino todo un ecosistema de relaciones entre suelo, agua, helechos, musgos, líquenes y nutrientes, además de aves, roedores, insectos, anfibios, y reptiles, entre otros. Es por esto que los bosques no sólo entregan fibra para usar como leña o madera, sino todo un conjunto de opciones de sustento para el presente y el futuro. Por ejemplo, hace unos 20 años atrás la avellana nativa (Gevuina avellana) era un producto desconocido para quien no viviera en el sur, hoy es un producto gourmet que se vende en supermercados, alcanzando los $30.000 el kilo, por lo que su cultivo da de comer a las familias de la costa en la Araucanía, especialmente a mujeres recolectoras. Esta opción de uso que entregan los bosques nativos esta intrínsecamente ligado a su complejidad y diversidad.
Comúnmente se asocian las plantaciones forestales al conocido Decreto Ley N° 701, promulgado por la Junta de Gobierno en 1974. Sin embargo, diversos estudios demuestran que el impacto del subsidio fue poco eficiente, como máximo de un 40% (5). Es decir, de 100 plantaciones 60 se habrían hecho de todas formas, con o sin subsidio. Esto no cambia después de 1998, cuando este subsidio se reorienta a propietarios más pequeños. En este periodo se le puede atribuir al subsidio hasta un 10% de las plantaciones. Es decir, con o sin subsidio el 90% de las plantaciones se habrían hecho de todos modos (6). La expansión de las plantaciones forestales se basa en factores económicos, tales como la remoción de las bandas de precio del trigo en la década de los setentas, o la apertura a nuevos mercados mediante la firma de tratados de libre comercio en los años noventa (7).
Subsidios ¿Independiente de la especie?
La actual propuesta no estaría considerando el hecho de que las plantaciones forestales son muy rentables de por sí, por lo que este subsidio puede ser un gasto fiscal ineficiente —como lo ha sido hasta el momento— si no es orientado hacia los bosques nativos, que sí tienen un gran valor social y no privado, como las plantaciones forestales. Los bosques nativos maduros pueden contener más de 500 toneladas de carbono por hectárea (tC/ha)(8), y capturar anualmente hasta 4 tC/ha año, mientras que los bosques jóvenes hasta 7 tC/ha año (9). No se estaría considerando el hecho de que las plantaciones forestales, dependiendo del destino de la fibra, pueden ser emisores netos de gases de efecto invernadero porque se utiliza petróleo, herbicidas, fertilizantes y maquinaria para la plantación, manejo y transporte (10). Tampoco se consideran nuevas políticas de desarrollo tecnológico para poder utilizar los bosques para algo más allá que la producción de fibra, como las avellanas o productos forestales no madereros, ni se está considerando que las plantaciones forestales son más susceptibles de incendiarse (11), emitiendo grandes volúmenes de carbono. Lamentablemente, el Inventario de Gases de Efecto Invernadero aun no considera las emisiones de los incendios de 2017.
Así el escenario, no parece imposible pensar que vamos a volver a ser testigos de un nuevo ciclo de expansión forestal, irónicamente, en nombre de la mitigación al cambio climático. Las decisiones que se tomen en torno a las políticas de mitigación serán fundamentales para los bosques y sus habitantes. Lamentablemente, hoy se busca proponer una política que aún requiere un diálogo en mayor profundidad con la evidencia científica, con los intereses sociales y el bien común. El futuro se ve complejo, pero definitivamente hacer lo mismo que se hizo durante el ciclo pasado no se vislumbra como una alternativa para el siglo XXI.
Referencias:
- Lewis SL, Wheeler CE, Mitchard ETA, Koch A. Restoring natural forests is the best way to remove atmospheric carbon. Nature. 2019 Apr;568(7750):25.
- Gobierno de Chile. Intended Nationally Determined Contribution [Internet]. https://unfccc.int/. 2015 [cited 2019 Apr 2]. Available from: https://www4.unfccc.int/sites/submissions/INDC/Published%20Documents/Chile/1/Chile%20INDC%20FINAL.pdf
- INFOR. Anuario Forestal 2018 [Internet]. Infor; 2018 Aug [cited 2018 Aug 23] p. 198. Report No.: Boletine estadistico 136. Available from: https://www.infor.cl/index.php/destacados-home/443-anuario-forestal-2017-boletin-n-160
- Manuschevich D. A Critical Assessment of the Adaptive Capacity of Land Use Change in Chile: A Socio-Ecological Approach. Land Use – Assessing the Past, Envisioning the Future [Internet]. 2018 Nov 5 [cited 2019 Apr 11];
- Consultora-Novus. Evaluación de resultados de la aplicacion del DL 701 de 1974. Santiago; 1998 p. 85.
- Facultad de Agronomia e Ingenieria Forestal. Evaluación de resultados del decreto de ley N 701 de 1974, Ministerio de Agricultura. Santiago de Chile: Pontificia Universidad Católica; 2014 p. 198.
- Niklitschek ME. Trade liberalization and land use changes: Explaining the expansion of afforested land in Chile. Forest Science. 2007;53:385–94.
- Urrutia-Jalabert R, Malhi Y, Lara A. The Oldest, Slowest Rainforests in the World? Massive Biomass and Slow Carbon Dynamics of Fitzroya cupressoides Temperate Forests in Southern Chile. PLOS ONE. 2015 Sep 9;10(9):e0137569.
- Gutierréz A. Long-term dynamics and the response of temperate rainforests of Chiloé Island (Chile) to climate change [PhD Thesis]. Technische Universität München; 2010.
- Morales M, Aroca G, Rubilar R, Acuña E, Mola-Yudego B, González-García S. Cradle-to-gate life cycle assessment of Eucalyptus globulus short rotation plantations in Chile. Journal of Cleaner Production. 2015 Jul 15;99:239–49.
- McWethy DB, Pauchard A, García RA, Holz A, González ME, Veblen TT, et al. Landscape drivers of recent fire activity (2001-2017) in south-central Chile. PLOS ONE. 2018 Aug 22;13(8):e0201195.
(*) Doctora en Políticas Ambientales, docente de la carrera de geografía UAHC.