Tras la alta abstención en los últimos comicios_¿Baja participación o una nueva forma de participación?
Desde la madrugada del conteo de votos de las megaelecciones del 15 y 16 de mayo, el mundo político reordenó sus naipes y giró el timón de muchas de sus más dramáticas decisiones del último tiempo. La situación fue interpretada como una “catástrofe” institucional para los afectados, un rechazo a los partidos tradicionales por la ciudadanía y un cambio de relieve sin vuelta atrás para el mapa político.
En medio de este escenario, el tema de la alta abstención (un 54%) genera debate. Sin embargo, analistas de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano identifican una paradoja en esta “supuesta” baja participación política. Para el doctor en Historia, Pedro Rosas, cuando se habla de alta abstención en las urnas se olvida que la participación política también se ejerce a través de otras vías que se creían menos transitadas y que no pasan cerca de los mecanismos tradicionales de la cocina electoral. “El país se encuentra cruzado por un repertorio de acción colectiva bastante diversificado, que representa a muchos sectores que no concurrieron a estas elecciones, tal como no concurrieron al plebiscito anterior. Jóvenes y ciudadanos/as que, desde las movilizaciones escolares del 2006 en adelante, y no solo la revuelta de octubre, a través de un proceso ascendente y de varios años, se han incorporado a la actividad política por fuera de la institucionalidad, dado que consideran que las formas tradicionales de participación no los representan”.
Ese descrédito ciudadano hacia la clase política y la permanente evidencia de falta de acuerdos de gobernabilidad, superan cualquier demanda ciudadana o interés en la participación política institucional más expresiva. “En ningún caso este estado de desconfianza puede atribuirse a una “falta de participación política” en los procesos. El campo de acción política hoy se expresa en procesos de asociatividad, en construcción social y territorial más que en militancias; excede ampliamente los espacios institucionales y a veces la legalidad, incluso. Pensar que esto es una falta de politización es un error”, cree el director de la Escuela de Pedagogía en Ed. Media de la UAHC.
Coincide con él el politólogo Rodrigo Gangas, quien subraya que el sorprendente resultado de estas elecciones demuestra un escenario reconocible desde hace varios comicios: una asistencia a la baja en las urnas, pero una evidencia de participación concreta e invisible fuera de este circuito institucional. “La movilización en cuanto al estudio y debate de una discusión constitucional se ha mostrado constante desde que se presentó como una meta. La ciudadanía se ha mostrado muy pendiente de su redacción y, es muy seguro, que siga movilizada. Muchos dan por sentado una abstención estructural, cuando se analiza la asistencia a las urnas, pero si uno revisa con mayor detalle el resultado del plebiscito, las mayores expectativas estaban generadas por un gran nivel de participación, cuando el sistema de elección de representantes siempre ha ido a la baja. Si miramos la anterior elección de alcaldes y alcaldesas, fue aún más baja que la reciente”, recuerda el director de la Escuela de Ciencia Política, Gobierno y Gestión Pública de la Academia, ante lo que denomina una “tendencia estable”.
Sobre la aparición los independientes, Rosas explica que “se trata de ciudadanos con una activa participación en la esfera pública en lo cultural o acción no partidista. Son parte de entramados sociales y tejidos societales que les han permitido competir y vencer ante grandes instalaciones mediáticas y proyectos funcionales a movimientos políticos más amplios”.
La diversidad como pacto
La iconografía de esta geografía suele ser las de las grandes manifestaciones de la Alameda, la organización en formato de ollas comunes, mitines constituyentes y otras actividades en comunidad que la pandemia ha invisibilizado. Nuevas referencias que son parte también de cambios generacionales importantes y nuevas preocupaciones, como el reconocimiento a la agenda feminista, de protección ambiental y derechos ciudadanos que llegaron a la discusión pública levantadas por estos activistas civiles alejados de la órbita política partidista, creen expertos como el sociólogo Raúl Zarzuri.
“Hemos visto cómo cae la fronda aristocrática de la política chilena que nos gobernó desde la dictadura y que ya no representa nada”, señala Zarzuri. “Hay un tremendo golpe a la política tradicional que se construyó sobre estas premisas de la administración sin conexión con la vida cotidiana y la ciudadanía”, agrega.
Para el rector de la Academia, Álvaro Ramis, esta baja asistencia a las urnas, en la tradición vista desde hace varios años a la fecha, constata una crisis política como tribus y clanes, pero fortalece a la sociedad en otros aspectos donde la participación a nivel comunitario ha sido un factor determinante en la distribución de los campos de fuerza de quienes, hasta hoy, han participado históricamente desde la élite. “Podemos decir que, aparentemente, ha empezado a morir la lógica del clientelismo político y de las preferencias basadas en la captura de una planta de apoyo”, agrega.
En tanto, para Tamara Vidaurrázaga, doctora en Estudios Latinoamericanos, “los y las asambleístas representan mejor el Chile de hoy que la Cámara de Diputados y el Senado. Chile está bien representado en la Asamblea y esta representa mejor lo que es la sociedad de Chile hoy, y eso es sumamente importante”.
Hay un nuevo y una nueva ciudadana, de pensamiento no partidista, que tiene independencia y está ligado/a por temas transversales, ambientales y de justicia social. Ya no son los partidos los que convocan. Hoy el cambio que va a haber en política es debatir sobre los grandes temas que reúnen a la sociedad en torno a intereses comunes, como el agua, los Derechos Humanos, la representación de los pueblos originarios y la paridad de género”, explica Ruth Tapia, periodista especializada en comunicación estratégica de la carrera de Periodismo de la Academia.